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El ISEPCi se suma al Plan “Argentina contra el hambre”

Para el mes de agosto de 2011 el INDEC anunciaba que el valor de los productos que componen la Canasta Básica de Alimentos (CBA) para que una familia de dos adultos/as y dos niños/as pueda alimentarse adecuadamente durante un mes, era de $609,56; mientras que el da la Canasta Básica Total (CBT) llegaba a los $1347,33.

Desde el ISEPCi -que en el mes anterior había empezado a publicar el Índice Barrial de Precios (IBP)- decíamos que dichos valores ascendían respectivamente a $1159,42 y $2562,32[1] o sea una diferencia de más del doble con la Canasta de Alimentos del INDEC, y casi la misma diferencia en la Canasta Básica Total.

En la continuidad de nuestros relevamientos, cuatro años más tarde, en diciembre de 2015 el valor de la CBA ya era de $3783,05; por su lado la CBT ascendía a $8582,52, manteniendo gran distancia de los disminuidos  valores  que publicaba el INDEC.

Como consecuencia de estas diferencias en los montos de las Canastas Básicas, en ese período la discrepancia más importante con las cifras del Instituto Oficial, radicaban en las mediciones de los porcentajes de pobreza e indigencia que había en nuestro país.

Según los cálculos del ISEPCi en diciembre de 2011 la pobreza abarcaba al 24,2% de la población, y cuatro años después, en diciembre de 2015, llegaba al 26,7%. La indigencia  era de 4,6% en 2011 y 5,5% en 2015[2]. El INDEC afirmaba que en 2015 la pobreza se ubicaba en menos del 10% y la indigencia casi había desaparecido. Todo este bagaje de datos polémicos publicados permanentemente por el ISEPCi llevaba al oficialismo de entonces, a ubicarnos como instrumento de la derecha.

Sólo entre noviembre y diciembre de 2015 los aumentos de los precios de los alimentos y de los productos de la Canasta Básica Total alcanzaron a un 14%, marcando el inicio de una carrera que, devaluación y quita de retenciones mediante, elevó a más del 40% la inflación en todo el 2016. Sin incrementos equivalentes en salarios, jubilaciones y asignaciones sociales, desde enero de 2016 denunciamos que se venía un avance de la indigencia, la pobreza, y la reaparición masiva de la ominosa presencia del hambre entre los sectores de menores ingresos. Mientras tanto fuimos aportando datos y cifras concretas que probaban esta denuncia,  acompañamos la lucha de los Movimientos Sociales que reclamaban la declaración de la Emergencia Social, que finalmente se concretó hacia fines de ese año.

El relevamiento para la Detección Precoz de Malnutrición que ya veníamos haciendo desde años atrás, mediante las Redes Barriales de Vigilancia Nutricional, en niños/as y adolescentes de 0 a 19 años, fue dando resultados que daban cuenta de la extensión y profundización de la malnutrición en esa franja etaria entre los sectores de menores ingresos. En articulación con los Movimientos Sociales el trabajo de pesar y medir a miles de niños/as y adolescentes en los barrios populares de varias provincias, fue arrojando resultados cada vez alarmantes.

En el último relevamiento realizado durante el primer semestre del corriente año, se pesaron y midieron 25 mil niños/as y adolescentes en catorce provincias.[3] El resultado da un 43,34% de malnutridos/as entre los 2 y 19 años (21,07% con sobrepeso, 20,43% con obesidad, y 1,84% bajo peso). Quizás más preocupante es que se detectó un 29,46% de malnutrición en lactantes de 0 a 2 años (3,37% en bajo peso, 12,71% con sobrepeso y 13,42% con obesidad). Las consecuencias para los sectores más vulnerables, de la pérdida de miles empleos informales, combinada con la indetenible carrera ascendente de los precios de los productos esenciales para una alimentación saludable, están a la vista del país.

Aunque los datos que fuimos produciendo desde 2011 en adelante fueron siempre claros y contundentes, los seguidores del gobierno de Macri no se privaron de tildarnos de “kirchneristas”, “populistas” y similares, que para el caso en sí mismos ni son malos o buenos. ni descalifican la información que aportamos.

Días después del triunfo electoral de Alberto Fernández en las presidenciales de octubre, Daniel Arroyo –principal candidato a ser su Ministro de Desarrollo Social- nos convocó a participar en una las principales campañas que el próximo gobierno va encarar: La lucha contra el hambre en la Argentina. Junto al Observatorio la Deuda Social de la UCA que encabeza Agustín Salvia, y la Fundación INECO de Facundo Manes deberíamos constituir un Observatorio  que monitoreara en tiempo real el impacto de las políticas oficiales contra el hambre. No dudamos en responder afirmativamente. El pasado viernes 16 estuvimos en su virtual lanzamiento encabezado por Alberto Fernández y Daniel Arroyo, con la asistencia de un muy amplio espectro de sectores políticos y sociales.

Más allá de los anuncios positivos del presidente electo, de la buena explicación detallada y convincente de Daniel Arroyo sobre los planes integrales que se pondrán en marcha, nos parece sumamente auspicioso que se convoque para evaluar el impacto de las políticas públicas en un área tan sensible y difícil de abordar, a institutos de investigación como el ISEPCi, el Observatorio de la UCA, y la Fundación INECO, que sin ninguna duda van a informar sin concesiones los resultados de los relevamientos que iremos realizando. La trayectoria de cada uno de nosotros durante los últimos años es clara demostración que así será, lo que es una primera muestra de la seriedad de las intenciones con que el próximo gobierno, encarará este aspecto de su gestión.

Por Isaac Rudnik y Oscar Hurtado

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