Por Martin Szmukler*
El Gobierno de Javier Milei centró todos sus esfuerzos en intentar acomodar la economía. En los números macro algo se nota: la inflación de julio fue del 1,9% y en lo que va del año acumula un 17,3%. Pero en la vida diaria de los argentinos, la historia es otra: la plata no alcanza y la gente la está pasando mal.
Durante meses, la Casa Rosada apostó todo a la estabilidad económica. Un plan que se mide en balances y estadísticas: la inflación interanual llegó al 36,6% y la línea de pobreza ya supera el millón cien mil pesos para una familia tipo. Pero la política no es un Excel: es carne y hueso, son vínculos, es la capacidad de tejer acuerdos. Y cuando la política se niega, se degrada o se reemplaza por insultos, lo que queda es un gobierno encerrado en sí mismo.
El resultado electoral del domingo en la provincia de Buenos Aires pareció ser un golpe de realidad. Después de la derrota, ahora dicen que llegó la hora de dedicarse a lo político: convocar a gobernadores, armar una mesa, abrir un canal de diálogo. Una admisión tácita de que la economía sola no alcanza, de que sin consensos no se puede gobernar.
La vida cotidiana enseña lo mismo: para organizar un asado con amigos o para planear las vacaciones en familia, alguien tiene que ceder. La política funciona igual. El problema es que los antecedentes no ayudan: se peleó con jubilados, se insultó a periodistas, se bastardeó a empresarios, se atacó a opositores y se basureó a la gente por redes sociales. Un gobierno que se decía distinto, pero que terminó replicando las peores prácticas. Si los audios filtrados y ese famoso “3%” fueran ciertos, a final, se confirma que “estos” también están más sucios que una papa.
La macro puede mostrar indicadores más prolijos, incluso dar señales de alivio. Pero sin política no hay futuro posible. Y la política no es sólo un recurso de emergencia tras una derrota: es el corazón mismo de la democracia, el arte de construir en conjunto. Porque, al final del camino, siempre —siempre— es la política, estúpido.
*Martin Szmukler – Director de NorteOnline