Espíritu y materia de la Argentina de estos días

Hegel definía que “el Espíritu es esencialmente individuo; pero en el ámbito de la historia universal no nos enfrentamos con personas singulares reducidas a su individualidad particular.

En la historia, el Espíritu es un individuo de una naturaleza a la vez universal y determinada: un pueblo; y el espíritu al que nos enfrentamos es el espíritu del pueblo… La conciencia de ese Espíritu debe darse una forma concreta en el mundo; y la materia en que se encarna, el suelo en el que arraiga, no es otro que la conciencia general, la conciencia de un pueblo.

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Esta conciencia contiene y orienta todos los fines e intereses del pueblo; constituye sus costumbres, su derecho, su religión…; forma la sustancia del espíritu de un pueblo y, aun cuando los individuos no sean conscientes de ella, allí está. Opera esta conciencia como una necesidad: el individuo se forma en esa atmósfera e ignora lo demás.

Sin embargo, no se trata de un simple efecto de la educación. La conciencia de un pueblo no es transmitida al individuo como una lección terminada, sino que se forma a partir de él: es la sustancia en que el individuo existe”.

¿Dónde está ese “espíritu” del pueblo argentino hoy? ¿Dónde encarna? ¿En qué territorio? ¿Quedará en Ezeiza? Esa enorme puerta de salida imaginaria o real para muchos de nuestros jóvenes. ¿Quedará en el conurbano? Sustancia material en la que se corporizan los proyectos políticos de las minorías intensas que nos decía Zapata hoy, sirven para llegar al poder pero no para darnos proyectos de futuro.

¿Está en la siembra de miles de agricultores, o en los peones de las corporaciones sojeras?

¿Está en las ciudades del interior con ruido de niños en las plazas, con trajinar de bicicletas y motos y pequeños comercios que luchan contra la concentración urbana que con sus lejanas luces atrae a sus jóvenes y los dejan en proceso de extinción?

¿Está en las PYMES de todo tipo que en cualquier geografía levantan cimientos a la producción y a la esperanza?

¿Está en los libertarios que anteponen su libertad a cualquier idea de comunidad?

¿Está en los estadistas que quieren un país estado céntrico manejado por ellos y plagado de intereses pequeños que anulan el bien común?

La “Materia”, en cambio, está constituída por los átomos gobernados por la química y la física y sigue reglas naturales. La “materia” nacional son entonces las fuerzas que operan moviendo intereses materiales. Tiene una agenda fijada por el poder.

La “materia” de la Argentina de hoy, la coyuntura que nos abruma, es gestionada por el Frente de Todos, de la mano de los Fernández, Alberto y Cristina… enemistados, como buena parte de nosotros, que andamos enojados porque las cosas no son como queremos.

En tono de “espíritu” Alberto prometía gobernar con todos y para todos; en tono de “materia” usa su dedo acusador para subirse a la autosuficiencia y demostrar que estamos en el mejor de los mundos. El Rey está desnudo y no quiere que le avisen.

En tono de “espíritu” desde la oposición prometen que están preparados para gobernar, que no cometerán los mismos errores (los que ya estuvieron en el gobierno) y que no cometerán ninguno los que no ejercieron nunca el poder y creen que se trata de “soplar y hacer botellas”.

En tono de “materia” callan en sus bancas y vociferan y acusan en los canales de TV destruyendo puentes que permitirían generar acciones que alivien el dolor de muchos argentinos.

En tono de “espíritu” dirigentes empresarios se comprometen públicamente con agendas de futuro y de consenso y comprometen su esfuerzo para ello. Pero en tono de “materia” impulsan procesos inflacionarios sin pudor, en una competencia de quién gana más en medio de la crisis.

En tono de “espíritu”, los principales dirigentes gremiales adscriben a la “Causa Argentina” y se embanderan en los mejores principios para modernizar el país y generar trabajo de calidad para los argentinos. Pero en tono de “materia” buscan preservar privilegios personales o de grupo y son capaces de tirar las zancadillas más terribles a la producción y al desarrollo.

Y así podríamos seguir enunciando las contradicciones nuestras entre materia y espíritu.

Decir una cosa y hacer otra es el pan de cada día en muchos de nuestros dirigentes, y no sólo políticos, enajenándonos de aquella idea que hizo grande a la Argentina cuando éramos un “crisol de razas”, cuando ser y pensar diferente no era obstáculo para encontrar un camino común, y crecer.

Se multiplican a diario los casos de éxito colectivos e individuales en nuestra Argentina. Pero son pequeños fragmentos de un caleidoscopio que no logra fundirse en un cristal que nos permita mirar un horizonte común y construir un camino que nos lleve a todos hacia ese futuro.

Cada día está más claro que con pequeños fragmentos centrados en individuos o intereses sectoriales, no hay crisol posible. Fragmentos de materia que coinciden con el espíritu de grandeza que en algún momento caracterizó a la Argentina, a sus dirigentes y a su gente.

Están ahí, a la vista pero silenciados, la bioeconomía, que multiplica producciones y divisas; los desarrollos de bienes y servicios de base tecnológica; las organizaciones sociales que multiplican panes, ideas y soluciones… y hay más, muchos más fragmentos dispersos esperando la liga que los una.

Honrar nuestro pasado de tierra promisoria, es precisamente cumplir la promesa y construir todos y juntos un futuro mejor. Siempre es la hora señalada. Sólo hace falta una comunidad que sea capaz de reencontrar su espíritu. Ese que nos contenga a todos!

Por Jorge Arias es director del Índice de Desarrollo Democrático.