Por Augusto Briceño*
El 17 de octubre de 1945 no fue simplemente una fecha más en el calendario argentino. Fue el inicio de un nuevo país, uno basado en la justicia social, la inclusión y la dignidad. Un país que comenzó bajo la conducción de dos líderes fundamentales: Juan Domingo Perón y Eva Perón. Juntos, marcaron a fuego la historia del pueblo, generando un empoderamiento sin precedentes, donde los más humildes se sintieron protagonistas de su propio destino.
Durante casi una década, el peronismo puro consolidó los derechos de los trabajadores y estableció políticas que transformaron la realidad social y económica de Argentina. Sin embargo, esa era de justicia fue brutalmente interrumpida por las bestias de la autodenominada “Revolución Libertadora”, que intentaron reinstaurar un régimen de injusticia y colonialismo, a fuerza de lo único que han sabido utilizar: la violencia, el miedo, la sangre.
A lo largo de los años, este patrón se fue replicando con cada golpe militar, cada gobierno de facto, y con la proscripción del peronismo, el movimiento que representaba la voz del pueblo. Pero como la historia lo ha demostrado, el peronismo es resiliente. Volvió a su esencia con Néstor y Cristina Kirchner, quienes supieron reinterpretar las banderas de justicia social, independencia económica y soberanía política.
Hoy, en este nuevo 17 de octubre, nos encontramos ante el desafío de reivindicar los valores fundamentales que forjaron nuestra identidad peronista. Vivimos en un país asimétricamente injusto, donde el poder sigue concentrado en las manos de pocos. Por eso, es más urgente que nunca encontrar nuevos liderazgos que encarnen los principios de la revolución peronista, para darle vigencia y fuerza a un movimiento que nació para transformar.
El compromiso de hoy es con la militancia. Debemos militar cada día, en cada ámbito de nuestras vidas: en nuestros trabajos, con nuestros vecinos, en nuestros municipios. Cada acción política debe estar orientada hacia la liberación de esos factores de poder que buscan oprimir al pueblo argentino y despojarlo de su identidad nacional.
Este 17 de octubre no es solo una fecha de conmemoración. Es un punto de partida, un llamado a la unidad y al encuentro de todos aquellos que amamos y defendemos una nación libre, justa y soberana. Es la oportunidad de reafirmar nuestro compromiso con la justicia social y con el legado de quienes, hace más de 70 años, iniciaron esta revolución que sigue viva en cada uno de nosotros.
*Augusto Briceño – Presidente del PJ San Fernando