El fruto de un encuentro

El pasado 27 de marzo un grupo de personas judías, católicas y musulmanas hemos tenido el privilegio de participar de un maravilloso encuentro interreligioso.

 

Muchas veces vemos noticias que duelen, indignan y frustran,  ¿pero qué hacemos con eso?

brickel

¿Por qué el ser de diferentes pueblos o religiones es un motivo que pueda incitar a la violencia entre las personas? Si en el fondo todos buscamos la paz.

El pasado 27 de marzo un grupo de personas judías, católicas y musulmanas hemos tenido el privilegio de participar de un maravilloso encuentro interreligioso.

Quienes asistimos creemos que las diversidades son riquezas que se confirman recíprocamente. Y porque necesitamos buscar espacios para hacer crecer esa magia que nace cuando nos conectamos con los “hermanos” de los otros pueblos. Sentimos que vale la pena no quedarse en la angustia, la indiferencia, la comodidad o en el pensar que los otros se van a ocupar.

Porque nos emocionamos cuando vemos todo lo común que tenemos y anhelamos. Porque nos parece pobre y vacío quedarnos en nuestra cotidianidad sabiendo que hay mucho más allá de nuestras costumbres e ideas. Nos impera a accionar en este camino.

Por eso nos hemos dado cita personas de la Comunidad judía Bet El con su Rabina Silvina Chemen, de la Fundación para el Diálogo Intercultural Alba con su presidenta Nancy Falcón junto a dos entrañables amigas musulmanas de esa comunidad y algunos miembros del Movimiento de los Focolares, de origen católico.

Fue un encuentro de amistad, de presencia abierta en el cual tuvimos la oportunidad de compartir algunas noticias del ámbito del Movimiento de los Focolares. En el mismo nos mostraron una filmación en la ciudad de Jerusalén, con su riqueza multicultural y sus desafíos y en ella, personas de las tres religiones inspiradas en la certeza de que la paz es el fruto del encuentro y el trabajo compartido desde el reconocimiento de valores profundos de nuestras espiritualidades.

Algunos de los participantes del encuentro fueron entrevistados manifestando diversas opiniones.

Un cura sostuvo su creencia de que no es casualidad que estemos juntos teniendo que convivir en un mismo lugar. “Es adrede porque de ello debemos tomar muchas enseñanzas”, decía “para aprender a convivir y  enriquecernos en las diferencias”.

Un musulmán refirió que primero tuvo que ponerse en el lugar del otro para entenderlo y aceptarlo y esperaba que ese otro haga lo mismo por él. Que solo así podrían entenderse y convivir con respeto, sabiendo las necesidades del otro y respetándolas y agregó qué no era fácil, pero que era la única forma posible para alcanzarlo.

Una directora árabe católica de escuela relató que trabajaba en equipo con un director árabe musulmán de otra escuela y que hacían actividades en común entre ambas instituciones.
Una joven mamá judía de Jerusalén, compartiendo su experiencia de diálogo interreligioso expresó: “La paz llegará un día, creo que el diálogo significa mantener el fuego encendido, mantener viva la paz, así cuando llegue el momento sabremos qué hacer con ella. Nuestros hijos sabrán”.

Al compartir experiencias luego in situ, las participantes musulmanas del encuentro comentaban que, al llegar a Argentina, al rezar en una iglesia sentían la misma sensación que al rezar en su país natal. Porque percibían con la misma intensidad la fuerza divina.

Por último, recibimos la noticia de que, como fruto de muchos años de diálogo y amistad, se iniciará en Jerusalén, como propuesta del Movimiento de los Focolares,  y tal como anhelaba Chiara Lubich (1), la construcción de un Centro para el encuentro y la paz entre todas las religiones. Será un lugar de diálogo y celebración de lo que nuestras espiritualidades ofrecen para fortalecer proyectos de acción hacia la paz.

Como conclusión del encuentro pudimos experimentar que nuestra esencia es la misma, que tenemos las mismas necesidades y deseos y que precisamos la comprensión mutua. Lo que nos une es que todos estemos abiertos a la idea de vivir juntos y que la experiencia que se está dando en la educación de jóvenes, oración y trabajo por la paz, son acciones cotidianas que van preparando una ciudad luminosa para honrar la fe,  toda fe, que es el alma de todas las religiones.

Cada uno de nosotros podemos aportar luz y tender puentes, buscar y encontrar conexiones entre los “hermanos”. Al fin y al cabo somos la parte que complementa al otro y viceversa. Sólo un puente puede unir montañas u orillas, solo puentes de palabras y gestos, de acciones compartidas fortalecerán la proximidad de nuestras orillas ricas de cultura y dones que transitarán en nuestros corazones enriquecidos por nuevos paisajes humanos.

Y después del maravilloso encuentro me hacía todo el sentido la conocida frase de John Lennon: “tu dirás que soy un soñador, pero no soy el único. Anhelo que un día te nos unas y el mundo será uno”. (2)

Por Verónica Rosin
Colaboración: Cecilia Di Lascio

(1) Chiara Lubich, fundadora y presidenta del Movimiento de los Focolares. (Trento, Italia 22/01/1920 – 14/03/2008)
(2) Imagine – Jhon Lenon.