Queridos argentinos, queridas argentinas
Quiero reiterar mi agradecimiento a cada uno y cada una de ustedes por lo que hemos logrado unidos en estas semanas. Soy muy consciente de que es un esfuerzo colectivo y conozco las dificultades que genera la pandemia en las familias y en cada persona. Todos extrañamos mucho a nuestros seres queridos.
Los argentinos y las argentinas hemos hecho un contrato para cuidarnos. Un contrato para que el impacto de la pandemia sea compatible con nuestro sistema de salud. Ese fue el objetivo que siempre nos propusimos para salvar vidas. Por eso desde el primer día de la cuarentena hemos trabajado para construir nuevos hospitales, preparar camas de aislamiento y contar con los insumos críticos necesarios. Hemos avanzado mucho y seguimos trabajando.
También desde el primer día hemos tomado medidas para mitigar el impacto económico y social de la pandemia. Soy muy consciente de esa realidad y expliqué la situación que teníamos cuando asumí. Y sabemos cómo se agrava ahora la crisis económica en todo el mundo. Por eso hemos tomado medidas económicas dirigidas a apoyar a todas las familias, a los más vulnerables, a los trabajadores, a los monotributistas y también a las pymes. El Estado está presente, acompañando y cuidando a todos los argentinos.
Desde que comenzó la cuarentena, hace más de 50 días, hemos hecho un gran trabajo colectivo y hemos obtenido los primeros logros. El más importante es haber podido reducir la velocidad del contagio. Ahora debemos cuidar esos logros.
Para saber cuál es la situación hay un parámetro muy importante: saber cuántos días demora en duplicarse la cantidad de casos. Cuando iniciamos la cuarentena, la cantidad total de casos en el país se duplicaba cada 3,3 días. Hoy, a nivel nacional, hemos logrado que se dupliquen los casos cada 25 días. Más de dos tercios de los nuevos casos son en el Área Metropolitana de Buenos Aires.
En los últimos días hemos visto y escuchado a voceros de la apertura económica presionando con cualquier argumento para ponerle fin a la cuarentena, una medida que se ha tomado en muchísimos países del mundo. Pero ninguno ha logrado jamás demostrar que el fin del aislamiento haya servido a la economía. Porque, en realidad, solo ha servido a aumentar el contagio y las muertes, sin evitar el deterioro económico.
Para tomar noción basta con mirar lo que ocurre en el mundo. La pandemia tiene características inusitadas. No hay país capaz de impedir la entrada y la expansión del virus. Ya los contagiados se cuentan en millones y los fallecidos en cientos de miles. Además, se están produciendo consecuencias gigantescas en la economía global. Este año habrá una enorme caída de la producción, muchas empresas pierden valor en días o semanas, se han destruido millones de puestos de trabajo y ha bajado intensamente el consumo.
El mundo ya no será igual. Pero, a pesar de la incertidumbre, tenemos una certeza: sabemos que ha fracasado un modelo basado en la especulación financiera global. Un modelo que desprecia a la producción real, a los seres humanos y al medio ambiente. Sabemos que también ha fracasado el menosprecio por lo público y por estados preparados para proteger a sus ciudadanos. Estamos convencidos de que en el mundo por venir deberán estar en el centro los seres humanos, la justicia y la igualdad.
Un día, cuando esta situación haya pasado y recuperemos todos los aspectos de nuestra vida, podremos celebrar los logros que hayamos alcanzado como sociedad. Y también habremos aprendido nuevos hábitos de cuidado y de salud. En ese momento, recordaremos esta crisis inmensa, quizás más que otras que nos han tocado vivir. Pero atravesar la crisis es el momento más difícil. No solo por las restricciones económicas y de movilidad o por los temores por la salud de nuestra gente. Es el momento más difícil porque cuesta mucho ver que finalmente nos vamos a reponer, vamos a salir, todos juntos y más fuertes que antes.
Ahora entramos en una nueva etapa de nuestro plan. Hay restricciones que continúan vigentes en todo el país, pero podemos iniciar una apertura progresiva, cuidadosa y responsable. Cuidadosa porque iremos paso a paso, de modo paulatino. Cada semana podremos ir sumando algunas actividades comerciales, productivas o de servicios para ir activando la economía. Y es responsable porque las salidas siguen siendo exclusivamente para las actividades autorizadas.
Cuando una persona sale a la calle hoy, sale a una calle donde está presente el virus. Para ser más claro: salir a la calle es salir a buscar el virus. Todo ha cambiado desde inicios de marzo y debemos prepararnos para aprender a convivir con él.
Aprender a convivir con el virus significa que antes de construir una nueva vida cotidiana sin las restricciones actuales, necesitamos fortalecer la prevención para evitar el contagio. Por eso, es clave respetar las normas de distanciamiento social y continuar con el hábito de lavarnos las manos, evitar tocarnos la cara, usar barbijos cuando salimos, ventilar ambientes y comunicarse por teléfono con un médico o una autoridad sanitaria si tenemos síntomas. Esto último es muy importante para no producir aglomeración en los hospitales.
Todos y todas somos responsables del cuidado y cada paso que demos depende de cada uno y cada una. Si cumplimos, podremos seguir avanzando. Si hay incumplimiento, deberemos retroceder.
Cada actividad que se reinicie debe rediseñarse con criterios sanitarios. Cada persona que se reintegre a la actividad laboral o social deberá extremar los cuidados, tanto al salir de su casa como en la calle, en el trabajo y al regresar a su hogar.
Debemos hacer todo lo posible para evitar el transporte público. Todas las personas que deban desplazarse y puedan hacerlo en su propio medio de transporte estarán menos expuestas al virus. Por eso, las grandes empresas tendrán que asegurar por sus propios medios el desplazamiento de sus empleados.
Cada jurisdicción tendrá que habilitar y fiscalizar estos nuevos procesos productivos. Los grandes centros urbanos tendrán que reorganizar los horarios para evitar aglomeraciones.
El Gobierno nacional tiene la capacidad de monitoreo de los casos en todas las provincias y municipios del país, y vamos a fortalecer los mecanismos de control epidemiológico. Allí donde debamos cerrar la actividad, no tendremos dudas en hacerlo.
No será un camino lineal hacia la reapertura. La experiencia internacional indica que en algunas ciudades, establecimientos o instituciones donde hoy no hay contagio, puede haberlo en el futuro. Sabemos que tendremos más casos y que se acerca el invierno, que es cuando crecen las enfermedades respiratorias.
Ante situaciones de contagio, hay que ocuparse rápidamente de cada caso, se trate de una localidad, una institución o un barrio. Hay que seguir las recomendaciones de aislar a las personas contagiadas y a sus contactos.
Nadie quería vivir este tiempo doloroso, pero no nos queda más remedio que convivir con el virus. Por eso, lo que iniciamos es un proceso dinámico donde habrá que reducir y a veces incrementar las medidas de cuarentena.
Este es el nuevo desafío que nos pone a prueba como sociedad.
Es tiempo de cuidados, no de temores infundados. Es tiempo de evidencia científica, no de rumores. Es tiempo de solidaridad, no de estigmas.
Este es un acuerdo que hemos construido los argentinos: cuidar a todos, a todas y a todes.
Nadie se salva solo. De esta situación saldremos juntos.
Cuento con ustedes. Ustedes cuenten conmigo.