El desembarco de Normandía. Principio del fin del fascismo

La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) fue una trágica consecuencia de la crisis del liberalismo político y económico europeo. La crisis financiera del 1929 dio origen a una novedosa forma de gobierno: El fascismo. Éste se miraba en el espejo de la antigua Roma (gran parte de la simbología nazi y fascista italiana se inspiró en ella) donde los Césares gobernaban sin control acompañados de un Senado obsoleto y servil. El fascismo estaba destinado a dar bienestar al pueblo, a cambio de su bien más preciado, la libertad. Los pueblos tuvieron que aceptarlo, ya que el caudillo los iba a proteger de todos los males. La economía iba a dejar de ser capitalista para estar organizada por el gobierno, quien también se haría cargo de la política. La salud y la educación era brindada por un Líder que tenia todo organizado para darle felicidad al pueblo. La sociedad resignó su libertad y sus derechos por el bien común. Los partidos políticos fueron neutralizados y la prensa controlada; había un enemigo que quería destruir todo lo conseguido. Había que combatirlo y aniquilarlo. Los líderes fascistas exaltaban el nacionalismo a base de falsas acusaciones y enemigos imaginarios, que terminó desencadenando  una guerra sangrienta que dejó 60.000.000 de muertos. ¿Quiénes fueron los fascistas? Fueron aquellos integrantes y simpatizantes de las ideas del Partido Nacional Fascista de Benito Mussolini (Italia), del Partido Nacionalsocialista de Adolf Hitler (Alemania) y la Falange española de Francisco Franco. El FÜhrer austríaco se unió al Duce italiano y al emperador japonés para llevar adelante un plan expansionista. El generalísimo Franco se mantuvo neutral pero colaboró con los nazis. Los Aliados (EE.UU, Inglaterra, Francia y la URSS) combatían con todo lo que tenían, pero nada lograba vencer las defensas europeas Nazis.

6 de junio de 1944: Desembarco en Normandía

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La última carta era un desembarco coordinado en una zona poco protegida en la costa francesa. Unos 156.000 soldados, 11.000 aviones y 7.000 barcos de EE.UU, Inglaterra y Canadá desembarcaron en las playas de Normandia. El famoso Dia D fue el principio del fin del fascismo, ya que los aliados pudieron entrar en territorio nazi y, con la colaboración comunista en el frente oriental, sellaron la suerte de Hitler y Mussolini. La democracia liberal y capitalista triunfa y con ella los pueblos  vuelven a tener libertades y derechos, en especial se consolida como algo inalienable el respeto a los derechos humanos, menos en la URSS que la dictadura comunista sigue oprimiendo al pueblo ruso hasta 1989.

¿Se terminó el fascismo con el triunfo aliado? Humberto Eco dijo que “hay un fascismo eterno que puede disfrazarse con ropajes diferentes”. Hace un par de años se puede observar, especialmente en Europa, un resurgimiento de grupos neofascistas que atacan los principios democráticos y a los poderes representativos. Estos grupos vuelven a criticar al capitalismo (que por cierto es un sistema imperfecto y dista mucho de ser solidario) y buscar enemigos a quien culpar de todos los males, dando origen a movimientos xenófobos.

Pandemia, totalitarismo y libertad

En épocas de crisis mundial como la que estamos viviendo, tener actitudes de carácter totalitario puede ser una tentación por parte de muchos gobernantes. Otra vez nos están dando a elegir entre “la salud y la libertad” poniendo a esta última como un bien no tan importante para el pueblo (igual que los fascistas de antaño). En nuestro país, con la excusa de la pandemia, hay dos poderes del estado (Poder Legislativo y Poder Judicial) que no están funcionando como deberían. El Ministerio de Seguridad de la Nación con el ciberpatrullaje quiere controlar el contenido de las redes sociales. Alcaldes que denuncian a sus  vecinos que se manifiestan pacíficamente y el artículo 14 de la Constitución Nacional (denominada Ley de Leyes) que no está siendo aplicado en su totalidad. Seguramente muchos no conocen el contenido de este artículo, así que se los voy a transcribir: Artículo 14: “Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber: de trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de peticionar a las autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino, de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de su propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su culto; de enseñar y aprender”.

   Voces oficialistas nos dicen que estamos en una guerra. Mentira. El gobierno ya intentó “malvinizar” la pandemia con un programa de TV que recaudó $ 88.000.000, un poco más  que lo que costó el festival K del 10 de diciembre pasado en la Plaza de Mayo ($ 60.000.000) y que el rating no acompañó. La pandemia se combate con mas política, participación y estadistas, y con menos chicanas y politiquería barata y sin sentido. Hoy más que nunca el gobierno debe ser controlado institucionalmente  por el Congreso y la Justicia. No es función gubernamental la administración de la libertad, ésta nos pertenece por derecho. Cabe aclarar que estoy de acuerdo (y cumpliendo) con la cuarentena epidemiológica. Quiero cerrar este artículo con el pensamiento de un muchacho, José  de Corrientes, que algo sabía sobre la libertad : “Si somos libres, todo nos sobra (…) hace más ruido un hombre gritando que cien mil que están callados (…) en pelotas pero libres”.

Por Mariano José Visoso- El autor es profesor de Historia, Lic. en gestión educativa y Consejero Escolar de Tigre Juntos por el Cambio