El 48 % del país voto por la vuelta del Kirchnerismo al poder en un contexto de grave situación económica y social. Quienes votaron por la dupla Fernández- Fernández, lo hicieron principalmente convencidos que la vuelta de este espacio político, les devolvería conquistas sociales y de calidad de vida.
Pero ¿Cuáles son las posibilidades reales de una mejora de la economía en el corto plazo?
Para empezar, Fernández deberá lidiar con varios frentes de tormenta que pueden complicar seriamente su gobierno. Siempre hablando en materia económica (con lo político no me voy a meter) el presidente deberá encarar una renegociación de la deuda externa, tanto privada como con el FMI. La complejidad de esta negociación es muy grande, para empezar es imposible que el país logré hacer frente a sus compromisos en moneda extranjera salvo que intensifique el ajuste y se logré volver al mercado voluntario de deuda pero, teniendo en cuenta la fuerte recesión y malestar social que se vive, una política en esta dirección luce inviable. Por otra parte, lo cierto es que un nuevo default, alejaría de manera casi definitiva al país de los mercados de deuda y ello tendría implicancias no solo para el estado sino para todas las empresas argentinas y extranjeras que tengan la intención de invertir en el país.
Fernández deberá hacer una renegociación de la deuda que no implique quita de capital, aunque tal vez pueda negociar una baja de los intereses en línea con lo que pagan países vecinos. El estiramiento de los plazos es un hecho.
La negociación con el FMI será otro cantar, el problema de hacer un acuerdo con el fondo, es que ellos siempre te piden cumplir con un programa a cambio del dinero que te prestan. Estos programas siempre se basan en fuertes ajustes, algo que sin dudas traerá roces entre el gobierno y el fondo.
Con un 50% de inflación anual los riesgos de sufrir una hiperinflación están latentes. Para colmo, las letras del banco central con las que el Macrismo intento secar de pesos la economía y forzar de esta manera una baja de la inflación, se han vuelto una bomba de tiempo que puede terminar logrando el efecto contrario al que fueron creadas. El tamaño de esta montaña de pesos que se inyectarían a la economía, casi con seguridad irían al dólar, generando una tremenda devaluación y a su vez una hiperinflación que acentuaría las penurias económicas.
La continuidad del cepo cambiario, por el momento parece la mejor opción para evitar la sangría de dólares. Aunque, si lo que se busca es alentar las inversiones, el cepo no solo evita que se vayan dólares, también desalienta su ingreso. Nadie va a poner un dólar en un lugar donde no podrá llevárselo.
Sin dudas, por lo menos en lo discursivo, reactivar la economía es el principal objetivo del nuevo gobierno. Para ello necesitará bajar la tasa de interés, aquí Fernández se enfrenta a un gran dilema, si baja la tasa lo más seguro es que los depósitos en pesos vayan directo al dólar, con sus efectos indeseados tanto en términos de devaluación como inflacionarios.
Si la economía crece impulsada por el consumo, aumentarán las importaciones, crecerá el turismo emisivo (viajes al exterior de argentinos), se ahorrará más en dólares y habrá mayores giros de dividendos. Todo esto atenta contra el objetivo de cuidar la balanza de pagos en épocas de escasez de dólares.
Mi opinión es que Fernández buscará una forma pragmática de equilibrar la macroeconomía y a su vez logar una mejora económica que permita dar un poco de aire a las pymes e impulsar el consumo aunque sea de forma modesta.
Queda por ver si Alberto Fernández tiene el temple suficiente para enfrentar los desafíos, tanto externos como puertas adentro de su gobierno. La tentación de implementar soluciones mágicas que empeorarían las cosas son una marca registrada de políticos como Cristina Kirchner, ojalá prime la cordura y podamos transitar una nueva etapa de prosperidad.