Conmemorarlo en el Día de la Bandera que él mismo creó

Se repite a menudo que la bandera argentina es color celeste y blanco por los colores del cielo, pero en realidad nadie puede confirmar esta versión, como tampoco negar otras explicaciones (menos conocidas) que circulan en el imaginario popular.

Pero la idea de esta columna no es entrar en esa discusión, sino reivindicar el pensamiento, las ideas y las preocupaciones de uno de los personajes más importantes de nuestra historia.

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Belgrano, comúnmente conocido por ser el creador de nuestra bandera, fue además un notable economista, precursor del periodismo nacional, impulsor de la educación popular, la industria nacional y la justicia social, entre muchas otras cosas.

Quiero enfocarme en esta oportunidad en recordar algunas de sus preocupaciones centrales en materia de política económica: la agricultura y la industria.

Belgrano fue un convencido de que la importación de mercancías extranjeras sólo traía consigo la pérdida del consumo de las mercancías locales, perjudicando así la industria nacional hasta llevarla a la ruina.

Podemos pensar por medio de los escritos que nos dejó, que consideraba que la agricultura era necesaria pero que jamás podía ir separada del desarrollo de la industria nacional, factor elemental a la hora de generar valor agregado, empleo y consumo.

En su época él fue un visionario, pero a nosotros, seres contemporáneos, se nos deberían caer de maduras muchas de sus ideas.

Si realizamos un miramiento de los principios de Juan Manuel Belgrano, entenderíamos por fin que la producción nacional primero es para abastecimiento interno, fomentado desde el estado para generar un mercado interno fuerte y grande que lleve a la baja costos y precios. Este es el camino para frenar los abusos de los comerciantes extranjeros y también el de los nacionales.

Debemos confiar, como lo hacía Belgrano, en que este es el medio para contribuir al desarrollo del país, generando riqueza y soberanía alimentaria, pero también política y económica.

Un adelantado a su tiempo, no solo por crear un emblema distintivo para los soldados y su pueblo, sino también por desarrollar un proyecto de país con un modelo económico, político y social, enfocado en el bien común por sobre el bien individual.

La mejor forma de recordarlo es que los argentinos conozcan a este hombre extraordinario y que las banderas de Belgrano, de honestidad, de justicia social, de soberanía política y económica, flameen como él lo hubiera soñado.

Por Pedro Muñoz