En los últimos 50 años, dos modelos pugnan por imponerse como salvadores de la patria, sin embargo el fracaso de ambos termina desnudando las falencias de base de nuestra sociedad.
8 de Julio de 1989, Carlos Menem asumía la presidencia Argentina y se implementa un modelo económico de corte liberal. El modelo logra contener la inflación y atraer capitales, desarrollando varios sectores de la economía.
12 años después el país atravesaría una de sus más terribles crisis, que culminaría con un desempleo récord, confiscación de los ahorros y una crisis social inhedita.
25 de mayo de 2003, Néstor Kirchner inaugura uno de los periodos de mayor expansión de la economía de los últimos 90 años, el desempleo cae, se refinancia la deuda pública y el consumo se expande a tasas extraordinarias.
12 años (si, al igual que con Menem) el proyecto culmina con una economía estancada, alta inflación y el Banco Central casi sin reservas.
Estos dos modelos, con actores diferentes y algunos matices, fueron los que intentaron implementar en el país varios gobiernos a lo largo de nuestra historia. Por lo menos en lo discursivo, uno hace foco en la distribución de la riqueza, las conquistas sociales y el desarrollo industrial. El otro pone su eje en la apertura económica, la responsabilidad fiscal y la modernización de la economía. Ambos fracasaron, aunque sus acérrimos defensores sostengan lo contrario.
La pregunta entonces es ¿Cómo puede ser que ninguno de estos modelos haya tenido éxito?
La respuesta es simple, ambos se diferencian en lo discursivo pero, en la práctica se parecen bastante. Ninguno de los dos pudo articular un proyecto de desarrollo de largo plazo, ambos terminaron en grandes crisis o dejaron allanado el camino para que ocurrieran con posterioridad. Ambos modelos terminan interviniendo de manera excesiva en la economía, ya sea por convicción o miedo a romper el status quo. Ambos modelos carecen de un entendimiento básico, para crecer y desarrollarnos como país se necesita de los dos, uno sin el otro no son posibles. Sino tenemos un plan industrial ambicioso siempre vamos a depender de una buena cocecha, así como sino tenemos disciplina fiscal vencer la inflación y atraer inversiones será complicado. Deseamos repartir mejor la riqueza, pero para ello necesitamos modernizar nuestra economía así generamos riqueza para repartir.
La intervención en la economía mediante una burocracia excesiva, genera sobre costos y la discrecionalidad del funcionario de turno que espera el “sobresito” para solucionar cualquier contingencia.
Un modelo de estado prevendario, que prefiere vivir del campo y generar negocios para los amigos mediante la obra pública va en detrimento de un modelo de desarrollo capitalista moderno, basado en la libre competencia.
A pesar de toda la responsabilidad que en esto tiene el estado, es imperioso no eludir la que nos cabe como sociedad. Los comportamientos erráticos en los que incurrimos a diario, tienen un costo económico subyacente, que no logramos percibir pero están ahí. El ventajismo, el facilisimo, el no apego a las normas, son solo algunas características negativas de nuestra sociedad.
Para iniciar un nuevo camino que nos lleve a una mejor sociedad, mas rica, más justa, dónde podamos progresar sin aplastar al otro, propongo una cosa:
Construyamos ese nuevo país “TODOS Juntos Por el Cambio”.
Por Lucas Lopez