Belgrano y el descrédito argentino

Días tormentosos para nuestra Argentina, una pandemia traicionera que se esconde en el aliento de conocidos y extraños, agazapada y tenaz, esperando su oportunidad de penetrarnos y vencernos, y una epidemia, que también está en el aliento y las gargantas de conocidos y extraños, que va sembrando odios, rencores y divisiones.

Si pudiera elegir, me quedo con la primera. Con los argentinos unidos, me le animo. La segunda nos viene ganando por goleada. Se le atribuye al General Belgrano una frase que describía su época, pero lamentablemente, se extendió en el tiempo: “Nuestros patriotas están revestidos de pasiones, y en particular, la de la venganza; es preciso contenerla y pedir a Dios que la destierre, porque de no, esto es de nunca acabar y jamás veremos la tranquilidad”. Se ve que Dios no lo escuchó, porque muchos argentinos han transformado su “vendetta” personal en pasión nacional.

brickel

Junto a la pandemia sanitaria y la sociológica, vivimos otras. En estos días, el “default”, nuevamente aparece en el horizonte. La definición técnica nos indica que el default se produce cuando un deudor deja de realizar los pagos correspondientes a su acreedor; de esta manera, el deudor cae en cesación de pagos. Pero el concepto “default”, para todos nosotros, significa mucho más que eso, en un país que no ahorra lo suficiente y necesita del crédito internacional para crecer y desarrollarse; generando descrédito,  pérdida de confianza en el país y en su gente por parte del sistema crediticio internacional.

Pero al igual que la pandemia sanitaria, el fantasma del default viene precedido por el descrédito entre nosotros los argentinos. El mal que Belgrano denunciaba hace tantos años, se sigue extendiendo en muchas direcciones.

Creo que la crisis que nos trae el COVID-19 nos abre una oportunidad; la de reencontrarnos y, abrazados a la celeste y blanca, que creó Manuel Belgrano, volver a creer que otra Argentina es posible. Una Argentina unida.

Para eso necesitamos una mejor dirigencia, y no sólo hablo de la política. Estoy asqueado, espantado, enojado con la actitud de algunos de los medios de comunicación más importantes del país, que no desperdician oportunidad de descalificar y, consecuentemente, desacreditar a otros compatriotas. No me interesan los bandos ni las ideas que esgrimen, porque han hecho de la división una profesión lucrativa y mercenaria sin importarles sus consecuencias.

Estoy asqueado, espantado y enojado con una dirigencia que cree que ganará votos y poder (y lo peor es que posiblemente tengan razón), desacreditando las razones de los otros, dinamitando puentes de diálogo y consenso y agotando todo vestigio de esperanza.

Deseo que el intenso flamear de nuestra bandera celeste y blanca, al que hoy nos abrazamos, remueva conciencias, multiplique virtudes y destierre los odios entre argentinos, “porque de no, esto es de nunca acabar y jamás veremos la tranquilidad”.

Nunca tan cierto, nunca tan actual.

Por Jorge Arias – Director de Polilat y Secretario de Red NAP