El Presidente pide la palabra

La política en nuestro país corre a un ritmo vertiginoso, los acontecimientos se suceden poniendo a prueba el vínculo entre el gobierno y la sociedad. Hace pocos días se inició la vacunación frente a una estadística de víctimas que la pandemia mantiene constante. Enseguida  apareció la limitación en la entrega de los preparados por parte de sus fabricantes simultáneamente con el incremento de la aceptación de la vacuna y admitiendo que la de origen ruso no tiene contraindicaciones. Mezclada la política chica con la pandemia se llegó a la tontería de considerar lo ruso como soviético; y convertir a la  vacuna al comunismo, lo que generó apologías y rechazos de parte de la ciudadanía.

La escasez de las dosis estimuló la vacunación clandestina como  práctica del intercambio de favores, aprovechada por la miserabilidad humana. Obtener la vacuna y avanzar en la vacunación reeditó una pelea entre distritos de diferente signo político en el cual cada titular del ejecutivo quiere parecer el mejor de la clase. Algunos medios que tienen una clara definición política, fueron una parte interesada en mantener la disputa entre Kicillof y Larreta, en una pelea que no pasará a la historia.

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El estado de situación combina la lucha contra la pandemia, el cronograma de la vacunación y la macroeconomía. Un cóctel que transita cerca de la explosión, y que obliga al timonel del barco a navegar en medio del temporal y con un instrumental limitado.

El paralelismo en la vacunación impactó muy negativamente en una sociedad que cree muy poco en la política. En algunos casos, las justificaciones, de parte de los beneficiados, sobre lo ocurrido empeoró las cosas. Como también fue deleznable la denuncia de envenenamiento vomitada por Carrió, en una de sus repetidas y deleznables apariciones. Esto motorizó una mediocre manifestación opositora convocada por las redes, en donde se exhibieron bolsas negras simulando cadáveres con nombres de dirigentes políticos y sociales, con supina ignorancia de lo que es la historia nacional como tragedia. El error de la oposición, para beneficio del gobierno, alivianó el peso opositor de la movida.

En el escenario previo al discurso hay que considerar que la gestión presidencial estaba sometida a las interpelaciones del propio peronismo/kirchnerismo sobre la moderación de Alberto Fernández , y eso significa no ser suficientemente peronista o enérgico en el camino transformador. Entonces, desde Vicentin hasta la Hidrovía, todo es revisado y cuestionado en aras de un intervencionismo estatal más profundo que el que promete Alberto Fernández. En algunas críticas reverbera el recuerdo del IAPI y el programa del primer peronismo, que es lo que el entonces candidato del Frente quería superar. El diálogo abierto con la alta burguesía y las corporaciones genera, en algunos militantes, desconfianza y califican la mesura del Poder Ejecutivo como defección.

Otra cuestión es develar el impacto que tiene la coyuntura actual (recesión más pandemia más vacunación) en la opinión pública, la consecuencia fáctica inmediata y los efectos electorales futuros. Las encuestas muestran lo obvio, una caída significativa de la imagen de la gestión y la imagen personal del gobierno. Pero, aún estamos muy cerca del peor momento de la noticia. Se verá cómo evoluciona esta relación entre acontecimiento y opinión.

En este punto se puede diferenciar una memoria activa de una pasiva, la primera, es que frente a un incidente que puede ser dramático, se genera una huella en la memoria de tal naturaleza que pueda determinar conductas después de mucho tiempo. En cambio, la memoria pasiva, marca que la recordación de algún evento no provoca alguna conducta en referencia a lo memorizado.

Por lo tanto, hablando de los efectos de la vacunación paralela en la decisión del voto, tanto la presidencia como la gobernación de la Provincia de Buenos Aires. están haciendo grandes esfuerzos de vacunación y comunicación para amortizar el impacto. La comunicación política, tantas veces maltratada, puede servir a los fines de la recordación o su neutralización, como del olvido.

