El Kirchnerismo todavía no tenía el sufijo de los ismos trascendentales. Seguíamos sacudidos, acomodando las estructuras tambaleantes que como coletazos del 2001 todavìa repercutían en las ollas vacías de las casas del pueblo.
Nosotres teníamos 19, 20 años, habíamos crecido en los 90, habìamos llegado por diferentes hermosas cosas de la vida (que no son motivo de esta historia) a la Unidad básica de Victoria, San Fernando “ Evita de los humildes”. En esa esquina no se cruzaban los atajos, sino que se construían caminos colectivos de sostén y lucha, de formación y memoria, de risa y abrazos compañeros. Se tejían las redes de laburo, oficios, militancia, locros, títeres, empanadas fritas, apoyo escolar, teatro, meriendas y pan casero. Les compañeres que empezamos militando en esa básica, en aquellos años tuvimos el privilegio de conocer a Cacho Scarpati. Era el conductor del Peronismo 26 de Julio, la organización que estaba por debajo sosteniendo, (o por detrás en el tiempo, desde apenas vuelta la democracia, o por encima cubriendo y abrigando como un todo) la construcción de poder popular en aquellos rincones de la patria olvidada.
No recuerdo en qué momento exacto conocimos a Cacho. No era de las conducciones que llegan a marcar la cancha, a imponer una presencia de ser superior, o una bajada de línea por la que todes agachan la cabeza y asienten y ejecutan. El tipo era de los que se ponían al lado de les compañeres a sumar en lo que se estuviera haciendo, a mejorar una técnica colectiva desde un saber de esos que no se aprenden en los libros. Y ahí surgían las charlas, las anécdotas, los chistes. Así supimos que las cicatrices que atravesaban su cuerpo eran marcas del enfrentamiento en el que resistió a la patota del ejército que fue a chuparlo en el 77 cuando cumplìa funciones en prensa de la columna de La Plata de montoneros. Supimos que estuvo en un comienzo en las FAP, de su historia en Mar del Plata.
De su relaciòn con Piglia algunes nos enteramos después, cuando él mismo también pasó a ser parte de la historia narrada cual ficciòn en alguna contratapa de diario. De cacho aprendimos porque aprendiamos militando todos los dias en la organizaciòn que èl habìa fundado en el exilio, luego de escapar de uno de los centros de detenciòn tortura y exterminio mas grandes de la ultima dictadura civico eclasiastica militar: Campo de mayo. De ese lugar al que luego entramos con banderas,bombos un día de 2007, cantando con la voz quebrada “no nos han vencido”.
De Cacho aprendimos la perseverancia y la persistencia, lo vimos en la cantidad de hojas y pilas de carpetas de declaraciones ante todos los juzgados que le permitieran narrar lo vivido en “el Campito”, para que se hiciera justicia, para ver en carceles comunes y prision perpetua a los represores, complices y responsables de cada uno de los delitos cometidos durante aquellos años de terrorismo de estado. Sus declaraciones incluian planos, nombres, apodos, métodos de tortura, pero también incorporaba entre aquellos detalles del horror el testimonio del nacimiento de algunes de los niñes dados a luz en la maternidad clandestina de aquel lugar que de luz tenìa poco. Con esos nombres, con esa esperanza y con la certeza de que habían nacido, gracias a aquellas declaraciones, muchos de les niñes recuperaron su identidad debido al trabajo de Abuelas de Plaza de Mayo.
De Cacho aprendimos a rescatar cada una de las luchas de nuestra Patria Grande por la liberación, por la justicia y la soberanía. Pero también aprendimos de la historia de les compañeres, de sus nombres, apodos, detalles que desataban en otras anécdotas interminables y por lo general graciosas. Es que una de las cosas que màs marcaron aquellos tiempos en que tuvimos el lujo de militar junto a èl (estando a su lado, como un compañero que conduce, no como una conducción asecas) fue la alegrìa por la militancia, por haber sobrevivido y no ser solo un sobreviviente, nunca una victima. Cacho nos dijo que rescatemos en la memoria aquellos lugares en los que los compañeros estarían luchando, realizando su proyecto de una patria más justa, esperamos asi hacerlo con su historia y con su ejemplo también, hasta la victoria.
Por Lucía Sadras – Peronismo 26 de julio – Zona Norte