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Kicillof no es Máximo y tampoco Massa mientras Berni piensa en Pichetto

Eduardo Duhalde fue el último gobernador de la provincia de Buenos Aires con peso propio y armado independiente con los intendentes. No era un delegado del gobierno nacional. Esa condición le permitió sostener un esquema propio hasta que fue Presidente de la Nación y terminó dinamitado por Néstor Kirchner con un aliado inestimable en aquellos tiempos: Felipe Solá. Pero aquello, que forma parte de la historia, bien hoy vale la pena tenerlo presente para entender la lógica que domina la política bonaerense. La reciente reunión entre Axel Kicillof y el propio Duhalde alimenta varias especulaciones más allá del discurso oficial de avanzar en tareas coordinadas y preocupaciones lógicas para explotar el perfil productivo del mayor territorio nacional. ¿Buscará Kicillof avanzar en un esquema similar al de aquellos tiempos? Veamos.

La primera reacción ante una idea de estas características genera más dudas que certezas. Desde el 10/12 a la fecha se han escrito cientos de lineas para describir una relación gobernador-intendentes que, en la mayoría de los casos, chocaban en sus ideas e intereses.

Se ha escuchado de todo:

 #  “Axel no hace política” (Entiéndase por ello la que los alcaldes consideran su política),

#  “gobierna con un grupo de amigos de la Universidad que no conocen la provincia”,

 #  “no hay lugar para los intendentes en su gabinete” , y la enumeración podría abarcar varias lineas de esta nota.

Ahora, cuánto hay de cierto y cuánto de conveniencia en quienes suelen deslizar, la mayoría de las veces en off, esos panoramas. Como en todos los casos, un poco de cada cosa.

No es lo que piensan en la cercanías del gobernador. Allí están convencidos que la relación con los intendentes es de intenso trabajo, tal como no sucedía en otros tiempos.

Pero, además, hay un punto que suelen destacar y, según esa mirada, los acerca a aquel esquema de Eduardo Duhalde. En la actualidad todo aquello que provenga del gobierno nacional y tenga como destino los municipios primero pasa por la provincia.

Es un acuerdo entre Alberto Fernández y Axel Kicillof, del que aseguran goza de amplia solidez.

Al mismo tiempo, ello se contrapone con lo que hizo el propio Néstor Kirchner, de saltear al gobernador y establecer vínculos directos con los jefes comunales. Quizá no haya, por ahora, fotos del Presidente inaugurando una cuadra de asfalto. Es la ratificación que el Albertismo anida en la imaginación de algunos pero está lejos de la realidad.

Es raro porque Alberto Fernández estaba detrás de ello cuando lo ejecutaba Néstor Kirchner. Imposible que no aprendiera y extraño que no se tentara en llevar adelante el mismo esquema. Eso puede estar explicado en una sola persona: Cristina Fernández de Kirchner. Solidificar la figura del gobernador es una condición expresa para generar su propio “trasvasamiento generacional”. Es, al mismo tiempo, lo que provoca los roces, por ahora bien escondidos, con el heredero familiar y político más cercano: Máximo Kirchner.

El horizonte político que asoma en la provincia de Buenos Aires aún es difuso y en parte atado al devenir de la crisis producto de la pandemia y sus efectos sociales. Sin embargo, algunos detalles invitan a pensar que el gobernador busca darle un giro más en la tuerca de su relación con los alcaldes, sobre todo los del conurbano.

En nada parece casual las aseveraciones de la vicegobernadora, Verónica Magario, sobre su idea para que los intendentes no tengan limitadas sus reelecciones. Lo adelantado aquí la semana pasada ha sumado nuevos elementos.

Por ahora, los encuentros que lograr sentar en la misma mesa a oficialistas y opositores se mantienen bajo 7 llaves. Ya llegará el momento que emerjan.

Y surge una pregunta ineludible: ¿Axel Kicillof dio un guiño para que el tema se instale? Ven su mano en los dichos de la ex intendente de La Matanza. La lógica es, en este caso, encontrar un elemento seductor para ellos.

Nada mejor que atraerlos con la permanencia sin limitaciones. Y, de paso, un mensaje al núcleo duro de La Cámpora y sus pretensiones conquistadoras. Combo completo para el blindaje territorial. Y también para el provincial, donde 4 años no le alcanzan a nadie que pretenda cambiar el sistema bonaerense, tal como lo pensó y estudió Kicillof.

Claro que surgen todavía varios interrogantes. Uno de ellos es si el gobernador dispone del peso político específico para garantizar algo de esta naturaleza. La mirada apunta a la Legislatura como así también a la Justicia. En alguno de esos dos ámbitos, o incluso en los dos, aterrizará la iniciativa.

El factor Massa

Cualquiera sea la idea a desarrollar no podrá prescindir de una actor importante: Sergio Massa.

Si bien él controla la Cámara de Diputados Nacional, su anclaje político es la provincia de Buenos Aires donde ha decidido no resignar la identidad del Frente Renovador. Tan sólo hace falta ver los videos del 17/08 que subieron a las redes los funcionarios y dirigentes que le responden para tener una acabada noción de su camino.

Sumado a otros gestos importantes, Massa ha regresado al territorio para hacer lo que mejor sabe y es mostrar gestión. Se lo pudo ver junto al ministro de Transporte, Mario Meoni, en Ezeiza inaugurando obras.

Al mismo tiempo, funcionarios como el presidente de Ferrocarriles Argentinos, Martín Marinucci, no descuida el vínculo con los alcaldes en cada recorrida que se realiza para mostrar avances en su rubro.

Y a ello se le suma Malena Galmarini, quien con AYSA tiene la llave perfecta para desembarcar con frecuencia en los territorios del Gran Buenos Aires.

En ese sentido, Massa mostró la carta que mejor le sienta a la hora de mostrarse gestionando: la lucha contra el delito. Avanzó en la propuesta para crear una Agencia Metropolitana de Seguridad.

El tema ya lo habló en los tres niveles. Lo hizo con Alberto Fernández y Sabina Frederic, con Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli e incluso con Federico Otermín, titular de Cámara baja bonaerense ligado a Martín Insaurralde.

¿Y Sergio Berni? Por ahora, el ministro se prepara para volver a pleno en su actividad tras el Covid-19 mientras imagina que, quizá, el año próximo deba confrontar con alguien que tiene un discurso parecido al suyo: Miguel Pichetto.

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