De virus, criminales y genocidas

“El viaje no acaba nunca. Solo los viajeros acaban. E incluso estos pueden prolongarse en memoria, en recuerdo, en relatos. ( ) Hay que ver lo que no se ha visto, ver otra vez lo que ya se vio ( ) Hay que volver a los pasos ya dados, para repetirlos y para trazar caminos nuevos a su lado. Siempre” José Saramago 1980

Cuando una familia o un pueblo sufre una pérdida, generalmente el grupo no consigue reaccionar de modo homogéneo y simultaneo y, a pesar que el dolor debería ser un sentimiento que une a la gente, también suele ser el que la distancia.  Igual que personas que han vivido mucho tiempo en posiciones extremadamente enfrentadas, pueden hallar una forma de encontrarse ante el sufrimiento. La historia de las epidemias muestra que el marco institucional político no es una cuestión menor en situaciones extraordinarias.

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En unos días, a partir que vaya llegando la vacuna del mundo “real”, los de más de 70 años vamos a vacunarnos. Trabajé muchos años en el sistema de salud, algo que significa no solo convivir, sino vivir en contra, y a favor del tiempo. La muerte y el cuidado de la salud no me resultan ajenos ni abruman. Con el cronometro en el cuerpo, nunca sobra intimidad, inteligencia, ni tiempo ni lugar, y aun así…las encerronas sirven para reflexionar sobre la intersección de la política y la salud; este cruce sigue siendo un síntoma escandaloso: un analizador privilegiado de los efectos en la población. Hare unas líneas acerca de esto en el marco de epidemia/politica.

Los nacidos entre 1940 y el 50, tenemos experiencia en el campo de la Salud, pues nos atravesaron subjetiva y materialmente por lo menos tres epidemias masivas, y en el campo político otras muchas interrupciones de la convivencia cultural, económica, judicial y   sanitaria, realizada por golpes militares antiperonistas. Las oleadas (las pasiones) antipopulares, se fueron materializando en el secuestro de la libertad de los ciudadanos y de las riquezas producidas en el país. Fue, es criminal usar las enfermedades para hacer política, y continuar con el robo de la economía y la salud de las mayoría y minorías a beneficio de unos pocos: esto sigue intentando el neoliberalismo para cual solo valen los “méritos” de los vivillos privilegiados a costa la ciudadanía, las gentes, el pueblo.

Los veteranos de 60 a 80 años, mi (nuestra) generación, conversar sobre la “epidemia” es preguntarse quién soy, de dónde vengo, donde nos criamos y algo sobe la (crueldad) política.

Aquí esbozo un sendero de memoria colectiva de las prácticas políticas criminales, genocidas y sus efectos en la salud y en la dificultad de reestablecer los lazos sociales quebrados, continua y reiteradamente, por el odio y sus mierdas en una situación “extraordinaria” como la pandemia Covid 19. De este modo, subrayo que la línea política neoliberal actual tiene raíces en las políticas de anteriores dictaduras genocidas, y que continúan con su intención de destruir los sistemas de salud popular que construye el Estado Nacional Argentino para controlar y resolver el “Covid 19”.

De criminales

1955  La Libertadora

 (…): -Lo más indignante es que hayan tirado a mansalva contra el pueblo (…) Es indudable que pasarán los tiempos, pero la Historia no perdonará jamás semejante sacrilegio. (…) Nosotros, como pueblo civilizado, no podemos tomar medidas que sean aconsejadas por la pasión, sino por la reflexión (…) Para no ser criminales como ellos, les pido que estén tranquilos; (…) les pido que refrenen su propia ira; que se muerdan, como me muerdo yo, en estos momentos, que no cometan ningún desmán. No nos perdonaríamos nosotros que a la infamia de nuestros enemigos le agregáramos nuestra propia infamia (…)- decía J.D. Perón en su retirada en 1955.

Yo, viviendo en Mar del Plata,  desde el barrio,  tomaba contacto con este hito histórico que, en perspectiva, luego configuró el inicio de un nuevo ciclo político caracterizado por continuas interrupciones cívico, eclesiástico, militar judiciales para condicionar al orden constitucional, con robo de derechos civiles y violaciones a los derechos humanos, y destrucción del sistema de salud; alcanzando su máxima expresión durante el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983), y luego en democracia con el Menemismo y el Macrismo.