Los hechos de corrupción, su impregnación en el espacio público, varían en el tiempo y varían en los segmentos de la población, y entre los votantes oficialistas y opositores. Eso depende de varios factores: naturaleza del hecho, su vigencia en los días siguientes, su instalación en la agenda de los medios. Hoy podemos observar que en grandes medios masivos, el tema va lentamente perdiendo densidad. Cualquier vaticinio hecho ahora respecto a las elecciones legislativas considerando el factor Vacunatorio VIP, es apresurado. De movida el panperonismo sumado tiene un piso electoral superior a Juntos por el Cambio, que además se ve amenazado por las alternativas que por derecha puedan extraerle algunos sufragios.

Con este escenario llegamos al 1° de marzo, donde el Presidente leyó su discurso de apertura de una hora y media en el Parlamento Nacional. En algunos momentos pareció que era el discurso inaugural del mandato en relación a la herencia recibida, tal vez este hubiese sido más adecuado en aquella oportunidad: recibir el gobierno pero con el balance en la mano.

Se pudo observar a un Alberto Fernández que se endurece, iniciando una querella al gobierno anterior, que se suma a actuaciones judiciales; algunas ya realizadas y terminadas. Fue un discurso de afirmación presidencial, poniendo el acento en lo resolutivo. Se hizo un exhaustivo informe sobre lo hecho y sobre la agenda futura. Planteó dos frentes difíciles, uno el judicial que abarca desde la reforma y el cuestionamiento a la Corte Suprema, y el otro sobre el préstamo de 44 mil millones dólares al gobierno de Macri que se fugaron.

Del punto de vista político, se abren espacios de conflicto cuyo resultado es impredecible y no se observa con claridad la resolución política. No es fácil, en ningún país, enfrentar a la institución encargada de la Justicia, a la que se agrega en general una buena porción de la corporación, y no es fácil lograr castigo a los que recibieron y dilapidaron el superpréstamo del FMI. El organismo está efectuando una investigación debido a que se ha violentado su propio Estatuto por pedido de Trump, para favorecer a un mal alumno como Macri.

Otras consideraciones sobre el discurso nos remiten a poder analizar la sustancia política de la alocución. No hay dudas de que Alberto Fernández ha girado sobre su perfil inicial (la moderación, la avenida del medio), para ir adoptando un contorno más kirchnerista, apoyándose en el ala más fuerte de la coalición. Considerando las condiciones actuales de la alianza gobernante, la fracción mayoritaria conducida por CFK es la única que avanza en la política.

62 fotos de la apertura del período 139 de sesiones ordinarias en el Congreso - Infobae

Crece subrayando su filosofía política implícita, que sostiene al conflicto como el motor de la historia. El conflicto entre un nosotros y un ellos que marca el campo de Marte y en el que el kirchnerismo se destaca, incluso dentro del mismo Frente, como quien expresa las demandas sociales con mayor convicción que Massa o los gobernadores. Además, se mantiene enlazado con el progresismo que comparte la línea K y reconoce la dirección de la Vicepresidenta.

Seguramente, la percepción de la realidad circundante y el estado de su propio poder, generó esta decisión presidencial sobre los espacios que Alberto Fernández presentó con un tono enfático, frente a una Cristina complacida, en esta oportunidad, sobre la escena que se desarrollaba frente a sus ojos.  

Puede ser que esta alocución presidencial sea la primera etapa de un escalamiento estratégico que incluye a la próxima elección intermedia que permita ampliar las ventajas legislativas y contar con más fuerza sobre las reformas que vendrán, y que con la fuerza que se tiene no alcanza.

Los ejecutivos provinciales del peronismo consideran, a esta altura, que se está perdiendo una oportunidad para consolidar una fracción no K liderada por Alberto Fernández. Y los más cercanos, que estaban entusiasmados con el albertismo, ven cómo se va diluyendo la idea. Massa mantiene una posición de esfinge, mientras negocia en bambalinas su futuro con La Cámpora, que para él y su esposa no es otro que la presidencia. ¿Será que la línea más dura del peronismo considera que necesita un moderado con buena relación con el poder fáctico para gobernar?

