CIVITA DI BAGNOREGGIO- Lazio

Desde Pitigliano decidí ir a Civita di Bagnoreggio, que está a 59 km. El camino desde Pitigliano es muy lindo, una parte bordea el lago de Bolsena y el resto es montaña y por supuesto sinuoso. Desde Roma queda a 124 km.

Le dicen la ciudad que muere, debido a que la erosión y los terremotos han hecho que sus habitantes la fueran abandonando. Aunque ahora esta vivita y coleando. Gracias a un turismo culto que la visita desde 1970 empezó su recuperación. A pesar que su destino está signado por la morfología geológica del terreno.

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Debido al desgaste por el tipo de material y las inclemencias del tiempo es que después del terremoto de 1965 que destruyó el antiguo puente, se construyó este que solo es peatonal, de un kilómetro de largo y de una altura de 150 metros.

Me molesto que hubiera que pagar una «entrada», bueno el peaje. Esta ciudadela fue edificada sobre un promontorio de tufo, de 443 metros sobre el nivel del mar hace 2500 años por los etruscos. Tenía 5 puertas, hoy queda solo la de Santa María, de origen medieval se pueden ver en sus paredes escudos y lápidas que recuerdan la rivalidad de las familias feudales.

De ese periodo quedan algunos testimonios como restos de tumbas y un profundo túnel, llamado Il Bucaione, excavado en la parte más baja del poblado que permitía el acceso directo al pueblo desde el Valle Dei Calanchi.

Aquí viven unas 16 personas. Forma parte de los llamados «I borghi piu belli d ‘ Italia»

La estructura es de un pueblo medieval y al traspasar la puerta el tiempo se ha detenido, y ya nos encontramos con una placita de piedra y un bar-restaurante también minúsculo.

A pocos pasos esta la plaza principal que todavía hoy tiene piso de tierra, la iglesia de San Donato de fachada románica fue remodelada en el Siglo XVI, la torre, y los palacios del Obispo y del Municipio.

En la plaza, en el mes de junio hay una competencia con asnos montados a pelo llamada Palio della Tonna .

Un Santo muy amado es San Buenaventura que nació aquí en el año 1217-1274 fue teólogo y filósofo, lo llamaron Dr.Seráfico.  Hay una capilla en el lugar que habito.

Es muy sugestivo todo, donde está ubicado, la manera de llegar a él, el aroma de las flores de los pequeños jardines, lo fantasmagórico de sus viejas viviendas y que parece estar colgada de las nubes.

El pueblo es encantador, pasear por él es delicioso, cada rinconcito tiene su encanto anclado en tiempo lejano, y el panorama desde las murallas hacia el valle es bellísimo.

La imagen que se tiene desde la cinta de cemento que lo une a la tierra firme parece la cadena de un ancla para que no se vaya volando.

El tiempo se estaba poniendo feo y decidí buscar el restaurante que me habían recomendado, Alma Civita, muy pequeño y escondido. La única mesa libre era afuera.

Pedí una copa de Prosecco y una entrada de verduras grilladas, vinieron muy bien decoradas y muy sabrosas, ñoquis de papas con salchicha fresca de cerdo y romero. Estaba terminando el postre que no recuerdo, pero sí que empezó a tronar y a caer unas gotas que cada vez fueron más, el mozo me dijo que adentro no había lugar.

Todavía camine unos metros hasta el Jardín del Poeta, que queda en el borde del barranco. pero ya se había largado a llover, no tenía paraguas y no había donde guarecerse, de manera que me resigné y seguí caminando algo empapada, hasta llegar a la iglesia. ¡Nunca vi tantos fieles juntos!

La iglesia estaba toda iluminada porque festejaban «algo» y habría una procesión.

Llego una banda de un pueblo vecino y todo indicaba que habría festejo, algo al que no solemos estar acostumbrados

Al rato dejo de llover, en la plaza de piedra había un café, solo pude tomarlo en el mostrador de lo lleno que estaba (bueno era minúsculo).

Se armó la procesión, con el Santísimo Sacramento, y la imagen de la Virgen llevada en andas por mujeres. Llegaron hasta la puerta, salieron y volvieron a entrar. La banda tocaba y las campanas repicaban. Muy emotivo y los fieles muy devotos.

Me hubiera quedado, pero tenía un buen trecho y el tiempo no ayudaba. Desde la explanada fuera de la puerta mire por última vez este Borgo, encantador, mágico, misterioso y destinado a desaparecer, con el tiempo. Al llegar al final del puente me di vueltas para ver lo que dejaba atrás, entrecerré los ojos y creo que ¡¡ya había desaparecido!

Por suerte pude llegar hasta el auto sin lluvia. La suerte duró poco, solo a unos kilómetros se desató un temporal que no se veía nada. El camino hasta Bolsena es sinuoso y en bajada hasta el lago, la ruta en muchos lugares anegada. Pero valió la pena el paseo en todos los sentidos.

Legue a Pitigliano una hora y media después, compre algo para cenar y un San Bitter, para brindar en el balconcito por el hermoso día que me había regalado yo y la naturaleza.