Después del bombardeo criminal del 16 de junio sobre la Plaza de Mayo se consumó un nuevo atentado contra la democracia: el 16 de septiembre de 1955, unidades de las tres armas se sublevaron contra la autoridad constitucional con el objetivo de derrocar al entonces presidente Juan Domingo Perón e imponer un gobierno de facto. Durante cuatro días, el país se transformó en un gigantesco campo de batalla cívico militar con un despliegue militar sin antecedentes desde las guerras civiles.

La autodenominada “Revolución Libertadora” reflejando la visión de los “vencedores”, en su acción criminal escondieron los muertos, tanto civiles como militares, que se produjeron entre quienes defendieron el orden constitucional.

Previamente el 16 de junio se lanzó la “acción psicológica” con el bombardeo de la Plaza de Mayo, para lograr el derrocamiento del gobierno constitucional. Es uno de los crímenes más brutales y ocultos de la historia argentina, con un saldo de más de cuatrocientas víctimas fatales, en su mayoría civiles desprevenidos e indefensos que circunstancialmente transitaban por las adyacencias de la Plaza de Mayo.

La ciudad de Córdoba, y Ensenada, como otras, son atacadas por las fuerzas golpistas, fueron los lugares donde más víctimas se registraron.

En el Policlínico” Eva Perón” del municipio de San Martín se quemaron pulmotores, material hospitalario, frazadas, vajillas que tenían la inscripción de la Fundación Eva Perón y/o del Ministerio de Salud de la Nación. El asesinato de varios conocidos activistas peronistas en Tafí Viejo, Tucumán, a manos de grupos civiles armados. Queman el libro del Dr. Ramón Carrillo “Teoría del Hospital”.

 El Dr. Carrillo murió poco después, en diciembre de 1956 a los cincuenta años, pobre, enfermo y exiliado. Quizás pensando, como lo hizo el libertador Simón Bolívar, que había arado en el mar..: Carrillo decía: ‘Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas.”

 Una ola de pánico y de terribles rumores, legitimados por los sangrientos resultados de los bombardeos del 16 de junio en Capital Federal, se apoderó de la costa atlántica. En Mar del Plata: aseguraban la inminencia del bombardeo de la estación de ferrocarril y otros objetivos estratégicos dentro y fuera de la ciudad. La difusión, determinó que cientos de familias y ciudadanos, buscando proteger sus vidas de otra posible masacre, se desplazaron por las principales avenidas, hacia zonas periféricas.

El lunes 19, sobre Mar del Plata, en circunstancias climáticas adversas, se efectuó un primer bombardeo por parte de un avión naval que falló en su objetivo: los tanques de petróleo de YPF de Mar del Plata. Luego el crucero “9 de Julio” se desplazó hasta posicionarse frente al objetivo y destruyo esos tanques de almacenamiento y también impacto en la población civil del Puerto. Las explosiones hacían surgir columnas de humo negro que cruzaban el cielo de la ciudad.  Grupos de civiles opositores al gobierno saqueaban sitios identificados con el peronismo: la CGT, el Sindicato de Empleados de Comercio, el chalet del empresario Jorge Antonio, y el Hospital. Esta escena se repetía en toda la República Argentina.

De Virus I

 1956 , La Polio. El país sufrió esta importante epidemia, que afectó a alrededor de 6500 personas, y el temor desatado llevó a la gente a pintar paredes, palmeras: todo con cal y usar lavandina para la higiene, mientras la vacuna no terminaba de desarrollarse.

El brote había comenzado a finales del año anterior. El diez por ciento de los afectados murió. Y muchos quedaron con secuelas como la parálisis. El descubrimiento y difusión de la vacuna creada por Jonás Salk y perfeccionada por Albert Sabin hizo que la enfermedad fuera desapareciendo.

En Mar del Plata y Rosario, las familias buscaban proteger de la polio a los bebés y niños, que eran sus víctimas preferidas. Los vecinos y médicos fueron los que primero reaccionaron. Era pleno verano. Se baldeaban las veredas con lavandina. Se creía que así se rechazaba al virus. Y se colgaba del cuello de los niños, una bolsita blanca con alcanfor Esto ocurría ya a fines de 1955. Y las cifras fueron en aumento, hecho que el gobierno de facto de Pedro Aramburu en un primer momento pretendió ignorar, a pesar de que los diarios insistían en informar lo contrario.

