Las estadísticas lo ubican como héroe al presidente de Chile, Sebastián Piñera, y los invito a repasarlas: Chile tiene una población de 18 millones de habitantes aproximadamente y desde el Ministerio de Hacienda afirman que el país va a crecer un 2,6 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI), la pobreza es del 8%, la desocupación del 7%, la inflación del 2,5% y el salario mínimo, vital y móvil es de 420 dólares. El modelo económico se basa en la exportación de bienes y servicios, y un buen manejo de los recursos naturales como por ejemplo el cobre. Luego, el salmón, la celulosa y las uvas frescas son algunos de los principales productos que el país exporta además del metal rojo, según datos presentados por la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales (Direcon). El PBI per cápita pasó de ser 35% menor al de Argentina a 25% mayor en 25 años y esto se produjo debido a la apertura de mercados mientras que el Estado mejoraba la infraestructura para favorecer la actividad económica y las exportaciones.
Con la asunción de Piñera, varios economistas chilenos sostuvieron que fue este quien trajo una contrarreforma tributaria, regresiva, que benefició al sector empresarial y esto facilitó la acumulación de la riqueza. La mercantilización chilena comenzó con la dictadura y es hasta el día de hoy inclusive, un país sin educación universitaria pública y sin salud gratuita. Lo cierto es que actualmente los jubilados y los jóvenes son los más perjudicados por este modelo, son ellos quienes luchan contra las Administradoras de Fondos Previsionales privadas debido a las miserables jubilaciones que reciben y los jóvenes, quieren y deben tener el derecho a elegir dónde quieren estudiar porque son ellos los que cargan en la espalda con el enorme peso de la deuda estudiantil, percibida como una hipoteca sobre la vida post universitaria.
Así como en el primer párrafo resalté que los números lo favorecen al presidente chileno, déjenme decirles que las tarifas del subte son costosas, un pasaje está 1 dólar pero con el anuncio de la suba, el precio iba a ser de un 15% más en un país donde la inflación es de 2,5%. Básicamente, el 30% del salario se pulveriza con el gasto en transporte público. Medios chilenos creen que esto fue la gota que rebalsó el vaso. A la protesta de los jubilados, del movimiento estudiantil y de un sector de la población que reclama la redistribución del ingreso para combatir la desigualdad social, se le sumó el reclamo por el aumento en el transporte lo cual obligó al presidente- que dijo en un comunicado- “Estamos en guerra” a declarar el toque de queda en Santiago y Valparaíso y una represión feroz que dejó un saldo de 19 muertos y 500 heridos. Ayer se llevó a cabo “La marcha más grande de Chile” de manera pacífica, a la cual asistieron cerca de un millón de personas.
En síntesis, nos encontramos en un escenario que nos interpela y nos invita a reflexionar. Chile cuenta con un Estado “unitario” y concentrado, donde el problema no pasa por la economía, sino que pasa por la incapacidad e insensibilidad política para canalizar las prioridades de la gente. Pasaron 30 años desde su última dictadura y se siguen rigiendo por la misma Constitución. La gente que sale a la calle pide más oportunidades, más alivio y más inclusión: piden ser parte del modelo chileno. Estamos presenciando el comienzo de una nueva etapa.
El pueblo chileno reclama justicia social y redistribución del ingreso. El modelo chileno, por el que muchos se lavan la boca diciendo que es maravilloso, está llegando a su fin para dar protagonismo a la participación política popular e inclusiva.
Por Juan Pablo Firpo (@JuampaFirpo y Sebastián Rovira (@Sebas_Rovira) parte de Jóvenes Compromiso Urbano por Tigre.