El movimiento inmortalizado – La renovación del peronismo

Por Matias Dearmas

Son pocos los últimos suspiros que marcan a fuego la historia. Quienes aún logran invocar en sus mentes aquel día, lo recuerdan con los sentimientos más variados. Pero todos son capaces de reconocer una realidad en común; una nación conoció el más profundo luto por la partida de su máxima figura. Muchos creían imposible la mortalidad del constructor y conductor del movimiento nacional más trascendente de nuestras tierras, aquel que logró llevar dignidad a los hogares y los corazones de los trabajadores del pueblo argentino. Las banderas que había enarbolado Perón y sus mandatos para el futuro de la patria se volvieron simplemente inmortales en la consciencia colectiva y popular. Las grandes mayorías representadas por el peronismo habían adquirido los derechos conquistados como principios inclaudicables para la sociedad que significaba la Argentina luego del liderazgo de Perón.

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Posterior a la muerte de su conductor, el peronismo supo atravesar hasta el presente las caóticas tempestades de una época marcada por la violencia y el antiperonismo. Incluso ante los permanentes intentos de borrar o prohibir toda influencia del justicialismo y su fundador en el pueblo, el movimiento sostuvo los estandartes de la soberanía, el desarrollo y la justicia social como requisitos fundamentales para la construcción de la grandeza de la nación. Este nivel de convicciones e ideales sostuvieron la representación de mayorías que mantuvieron vivas las llamas nacidas un 17 de Octubre de 1945.

Pero la figura de Perón trascendió su mandato principalmente por su capacidad de interpretar los deseos y necesidades más profundos de la sociedad, entendiendo como nadie los contextos y las épocas con todo lo que ello implicaba. En una era donde las revoluciones industriales sumado a las guerras mundiales habían aumentado exponencialmente la desigualdad entre clases, los trabajadores habían encontrado en el justicialismo una doctrina profundamente práctica que verdaderamente contenía la capacidad de dignificar sus vidas mediante el trabajo, dando valor a su lugar vertebral en la columna productiva de la nación. Perón había despertado en sus corazones una causa, la cual era la suya propia, la de la clase trabajadora. Todo esto, en un momento donde los derechos laborales aún eran una lucha por ganar. Sin ir más lejos, el peronismo nace y se sostiene por la capacidad de su conductor de traducir en realidades las voces que emanan de las voluntades colectivas. En sus palabras; “Llevo en mis oídos la más maravillosa música, que es la voz del pueblo argentino.”

A cincuenta años de su paso a la inmortalidad, el movimiento se enfrenta al desafío de volver a interpretar la voz del pueblo argentino como en aquel entonces. Se vuelve fundamental, para la revitalización del peronismo, comprender con certeza y sostener con fortaleza los valores que debe llevar cual estandarte si pretende despertar en las mayorías el sentido de representación en una actualidad condicionada por quienes creen necesario prescindir de los principales enunciados de la doctrina; Independencia economica, soberanía política y justicia social. Estos pilares deben ser el punto de partida para los nuevos valores de la época como el cuidado del medio ambiente, desarrollo humano, educación gratuita y de calidad, igualdad de género. Todos ellos, por comprensión historica, deben ser integrados en el ideario del peronismo.

Esta resignificación del movimiento no puede ser producto de una politica estatica; La virtud de la militancia peronista siempre ha sido y siempre debe ser su capacidad de reflejar la movilidad social ascendente. Así como en sus inicios demostró que en la práctica un hijo de obrero era tan competente para pensar la política como cualquier hijo de la élite, hoy más que nunca la renovación constante debe ser una de sus banderas. Renovar, no solo en sus bases invitando a transformar la realidad a todo ciudadano que sienta el llamado, sino en su dirigencia. Resulta en un requisito imprescindible para lograr comprender las voces de un pueblo a través de sus generaciones, en un mundo donde la juventud busca ser el motor de transformaciones que resuelva los problemas del presente, a causa de ya no poder esperar a un futuro cada vez más incierto.