En el desarrollo discursivo, el Presidente marcó claramente los territorios y distribuyó e identificó a los adversarios, que en los canales de las redes se convierten en enemigos. Distinguió el espacio propio, que es peronista y no socialdemócrata, y señaló a la oposición como antiperonista y belicista. Focalizó su modo denunciativo en el Poder Judicial, y en particular en los Ministros de la Corte, como una rémora privilegiada. Hay que considerar que es un oponente que integra en forma jerarquizada al orden jurídico-político nacional y, por lo tanto, difícil de perforar su armadura. El gobierno debe saber que con estos aprontes han puesto a la corporación judicial en estado de alerta.

Con el proyecto de una bicameral de control del Poder Judicial, diligenciada por Massa, se roza la inconstitucionalidad, lo que podría ser la construcción de un callejón sin salida. Parrilli, ya empezó a edificarlo; y Losardo deslizó su reflexión sobre el Estado de Derecho desalojando la intentona de abordaje. La verdad es que hoy no sabemos bien si esa Comisión va a funcionar y qué va hacer finalmente en un Congreso que tiene congelada la reforma judicial desde agosto del 2020.

La política nacional hoy está fuertemente condicionada por  la emergencia socioeconómica, y  la amenaza de un rebrote pandémico. Una mayor velocidad en la vacunación generaría una disminución de la demanda social y un significativo rebote de la economía sería aliviador del malhumor colectivo.

La palabra presidencial alineándose con el kirchnerismo implica ratificar la vigencia de la polarización peronismo vs antiperonismo. Con ausencia de avenida del medio y renunciando a seducir al no peronismo, subiendo al ring al oponente preferido, Mauricio Macri, quien está todavía ligado en la recordación colectiva con el rotundo fracaso de su gobierno.  

Medidas aisladas como la disminución del impuesto a las ganancias apuntan a pescar votos de la clase media. Son políticas necesarias pero no suficientes.  En cambio, si hubiera un shock de recuperación podrían capturarse votos fuera de la propia laguna para avalar la gestión, aunque no se avale a la dirigencia.

La contradicción histórica entre peronismo/antiperonismo seguirá dibujando una grieta entre argentinos; y condiciona a los distintos espacios de la política a subordinarse a este eje. Nos sigue pareciendo que esto limita la política y no la amplía en relación a un frente nacional basado en las organizaciones sociales y los partidos políticos. La dicotomía sectoriza a grupos sociales que sacrifican la lucha por sus intereses en lo económico y social, para subordinarse a una contradicción que no garantiza una victoria final sobre el poder fáctico.

Ser peronista, per se, no asegura ninguna revolución ni reforma. Desde el peronismo se puede impulsar el progresismo o el conservadorismo patriarcal. Ahora, ser peronista dentro de una convergencia múltiple entre la identidad de intereses y luchas por el desarrollo humano, eso no solo es posible sino necesario. El peronismo, por su historia, es el que debe ser el motor de la convergencia de hombres y mujeres que puedan provenir, inclusive, por afuera del movimiento.

Un buen ejemplo de lo que decimos es el amplio movimiento cooperativo y mutualista, que tiene objetivos estratégicos y constituyen una alternativa productiva y de empleo. Detrás de los objetivos de este sector se alinean tradiciones distintas dentro de un espacio que es más ancho que el protagonismo peronista. Si el peronismo es el principal eje del Frente queda incluido pero no necesita excluir a otro que provenga de otras militancias.  

El acontecimiento de la confitería Nino el 21 de noviembre de 1972 convocada por Perón, es un símbolo que constituye aún hoy una acción adelantada a la historia. Nuestro problema político central, además de la repetición de enfermedades macroeconómicas, es que no podemos conformar una mesa como aquella.

Está claro que el Gobierno avanza con voluntad de lucha. Tiene ante sí varios frentes abiertos con sus riesgos, y nos indicó que depende de sí mismo más que los proyectados consensos que figuraban en los inicios del gobierno.

El Presidente ha pedido la palabra; y ha hablado: ahora será la inevitable realidad la que lo confirme o desmienta.

Por Ricardo Rouvier – Titular de R.Rouvier & Asociados – miembro de Fundación Comunidad Organizada

Publicado originalmente en La Tecla Eñe