La era de la madurez

Hoy 10 de diciembre de 2019, quedará en la historia como el final de un proceso de irregularidad institucional que comenzó en 1928.

La Ley Sáenz Peña, sancionada el 10 de febrero de 1912, sentó las bases para el sistema electoral moderno. Esta norma estableció el voto secreto y obligatorio para los ciudadanos argentinos varones (las mujeres tendrían que esperar tristemente hasta 1947). Lamentando el claro sesgo patriarcal de los albores del siglo XX, la norma supuso un cambio de régimen fenomenal, ante el fraude patriótico, la oligarquía electoral o la plutocracia de poder que gobernó la Argentina desde 1862. Producto de esa norma revolucionaria, llega al poder quien es considerado por muchos como el primer presidente constitucional contemporáneo: Hipólito Yrigoyen. Su presidencia inicia un ciclo institucional que nunca debió haberse interrumpido. Finalizado su mandato, ya que en aquella época la constitución permite solo un periodo, encuentra sucesor en Marcelo Torcuato de Alvear en 1922. Un personaje no demasiado reconocido en nuestra historia, de rasgos muy interesantes, que se lleva el honor, junto a Yrigoyen, de fundar YPF, la primera petrolera estatal del mundo.

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Marcelo T. de Alvear termina su periodo en 1928 y es sucedido por su antecesor, Hipólito Yrigoyen, y es aquí donde comenzamos a contar nuestro largo derrotero institucional. El caudillo radical sería derrocado por el primer golpe de estado del siglo XX, en 1930, encabezado por el inefable general José Félix Uriburu.

Desde ese fatídico año, hasta 1983, encontramos periodos constitucionales interrumpidos por golpes de Estado, o gobiernos civiles amañados por los militares.

Es recién con la restauración democrática de 1983, donde comienza un ciclo político-democrático constitucional, pero con graves dificultades. Ya nunca hasta el día de hoy, un gobierno no peronista pudo terminar en tiempo y forma desde 1928. La clase política argentina no supo, no quiso o no pudo afianzar los periodos presidenciales de gobiernos no peronistas.

Así comienza la democracia de 1983, continuada (como se pudo) en 1989, fortalecida en 1994, herida de gravedad en el 2001, y en transición desde el 2003, hoy encuentra su madurez institucional. El primer traspaso de mando ordenado en la historia argentina del siglo XXI. Tomando como elemento clave, el final de un gobierno no peronista que termina su periodo en tiempo y forma, en el marco de un sistema político de coaliciones electorales, que no es perfecto, pero que encuentra su participación en la vida política de manera regular y definitiva. Es un día para celebrar.

La Ley 26.323 estableció la fecha para conmemorar el día en que Raúl Alfonsín asumió como presidente en 1983, hoy celebramos una fiesta cívica de traspaso de mando y conmemoramos la Restauración de la Democracia.

Como abogado y docente, pero antes, como ciudadano, me siento muy feliz por ver llegar la era de la madurez a la política argentina. Que jamás vuelvan a interrumpirse, limitarse o terminarse antes de tiempo los gobiernos democráticos.

Al gran pueblo argentino, ¡salud!

Por Leonardo Güi – Abogado – Docente UBA-UCES