El Grito Fundacional

La Revolución de Mayo podría ser entendida como el puntapié inicial del proceso histórico que tuvo lugar a comienzos del siglo XIX para comprender la formación de la Nación Argentina.

A partir de ese episodio concreto, podemos decir, que fue clave para entender las discusiones venideras – y las luchas también- para definir el modelo de país que dejaba el pasado colonial español y entraba a la modernidad encarada por el iluminismo y las ideas liberales de su tiempo, expandida a través de los sucedido con la revolución francesa y la posteriores guerras napoleónicas.

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Sin embargo, a pesar de compartir un sistema colonial en común, la región carecía de una unicidad que uno pudiera definir precisamente. Mientras Buenos Aires, era reconocida como un puerto comercial austral, los centros urbanos del norte, justamente le daban la espalda. Asimismo, otras urbes dentro del mismísimo Virreinato del Rio de la Plata, tenían sus propios intereses y sus propios movimientos independentistas, ya que la homogeneidad no era tal como la proclamaron los padres de la emancipación latinoamericana y que se vería fehacientemente en las décadas posteriores.

Dicho esto, las jornadas de mayo presuponían un cambio en la conciencia criolla que fue deviniendo en la percepción de ciudadanía plena. Al ocaso del dominio de la corona española, y su imposibilidad de gobernar, la clase criolla comerciante, fue la encargada de emancipar al Virreinato, arrogándose en su nombre a toda la población. Estas diferencias entre territorio, forma de gobierno,  productividad económica y de relaciones sociales, son las que traerán las guerras civiles que azotaran la década siguiente. Sin embargo, entre lo más destacable de este hito patriótico, es, a mi entender, que fue –aunque sea por un momento- una sola voz con ansias de libertad.  El grito fundacional.  

El valor de aquellos patriotas y del naciente pueblo argentino que emprendieron la titánica empresa de construir en un territorio desértico lleno de carencias, desigualdades y necesidades una nación. Imaginemos la cantidad de innumerables desafíos e inconvenientes que se le presentaban a cada paso. El sufrimiento de hombres y mujeres con las limitaciones de la era histórica que les tocó vivir. Cómo no tomar de nuestros fundadores la responsabilidad y el coraje para afrontar con orgullo y pasión la solución a las dificultades actuales.

Sin duda, es necesario, en estos tiempos pandémicos, tener clara la idea de unidad, y recordar que por un momento, la historia nos da las condiciones para que todos sin distinción podamos aportar y salir adelante. Nuestra nación, unida, ha logrado grandes cosas. Nunca es tarde para tenerlo presente.

Por Rodrigo Molinos – Concejal FR Todos Tigre