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Cristina: del orgullo adolescente a los sueños de la adultez

Por Verónica Sabena*

Nadie corre aquello que no molesta. Cristina incomoda. Crispa los nervios del poder porque nunca se doblegó y mantuvo siempre su posición: la defensa de los intereses nacionales y el bienestar del pueblo, orgullosa siempre de saberse del lado de las mayorías.

¿Cómo la van a perdonar? Cómo van a perdonar a quien nos convenció de nuestra propia dignidad como pueblo, a la que nos hizo creer y saber que teníamos derecho a ser quienes quisiéramos ser. Me dirán que la gente progresa “como resultado del esfuerzo individual”, también, pero en nuestro caso, las generaciones que vivimos los 90 y el estallido del 2001, sabemos que el esfuerzo individual por sí mismo, sin condiciones que lo conduzcan y propicien, poco resuelve. Néstor y Cristina nos permitieron volver a soñar, nos hicieron parte de un colectivo donde nadie sobra y nos reconocimos en esa dignidad y orgullo de quien se sabe parte de un todo que lo trasciende: el pueblo trabajador.

Recuerdo mis primeras búsquedas laborales allá por el fin del milenio. Quienes nacimos y nos criamos en los barrios profundos del Conurbano -soy del límite entre Alberdi y Frino, José C. Paz- sabemos lo que significa la mirada de costado cuando decís dónde vivís. Ellos nos querían sumisos; Néstor y Cristina nos dieron el orgullo de relucir nuestra biografía. Para algunos el Conurbano resulta lejano, desconocido, no imaginan viajar varias horas todos los días para ir y volver de nuestros trabajos y estudios en la Capital con las monedas contadas. La desconfianza a que resistas la diaria tenía algún fundamento, no solo por las distancias, sino porque por aquellos tiempos no había esfuerzo individual que alcanzara. 

Una tarde llegué a mi casa y encontré a mi vieja, maestra de escuela primaria en los barrios humildes de la zona, rendida después de haber laburado doble turno sin tiempo para almorzar. Lloraba en la cama: había cobrado en patacones y no alcanzaba para cubrir el fiado que pedíamos en el super La Emilia. Un tiempo después, esa misma mujer tenía lágrimas de emoción escuchando el discurso de asunción de Néstor por televisión. Por fin llegaba alguien que gobernaría para el pueblo. Vaya si cumplió. 

Cristina fue, es y será amor para su Pueblo. Es la dignidad de la que tantas veces nos hablaron, pero que nunca nos alcanzaba a nosotros, que debíamos aceptar “dignamente” la entrega y la pobreza, el único destino que nos presentaban como posible. Y esa dignidad tuvo forma de derechos, en la asignación universal, en las netbooks de Conectar Igualdad, la estatización del sistema jubilatorio, las casitas del Procrear, la internet de Arsat para las escuelas rurales, las universidades nacionales en cada provincia, los grandes hospitales, matrimonio igualitario, la inversión en ciencia y tecnología. Cristina es el ejemplo de que sólo se hace grande a un país cuando nos atraviesa el dolor del otro que no conocemos, pero que aún así no nos resulta “ajeno” porque es siempre parte de nosotros.

Para quien desafía el poder, nada nunca es fácil, se sabe. Cristina supo hacer de este país un lugar mejor para vivir. Lo dice ese Pueblo que la hizo dos veces presidenta y que la despidió con una plaza repleta de corazones agradecidos porque saben que alguna vez alcanzamos una Argentina donde soñar un proyecto de vida era posible. Sí, con esfuerzo individual, pero especialmente con una presidenta enfocada en gobernar para mejorar la vida de su gente creando mundos de ternura y manos siempre tendidas para quienes más las necesitaran. Una presidenta enfrentada a los poderes más concentrados, pero que jamás habló de “destruir” o “hacer correr” al que pensara distinto. Al contrario, promovió el debate plural y diverso de los grandes temas de fondo: retenciones, estatizaciones de empresas nacionales, ley de servicios audiovisuales, financiamiento educativo, entre tantos otros. 

¡Gracias siempre Cristina! Hoy te abrazo en nombre de aquella adolescente a la que hiciste sentir orgullosa de haber nacido y haberse criado en un barrio humilde del Conurbano, y también por esta mujer adulta que sigue soñando con ese país más justo, lleno de proyectos colectivos en la búsqueda de una Argentina mejor. 

¡Cristina, ahora que vienen por vos, sabé que vamos con vos!

*Verónica Sabena – Secretaria de Planificación Territorial y Espacio Público de la Municipalidad de Escobar

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