Barbaros terraplaneros

Cualquiera que se detenga a mirar el cielo, le parecerá que la Tierra se encuentra fija en un lugar mientras que todo gira alrededor de ella: la bóveda celeste sale por el Este y se esconde por el Oeste una vez al día. Esta visión es operada desde el “sentido común” geocentrico.

Próximos al 170 aniversario del fallecimiento del General San Martín, aún hay sujetos tomados por ese “sentido común”.

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Macri y Carrió, también, parecen rechazar la idea de una rotación de la Tierra por populista, pues imaginan que “pasarían cosas” en el libre mercado. Su sentido urgente por abusar del sentido común ciudadano, es tan fuerte como su anti peronismo anti democrático.  El forajido pontifica desde París, ella desde CABA.

El estatus del Sol ya no es tema de debate: es una estrella más entre muchas. Tampoco se discute que hay muchas galaxias

 En gran parte se lo debemos a Nicolás Copérnico (1473-1543), que, durante el Renacimiento,  presentó un modelo matemático predictivo de un sistema heliocéntrico. Él fue matemático, astrónomo y clérigo católico. Su teoría, reconocida científicamente, es que el Sol se encuentra relativamente estacionario en el centro del Universo y ubica a la Tierra y los planetas moviéndose alrededor de él.  Copérnico, afirmó la ruptura básica que representaba para las ideas medievales, la sustitución de un cosmos cerrado y jerárquico, con el hombre como centro; por otro: un universo situado alrededor del Sol.

Así se inició lo que conocemos  como revolución copernicana; pero estamos en el siglo XXI y aun se sigue en lucha contra el geocentrismo conservador.

A partir de Copérnico y otros el concepto de “estar en reposo” fue eliminado. Ya no hay “centro” del universo como origen natural. Todo lo conocido se mueve: hay “bamboleo” hay “lio”.

Pero una parte de la gente aún cree en el modelo geocéntrico. Aproximadamente uno de cinco estadounidenses y uno de cada tres rusos cree que el Sol da vueltas a la Tierra, de acuerdo con encuestas de 2006. ​ La razón humana, puede ahora apoderarse de la Naturaleza: dominarla y controlarla. Y, algunos hombres, no pudiendo ser el centro físico del Universo, quieren convertirse en el centro y manejar el Universo. Creen ser superiores a la Naturaleza.  

 Sus relaciones con la naturaleza y las cosas están exentas de obligaciones sociales que condicionan su uso y el acceso a ellas. Para ellos el derecho de disponer de la tierra y sus frutos, no está mediada, solo existen los intereses del máximo lucro.

El neoliberalismo – Macri &- quieren imponer vertiginosamente a la sociedad la ganancia máxima para pocos y la vulnerabilidad para las mayorías.  La Ceo-cracia y el CEO-centrismo a través de la no-política y la técnica se autorizan a liberarse de responsabilidades sociales. Su riqueza proviene de la destrucción de la naturaleza, incluyendo los mamíferos y el homo sapiens entre ellos. El Ceo-centrismo en contraposición con el geo-centrismo conservador y el helio-centrismo copernicano extrema la posición de indiferencia al cambio climático. Todo tiene un uso instrumental.

Ficcionalizados por los medios de comunicación masivos, inscriben en la realidad social, la desvalorización de la Naturaleza. Se personaliza el lucro y la ganancia y se somete a la humanidad.

La cuestión, no son los virus ni la pandemia, que siempre las hubo; la cuestión son los CEO, nuevas oligarquías imperiales que destruyen el relativo equilibrio de la Naturaleza y al hombre como parte de ella. Son forajidos de las leyes de la vida. “Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas”, dice el dr. Ramón Carrillo.

Por Ricardo Arias – Carlos Muggeri – Agrupación Sudeste – Invierno 2020