“Comprendimos la necesidad de expresarnos”

Por Gladys Pollán*

Desde tiempos inmemorables hemos aprendido del poder de organizarse y movilizarse. Las mujeres somos fieles testigos, y al mismo tiempo benefactoras, de los logros que alcanzamos a través del activismo político.

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Cabe recordar que, mediante este, obtuvimos para siempre el voto femenino, el derecho al trabajo, el límite del 30% en listas de votación en la década del ‘90, la paridad de género en las listas, el Día de la Mujer, el aborto legal seguro y gratuito, y resonar nuestro clamor, más doloroso, por “NI UNA MENOS”. Un reclamo que se cristalizó en un multitudinario movimiento ante un extremo de la violencia machista, que es la pérdida de la vida de cualquiera de nosotras. En aquel 3 de junio de 2015 nació, para ser eterno, ese símbolo del puño en alto, atravesando el pañuelo verde, y que inmediatamente trascendió los límites de la República Argentina. Un emblema que representa la fuerza de la unión de las mujeres, en un pedido de respeto a nuestra integridad física y a las decisiones que tomemos, y asimismo por una presencia formal en nuestra sociedad y por una representación urbana.

El cual hoy nos sigue convocando y nos anima a desarrollar numerosas acciones, en defensa de aquello, e iniciarlas desde muy temprana edad, porque sino llegamos tarde. Dichas iniciativas deben ligarse a la enseñanza del respeto y los derechos de la mujer en la escuela primaria, y también en la secundaria, porque la violencia de género, a veces, arranca en el seno familiar, o en los noviazgos, y así niñas, niños, y adolescentes van naturalizado circunstancias en las que el extremo es la vida. No obstante, además hay que enfocarse en concientizar a los hombres, y a las mujeres, y en ello es fundamental el trabajo incesante que se hace a través de la ley Micaela en los diferentes estamentos del Estado.

En conclusión, a partir de aquel primer grito “NI UNA MENOS”; y de todos los que les sucedieron, comprendimos la necesidad de expresarnos ante un sistema que atenta contra nuestra integridad emocional, y a su vez contra las amenazas sexuales y la violencia. Pero no sólo eso, porque tomamos cuenta de los derechos obtenidos en la lucha por privilegios a conquistar. Llevar esta bandera es sin lugar a dudas un proceso de empoderamiento, y el punto final radica en no lamentar más femicidios.

* Gladys Pollan – Militante Peronista