 En Buenos Aires, las 140 camas disponibles para esta enfermedad en el Hospital Muñiz no dieron abasto. En sus primeros momentos el nuevo Gobierno, intentó negar la epidemia. Pero el índice de contagiosidad hizo que la enfermedad fuera altamente manifiesta, lo que sumado a la inexperiencia de las autoridades impidió el ocultamiento. La población debió atravesar entonces una etapa de gran desconcierto: no se conocía popularmente casi nada acerca de la polio, salvo sus terribles secuelas. Así pues, espontáneamente en la capital y en muchas ciudades de provincia, la comunidad empezó por sí sola a extremar las medidas de higiene. Además, comenzaron los rumores y las acusaciones mutuas: el Gobierno hablaba del desastre sanitario encontrado, mientras la oposición decía que era un castigo divino por haber echado a Perón.

Luego el gobierno adquirió pulmotores, ya que esta afección comprometía los músculos de la respiración, y la voluntad de médicos y enfermeras hizo lo imposible en los centros asistenciales para tratar a los pacientes. Uruguay y Brasil, que no tenían la epidemia, estudiaron un posible cierre de las fronteras. Ya con el invierno, la situación quedó controlada y tiempo después llegaba la famosa “Sabin”, que en un primer momento se suministraba con un terrón de azúcar, por su sabor amargo. Así, Argentina se transformó en el primer país libre de polio en América Latina.

 La política del Gobierno, opositora al pueblo, aumentaba los errores de conducción sanitaria: El furor por desmontar la estructura de salud nacional peronista no se detuvo ni siquiera por la grave epidemia de poliomielitis que como toda crisis podría haber creado condiciones para el fortalecimiento del «sistema». El gobierno militar busco desligar al Estado nacional de los auxilios contra la epidemia y delego las acciones de salud a las provincias, muchos de las cuales no poseían los recursos mínimos necesarios para enfrentar la epidemia. En lugar de aprovechar la construcción hecha por Carrillo y sustentada por el Estado, la salud —considerada como una inversión y un derecho popular— fue achicada “federalmente” en cada provincia, sin importar que la debilidad de algunas agravara la epidemia

1962.  Esta vez la pelea fue entre Azules y Colorados. Una serie de enfrentamientos armados entre dos facciones de las Fuerzas Armadas argentinas en los años 1962 y 1963, dirimieron, a tiros, la lucha interna, las ambiciones y el perfil de ciudadanos que querían para Argentina. Ambos grupos compartían la alineación con los Estados Unidos en la Guerra fría, y la necesidad de combatir al comunismo, pero discrepaban sobre la actitud a tomar con el peronismo. Los “azules” proponían una integración limitada del peronismo. Los “colorados” asociaban al peronismo con el comunismo, abogando por erradicar a ambos completamente. ​​ Los combates contaron con la participación de comandos civiles radicales. ​Las denominaciones de «Azules y Colorados» es una terminología, para designar a los bandos hipotéticos que se enfrentan en una guerra simulada.

En los legajos militares consta la muerte y heridos de combatientes en ambos bandos​, la mayoría de ellos civiles, nunca oficializados. Tres años después Juan Carlos Onganía impondría la primera dictadura cívico militar permanente de la historia argentina

En 1974 La Triple A

“El silencio es salud” es la frase siniestra que desplegó alrededor del obelisco argentino el gobierno de Isabel Perón y su ministro López Rega. Se interpreto como un mensaje de la” Triple A” para silenciar las voces disidentes frente al malestar, la agitación política y social. La represión y los asesinatos generaban miedo, miedo de saber, de estar enterado de “algo”.

 De Genocidas

En 1976. Este año irrumpió el Proceso de Reorganización Nacional hasta 1983, otra vez la alianza militar, económico eclesiástico judicial toma el poder. La sociedad ya no sólo perdía el poder de votar, sino también el poder decir lo que piensa, se robaban ideales, salud, educación, cultura.

“Los argentinos somos derechos y humanos” “por algo será” serán las frases cínicas y siniestras impuestas por la meritocracia, para posibilitar el desguace de la economía, la salud y la política.

Durante el golpe de estado se llevó a cabo una política de terror y avasallamiento de los derechos sociales e individuales del pueblo de República Argentina. El saldo de este accionar fue la desaparición de miles de personas. Y necesariamente la destrucción de la educación, la salud, – destrucción del sistema sanitaraio-, la cultura.

