El estrés y la angustia, el teletrabajo, la falta de actividad física y el uso de la comida para bajar la ansiedad, han sido factores determinantes en el aumento de peso.
Este largo encierro ha tenido como denominador común la ingesta de productos poco saludables, un estilo de vida sedentario o la falta de actividad física, lo que se traduce en un aumento de peso.
Las encuestas realizadas por PronoKal Group coinciden en sus conclusiones sobre los efectos de la cuarentena: una media de tres kilos más en dos meses.
Comer entre horas, un estilo de vida sedentaria, los continuos viajes a la heladera y la reducida actividad física son la combinación perfecta para engordar, afirman desde Pronokal Group, empresa especializada en tratamientos para la pérdida de peso.
El encierro continuado puede ser complicado, derivando en la ansiedad por la comida lo que se conoce técnicamente como “craving”, un hábito con carga emocional que induce a comer entre horas, pero que con pautas simples puede combatirse, logrando beneficios tanto anímicos como nutricionales.
Buenos alimentos
El ‘craving’ podría traducirse en las ganas de comer alimentos ricos en hidratos de carbono y grasas, que son los dos grupos de alimentos a los que se recurre al tener ansiedad explican los especialistas de PronoKal Group. Se trata de un fenómeno con una alta carga emocional y psicológica, puesto que está estrechamente ligado con los estados de ánimo y es, además, algo que todos experimentamos en mayor o menor medida, y que, en ocasiones como esta en la que nos encontramos en aislamiento, es muchísimo mayor, detallan los especialistas.
Uno de los principales problemas de la ansiedad es que se usa la comida para saciarla, y de esta forma lo único que se consigue es ganar peso y reducir nuestra salud, explica la Lic. Florencia Borrell de PronoKal Group.
Lo mismo ocurre con el estrés, se recurre a la alimentación, que tiende a ser ultra procesada ya que contienen azúcares refinados y conservantes que producen una falsa sensación de felicidad en el cerebro y que no aportan los nutrientes necesarios para el cuerpo.
Para combatirlo, señalan dos alternativas claves, que se complementan y funcionan mejor si se llevan a cabo juntas, en la medida de lo posible. Por una parte está la actividad física; cuando el músculo se activa libera mioquinas, unas moléculas relacionadas con la activación de los neurotransmisores encargados de modificar la conducta ligada al consumo de alimentos. Por tanto, realizar ejercicio físico, en especial todo el que suponga activación muscular se convierte en un pilar fundamental; aunque sea en el living de casa, realizar ejercicios musculares es muy importante, detallan los expertos. Por otro lado, se encuentra la educación en la parte emocional, en el que son útiles herramientas como el “coaching nutricional”, que enseña a dirigir la atención plena en los momentos de alimentarse para alejar de forma racional las ganas de comer.
3 ó 5 comidas diarias
Otro de los aspectos que es importante mantener, en especial durante estos días de cuarentena es realizar tres o cinco comidas diarias, evitando picar entre horas y acumular por tanto calorías vacías,
que son aquellas que no se queman y se convierten en grasas. Si durante estos días por el hecho de estar en casa nos saltamos alguna comida, tendremos más hambre, y por tanto ansiedad por comer alimentos más calóricos, por eso es importante no ayunar, a pesar de la falta de hambre en algunos momentos del día.
Respecto a las cantidades de las comidas, los especialistas de PronoKal Group hacen hincapié en la importancia de tratar de comer alimentos menos calóricos, y aumentar la ingesta de vegetales y proteínas.
Además, señalan que este periodo de aislamiento puede ser un buen momento para cambiar la composición corporal, manteniendo la masa muscular y reduciendo las grasas.
A la realización de este cambio contribuye de forma directa la ausencia del “entorno social”, protagonizado por eventos como comidas de empresa y reuniones de amigos y familiares con la comida como núcleo central en restaurantes y bares, uno de los puntos “que más suele costar superar” cuando se realizan dietas.
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