Por Gladys Pollan*
Cada 1° de mayo recordamos que los derechos laborales no fueron regalos, sino conquistas. Detrás de cada jornada de 8 horas, de cada descanso ganado, hubo lucha, organización y sacrificio. Hoy, en un mundo donde la desigualdad persiste, el Día de los Trabajadores y las Trabajadoras no puede ser sólo una efeméride: debe ser una bandera en alto porque somos el pilar del sistema productivo del país.
En esa historia de lucha, las mujeres han sido protagonistas muchas veces silenciadas. Desde las fábricas del siglo XIX hasta las tareas no remuneradas que aún sostienen la economía, su aporte ha sido fundamental y, en muchos casos, invisibilizado. Reivindicar sus derechos es también defender el derecho al trabajo digno para toda la sociedad. Sin igualdad de género, no hay justicia social posible.
La justicia social implica equidad en oportunidades, salarios justos y condiciones laborales dignas. Pero también exige proteger lo conquistado frente a los retrocesos que amenazan desde distintos frentes: la precarización, la flexibilización, la violencia laboral. La defensa de los derechos no puede tomarse vacaciones, porque el olvido es terreno fértil para la injusticia.
Y en ese camino de defensa, el rol del sindicalismo es clave. Cuando se ataca al sistema sindical, hay que recordar que la única defensa real que tienen los trabajadores y las trabajadoras frente a la patronal es su sindicato. Lo peor que puede pasar es enfrentar solos la negociación por el ingreso salarial. Por eso, debemos cuidar y fortalecer el sistema sindical argentino, porque donde hay organización, hay posibilidad de justicia.
*Gladys Pollan – referente del PJ y el Frente Renovador de Tigre