La censura y la mentira estaba presente. Los libros y las revistas y la TV eran “transparentes”, en ellos no existía represión ni el crimen político.

Poca gente conocía la verdad de lo que estaba ocurriendo, pero la violencia había llegado a tal grado que la mayoría se sometía al negacionismo. Luego de los dos primeros años fue evidente que la política económica funcionaba solo para los poderosos y empezó a conocerse, cada vez más, la desaparición de personas. Fue allí cuando la sociedad, el pueblo argentino, lentamente se volvió a manifestar contra de los crímenes.

Los represores secuestraban a los que consideraban subversivos a los que luchaban por una mejora en los salarios, a integrantes de los centros estudiantiles, a periodistas, psicólogos, a los sociólogos, médicos y enfermeros por pertenecer a profesiones “sospechosas”, a monjas y sacerdotes de las villas-miserias, a amigos de cualquiera de todas estas personas y a los amigos de estos amigos, etc.

Esta represión aberrante también se ensañó con los hijos de los “desaparecidos” y secuestrados, nacidos en los centros clandestinos durante el cautiverio de sus padres.

De Virus II

1983 VIH. Segunda epidemia desde el 55.   

En el mismo año, se conocieron en la Argentina los primeros casos de VIH y muchos se atendieron en el Hospital Juan Fernández de la Ciudad de Buenos Aires. En ese momento, el hospital contaba sólo con dos médicos infectó logos que atendían pocas horas por semana, los insumos eran insuficientes y los tratamientos tenían un alto costo.

De la epidemia HIV en Argentina Estudios epidemiológicos realizados en los últimos años en Argentina muestran que la epidemia del HIV presenta un comportamiento similar al de la mayoría de los países de la región, con baja prevalencia en población general, pero con grupos de la población altamente afectados debido a diversos factores de vulnerabilidad., las estimaciones realizadas muestran que aproximadamente 120.000 personas viven con HIV/sida en Argentina. En principio, los conservadores, acusaron sin fundamento a minorías de ser la causa de la epidemia.

De Virus III

2020   Covid 19. Tercera epidemia desde 1955.   Inevitablemente traemos nuestras propias ansiedades y sensibilidades en el estudio brevísimo del pasado. También tenemos nuevas herramientas para ayudarnos a entenderlo. Hoy, con razón, nos preocupa que las formas políticamente “desaprensivas” tengan graves repercusiones, y nos sensibiliza a percibir aspectos de la historia que antes habíamos pasado por alto o con demasiada prisa.

Las epidemias surgen y evolucionan en escalas de tiempo humano tecnoactualizado, y dan respuesta a las oportunidades y “olvidos” políticos que les presentamos. El COVID 19 pone sobre la superficie geosanitaria que la salud humana y la política son inseparables: No estamos inmunes a las conductas del pasado político histórico.

Hoy, 2021.    Continuamos enfrentando a los que, desde 1955, proponen:que se mueran los que tengan que morirse”

 Aun asi la lucha política posibilito crear una perspectiva democrática de vacunación para todas y todos, de abajo hacia arriba

Posiblemente, en marzo, nos vacunemos los mayores: los que vivimos tres epidemias y sobrevivimos esta guerra civil política y sanitaria permanente de “baja intensidad” .

El papel de la militancia en política sanitaria es una historia potente donde hay esperanzas, logros, muertes, fracasos y tristezas de los actores políticos. Hoy, al reconocer los límites político culturales frente a la naturaleza (humana), nos permite escuchar: el COVID 19 no es la primera ni última pandemia letal que enfrentamos. El destino de la sociedad sólo parcialmente está bajo nuestro control. La fragilidad intelectual, emocional y ecológica no debería volvernos fatalistas, pero quizás ser menos complacientes con las conductas que vulneran los derechos del pueblo a la libertad y la salud. Los científicos nos advirtieron, y esas advertencias fueron desatendidas, por los que cuentan y nos cuentan historias triunfalistas, que implican la fantasía omnipotente que habíamos sido liberados de la interdependencia de la naturaleza (humana). Para esos lo único, todo, es soberbia meritocrática; lucro codicia y ensañamiento destruyendo la Medicina Pública.

Por Ricardo Arias  – Jubilades del Playón – verano 2021