Jaque mate a la democracia

Por José Manuel Grima

Algo ha cambiado en la gestión de nuestras democracias en los últimos 10 años. Los golpes de Estado que se han venido sucediendo en la región desde el desplazamiento de Zelaya el 28 de junio de 2009 en Honduras utilizando a los máximos tribunales constitucionales de cada país, han modificado la gestión de la democracia en América Latina. Pero no parece ser un escenario nuevo y exclusivo de nuestra región. Tal vez sea necesario ampliar la mirada hacia otros espacios territoriales. Para muestra sobran como ejemplos los siguientes: en primer lugar el intento de golpe de Estado liderado por los republicanos trumpistas en EE.UU con motivo del triunfo de Joe Biden en las últimas elecciones y en segundo lugar lo que viene sucediendo en España por esos días en donde no se puede renovar un tercio del tribunal constitucional por un bloqueo que responde a una estrategia de guerra jurídica que diseñó el PP en un claro incumplimiento de su obligación institucional de ejercer una oposición leal al Gobierno, utilizando a la justicia para avasallar las potestades del parlamento.

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Así las cosas, la democracia tal como la hemos conocido hasta el día de hoy parece haber desaparecido. En las calles los ciudadanos comienzan a preguntarse en algunos casos ¿Para qué sirve votar? Mientras otros lo viven como una intuición y son ganados por la desesperanza. Las personas de a pie se sienten estafadas por el sistema al ver que aquellos dirigentes que han sido elegidos por el voto popular no tienen posibilidades de ejercer el poder. Hoy asistimos en la Argentina al gobierno de las grandes corporaciones económicas a través de los tribunales del fuero federal y de la CSJN, legitimadas por el relato que producen los medios hegemónicos y acompañados por una oposición de utilería.

En el ABC de la teoría política se sabe que la acumulación de poder es directamente proporcional a la acumulación del capital. Quién posee en sus manos los mecanismos para maximizar el capital es quien toma las decisiones que afectan la vida cotidiana de los millones que carecen del manejo de dichos resortes. Durante la pandemia el Estado Argentino (la política) definió que el servicio de internet es un bien público, mientras las corporaciones (el mercado) lo presentaron como una mercancía a ser comercializada por ellas, claramente ganó esta última posición al amparo de un fallo judicial. En la lógica del capital aquella es una verdad de perogrullo para estos tiempos. Siempre fue así, pero cabe marcar las diferencias que nacen en estos tiempos de globalización. El capital en su lógica de acumulación se ha universalizado (mercados globales) mientras los Estados (gestión política) operan lo que les queda de poder a nivel local. Las posibles equivalencias se han roto y el balance es claramente favorable a los mercados y sus corporaciones. Las estrategias de gobernanza global han fracasado. Las Naciones Unidas como el sistema Interamericano han caído en una pérdida de legitimidad absoluta. Solo basta para comprenderlo recordar la mirada favorable a la condonación de las deudas insidiosas propuesta por Naciones Unidas ¿Quién gano esa pulseada? El FMI.

Por todo lo dicho queda una imagen que se podría sintetizar en la siguiente frase: El neoliberalismo (Capital globalizado) es incompatible con la democracia. Se la ha engullido y solo queda una fachada de esta última, cuando se rasca un poco la pintura de la superficie emerge lo que ya sabemos, una dinámica necropolítica que arroja a la extinción a millones de integrantes de la clase que vive del trabajo. El día anterior a la escritura de estas notas recibí en mi whatsapp un pequeño video con la imagen de un mosquito fumigando con agro tóxicos y a los cinco minutos otro con gallinas tambaleándose sobre la tierra y algunos pollitos ya muertos por envenenamiento. ¿Podríamos investigar cuanto cotizaba ayer la tonelada de soja en el mercado de Chicago? ¿Podríamos calcular cuantas divisas le aportará al Estado nacional la próxima campaña de ese grano para pagar la deuda monumental que nos dejó el macrismo? El poder político cumple su ley de hierro, acompaña la acumulación de capital. En esa dirección el mercado globalizado (las corporaciones) concentra el poder económico y el poder político. Mientras tanto el común de los mortales se debate en diálogos sin sentido, se entretienen un rato disputándose interpretaciones sobre una realidad inexistente. Como diría el general Perón la única verdad es la realidad y esta última expresa a gritos que el poder político y económico se ha concentrado en unas pocas manos y por ello le canto jaque mate a la democracia.