“Avise donde baja. Hoy el mago Fafa no trabaja”

Cuando era pibe, solía regresar de la escuela en trasporte público y en un viejo micro Mercedes 911, en un parante tras el asiento del conductor, rezaba aquella frase. Claro, si no le avisabas de manera clara y correcta cuando ibas a bajar, te llevaba hasta la terminal y volvías caminando. Fafa era un mago creado por el genial humorista gráfico Alberto Bróccoli y cuyas historias se publicaban semanalmente en la revista Siete Días. El acto comunicativo que representaba ese hecho, para ser eficaz requería de un lector que entendiera el mensaje. Es decir, nada menos que comprender que la única forma de descender del micro en el lugar adecuado, dependía de avisar al conductor de manera clara y con el tiempo suficiente para el frenado, el lugar donde uno pretendía hacerlo. Pero, además, el conductor debía escuchar y poder entender el mensaje de su pasajero. Un simple hecho comunicativo que requiere del juego de dos hablantes con capacidad para escuchar y decodificar los mensajes.

Algo está sucediendo con esta catástrofe llamada pandemia por COVID 19, que aquella simple lógica comunicativa parece no funcionar entre Gobierno y oposición macrista. Es como si existiera un cortocircuito en la comunicación. Se hace referencia a un diálogo necesario y se ofrece ante quien quiera verlo una mascarada de diálogo, pero es solo eso una simulación berreta. Para dialogar en cualquier nivel, es necesario que las partes involucradas sean capaces de argumentar racionalmente sus posicionamientos frente al tema en disputa. Quién habla expone razones que son evaluadas por quién escucha, que a su vez instantes más tarde contra argumenta desde su mirada particular. Para que este circuito sea posible es necesario que todos estos elementos estén presentes. Si una de las partes, no argumenta y solo se remite a consignas vacías, y frases hechas, no hay dialogo posible porque no hay relato racional. La coalición opositora a la actual administración, pide diálogo y llegar a acuerdos que después desconoce y no cumple, como por ejemplo cerrar las actividades comerciales a las 11 de la noche, para permitir en su espacio territorial que ello se produzca una hora más tarde. O vociferar frases hechas, sobre algo en lo cual todos estamos de acuerdo, para esconder el verdadero meollo de la cuestión, como en la presencialidad escolar. Todos estamos de acuerdo en que la presencialidad es mejor que la virtualidad, pero ese no es el problema, sino bajar la circulación de gente en la CABA y el AMBA para bajar la circulación del virus.

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El frente político opositor no entiende el cartelito que dice “avise donde baja, que Fafa hoy no trabaja”, o peor, lo entiende, pero está dispuesto a hacer todo lo contario a aquello que nos aleje de una verdadera tragedia. No quiere que nos bajemos del micro, en la parada que entendemos es la mejor y nos quieren llevar a toditos ahí dentro, hasta que nos estrellemos contra una pared. Es la tanato-política de la cual Macri y sus adláteres saben mucho, fue y lo hicieron con Cromañón, fue y lo hicieron con Nisman y ahora pretenden que sean miles de argentinos.

Por José Manuel Grima – Ricardo Arias – Agrupación Sudeste