¿Frase caprichosa?

“Simular es fingir lo que no se tiene”

“Disimular es fingir no tener lo que se tiene”

brickel

Jean. Baudrillard. 1981

Muchos de nosotros hemos estado reflexionando sobre la ironía de los motivos de viajar, hemos viajado, y lo hemos hecho para ver y experimentar cosas nuevas, y a menudo terminamos exactamente donde todos los demás van, tomándonos exactamente las mismas selfis: en la quinta avenida de New York, en los lobos de Mar del Plata, las terrazas del Machu Picchu, o el mercado de frutos en Tigre.

Hoy, cuando hablo con conocidos, sobre sus planes de viaje, rara vez mencionan lugares famosos como esos. Están, estamos, enfocados en experiencias significativas entre nosotros y en ver amigos y seres queridos. Nadie se quiere sentir abandonado por sus amigos, ni por la patria por estar varado en el extranjero o lejos de casa por estar metidos en una selfi.

El otro “movimiento” reflexivo que aparece en la cuarentena, además de tejer, hornear masa madre, simular un Tinder, es usar internet y hablar con otros. Es una de las oportunidades de desarrollo personal que presenta la tecnología pandémica.

Escuchar la historia de otra persona es refrescante. -Quizás un poco menos para los que trabajan de eso: consultores psicológicos, etc.-. Siempre es estimulante no tener que lidiar con la propia mochila. Estar en una conversación con alguien que nunca has conocido significa que puedes reinventarte, elegir de qué quieres hablar. Simular ser otro, y poder disimular lo que sos. De lo contrario, puedes quedarte atascado en tu propia grieta.

¿Pero, de qué hablaría, por videoconferencia, con un extraño o un amigo? ¿Qué podría decir sobre mi día: del hecho de que todavía estoy, estaré, ¿en pijama?

Y, cuando el encierro te quitó el “amor” a pasar el tiempo escuchando el decir ajeno por “vía zoom “, comienzas a buscar charlas privadas con plantas, mascotas, o “consigo mismo”.

Igual, no siempre se tiene mucho que decir: Mis conversaciones, conmigo, son bastante aburridas, por ejemplo: ¿Hoy, debería ordenar los libros de la biblioteca, desparramados por la cocina, el patio y la mesa de luz, hoy? ¡Sí, adelante, hazlo hoy!

 Lo bueno, de hablarse a sí mismo, es que siempre se obtienen las respuestas que gustan o disgustan: todas muy propias.

En el mismo andarivel, la pandemia, como otros períodos de crisis con o sin agitación, tiende, a medida que los hogares se dispersan y los amigos se destrozan en fetas finas gracias al WhatsApp, a proporcionar amplios temas de conversación.

Y siempre resurgen los amantes, que estando silenciados desde tiempo antes, los que “quedaron” sitiados, varados en la fatiga, uno al lado del otro.

En definitiva: la frase caprichosa “Estás silenciado -como modo de organizar el caos cibernético individualista extremo-, se va transformando en una invitación a conectarse, poniendo entre todos, el “Modo espera” a la capacidad de dar la mano, abrazarse y ver sonrisas.

Por Ricardo Arias – Agrupación Sudeste – Verano 2020