El dolor de las diferencias

Los invito a reflexionar esta afirmación hecha tanto por Santilli y Quirós, vice jefe de gobierno y ministro de salud de la CABA, ambos del pro. “Si los casos de covid no bajan vamos a tener que tomar medidas de restricción”. Como en el viejo juego de las diferencias, una tira de un diario en la que había que identificar entre dibujos iguales, las sutiles diferencias que lo hacían distintos, les propongo pensar sobre sobre los dichos de ambos funcionarios.

¿Es lo mismo decir “si no bajan los casos vamos a tomar medidas restrictivas? que “Vamos a tomar medidas restrictivas para que bajen los casos“? Cada uno de los agentes de estas afirmaciones revela tanto la concepción del problema como su estrategia para resolverlo.

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A- En la primera afirmación, fundamentalmente a la luz de lo que ya sabemos del aumento de casos de covid 19, y su dinámica particular, hay una suerte de acción de espera que desconoce, o pretende desconocer intencionalmente, cuál es el comportamiento del virus y las condiciones de su propagación.

Pareciese que su evolución dependiera del capricho del virus que se “movería” de tal modo que la clave para su eliminación radica en encontrar su plan de ataque. El virus va a buscar a las víctimas. No importa si estas se mueven o no, si se quedan quietas o deambulan, si se amontonan o se dispersan. Se lo supone con movilidad propia. Y con una inteligencia tal que no depende de las circunstancias del medio ni de su estrategia para sobrevivir.

Que Santilli no sepa que los virus no se mueven vaya y pase no proviene de las ciencias de la salud aunque como funcionario debería; pero que el Dr. Quiros, médico de profesión y miembro de la comisión directiva de un hospital privado no lo sepa…??!!

¡¡¿¿Que no sepa que no son organismos vivos y que requieren de un huésped para trasladarse…??!! ¡¡¿¿Que los que se trasladan son las personas y con ellos los virus…??!!

A”- La segunda afirmación puede perfectamente ubicarse en una concepción opuesta de la primera y tiene como principales protagonistas a la administración nacional y a las provinciales que están en sintonía con las decisiones del Ejecutivo nacional conocen y obran en consecuencia, que los virus no se mueven y que limitar su propagación es evitar que los ciudadanos se muevan.

Digo también que las estrategias que suponen estas dos maneras de concebir el problema, revela el valor que se le da al sujeto a cuidar, y la ética en la que se inscribe al Estado en su obligación de garantizar el cuidado de la salud de las personas.

En el primer caso el sujeto esta inerme, sometido al capricho de una entidad ante la cual no se puede esperar nada más que, en algún momento, detenga o aminore su capacidad de expandirse y producir daño. Que se “apiade” y baje su violencia. Como esperar de Ghengis Khan, que detenga su marcha arrolladora en pos de la conquista de los territorios de los turcomanos y tenga misericordia de los pueblos arrasados.

En el segundo, el sujeto es concebido como necesariamente protagonista, y depende de su acción de un modo significativo en la solución del problema.

En la versión de la CABA y su equipo de asesores profesionales ese sujeto es entendido como objeto del hacer del otro, pasivo, tanto del saber del virus para dañar, como del saber de los que dicen que hay que esperar, porque, concebido como dependiente en estas nuevas formas de esclavitud, se lo conmina a no saber. Y es inútil privarlo de sus goces habituales, justamente porque no puede hacer nada, porque no puede saber cómo. El cómo es propiedad del amo.

En la versión del ejecutivo nacional y sus asesores científicos, el sujeto es un sujeto activo que se reconoce como tal y sin el cual toda acción estatal se vuelve inútil y/o ineficaz. Es propietario de su derecho a decidir y participar y su decisión inclina la balanza de las respuestas.

Pero si creyésemos que esto es el resultado de dos posiciones científicas que debaten sobre el mejor hacer, estaríamos errándole al “vizcachaso“.

Es el resultado de dos posiciones políticas que piensan a la ciencia, al sujeto y al Estado desde dimensiones éticas y políticas diametralmente opuestas, y que recurren a su concepción particular del saber para resolver.

Lo que queda cada vez más claro en este juego de las diferencias es que, en el hacer y el saber de los representantes del odio, lo menos que se puede decir de ello es que hay deshonestidad y falta de ética profesional para su desempeño durante este tiempo de pandemia.

Si todo lo que dije respecto del comportamiento de los virus no lo sabe Quiros y su entorno entonces que renuncien y se responsabilicen por los muertos por su ignorancia.

Pero creo firmemente que saben, y que por ello debieran renunciar y ser juzgado por su delito.

Por Carlos Alberto Herbón  –  Agrupación Sudeste – otoño 2021