Con videos en los que enseñan a comer una manzana con barbijo o imitan a un DJ que usa autitos en lugar discos, los payasos de hospital del grupo Alegría Intensiva intentan “traspasar las pantallas” para seguir cerca de los chicos y, obligados por tiempos de pandemia, llegar también a médicos y padres.
El grupo Alegría Intensiva tuvo que adaptar su misión para acompañar a las familias internadas y a los profesionales de la salud, a piezas audiovisuales que entre la poesía y el humor “puedan seguir transformando a la distancia los espacios de internación en el contexto de una pandemia”, informó Andrés Kogan, director ejecutivo de esa ONG.
Ahora, esos mismos payasos y payasas que recorrían salas de espera y habitaciones en persona, aparecen en videos cantando con secadores de pelo como micrófonos, ofreciendo instructivos desopilantes para manualidades sin sentido, escribiendo cartas de amor, pasando música como un DJ con autitos de juguete, entre otras microescenas cuyo objetivo es llegar a las familias que se encuentran internadas.
“A pesar del aislamiento social, preventivo y obligatorio, Alegría intensiva nunca paró de trabajar, sólo cambió el escenario y sumó nuevas herramientas para traspasar las pantallas y lograr un impacto positivo en quienes lo reciban”, dijo Kogan a Télam.
Desde hace 12 años la misión de Alegría Intensiva, asociación civil sin fines de lucro formada por artistas profesionales especializados en clown, es “llevar alegría” a los niños hospitalizados o enfermos, a sus padres y al personal médico y no médico de los diez hospitales en los que actualmente trabajan.
Todo eso, pandemia de coronavirus mediante, tuvo que cambiar de forma.
“Al principio la idea era generar piezas artísticas elegantes, divertidas, orientadas a lo poético, algunas al humor, como regalos para los pacientes y sus familias y después todo eso se fue puliendo”, agregó Kogan.
Y remarcó que “el proceso de maduración fue interesante porque hablamos mucho con Doutores da Alegría de Brasil, Pallapupas de Barcelona, Hearts & Minds de Escocia y fuimos entendiendo que si bien nuestro foco siempre habían sido los pacientes y sus familias, hoy nuestros destinatarios también eran el equipo de salud por los niveles de angustia, sufrimiento, soledad e incertidumbre a los que estaban expuestos”.
Por eso, un grupo de los 22 artistas que forman parte de Alegría Intensiva se dedicó exclusivamente a generar piezas para ellos donde “el tono podía ser un poco más pícaro, interpelando su realidad de todos los días”.
Así surgieron, por ejemplo, los videos del Dr. Atento en los que se lo puede ver con tapabocas, guantes de sky, antiparras y bidones de lavandina, rociadores de repelentes para insectos y productos de desinfección amarrados a un casco, intentando, infructuosamente, comer una manzana con el barbijo o intentando, también infructuosamente, atender una llamada de teléfono con las manoplas puestas.
“Hubo que hacer un trabajo con los artistas para construir un set de filmación en cada casa donde antes no había nada y estamos sumando nuevas herramientas que llegaron para quedarse”, apuntó Kogan.
“Somos parte de una comunidad internacional de payasos de hospital -contó Kogan- y desde Argentina fuimos viendo cómo, mientras el coronavirus iba arrasando Europa, a organizaciones con niveles de profesionalización altísimo con 35 años de trabajo en hospitales les pedían que dejaran de concurrir para reducir al extremo la circulación y empezaban a reconvertirse a lo virtual”.
Cuando el gobierno nacional anunció aquí el aislamiento, el 19 de marzo pasado, dice Kogan que “hubo que acelerar el aprendizaje” para adaptar los shows de improvisación en los hospitales a piezas audiovisuales que también pueden verse desde las redes de la ONG.