Este vecino de Tigre, que desde hace 20 años que nos representa con sus obras en el mundo, ha dejado su huella en la ciudad donde reside a través de su arte, en la Capilla Nuestra Señora de la Divina Providencia, en Rincón de Milberg.
“Nos fuimos de Argentina después de la Guerra de Malvinas en el año ´84. Decidimos con Gachi irnos a vivir a San Francisco, donde tuvimos a nuestros tres hijos y donde permanecimos alrededor de 8 años. Allí hice en parte mi carrera y luego volvimos a la Argentina”, relató Andrés a NorteOnline sobre su historia personal.
Respecto a su elección de vivir en Tigre refirió: “Optamos por Santa María de Tigre, que fue el primer barrio cerrado de la zona, incluso antes de Nordelta. Fue la oportunidad para construir nuestra casa. Era el año 2001 y comenzamos la casa que era nuestro sueño, una casa hecha casi absolutamente por nosotros, con un diseño clásico y antiguo incluyendo sus puertas y ventanas de demolición. Es un estilo de casa que pretende ser la típica casa Inglesa de Tigre, techos de chapa, ladrillos a la vista. Pensé que el barrio se iba a forjar de esa manera, pero claro, era muy inocente al venir de afuera, después llegaron los cubos y las casas ultra contemporáneas. La mía quedó como si hubiera estado siempre ahí, bien tigrense”.
“Vinimos a este lugar buscando tener el rio cerca, buscando cierto contexto, un poco más desolado. Hoy por hoy nos encontramos con un Tigre absolutamente efervescente, lleno de nuevas propiedades, nuevos negocios, es decir que en 20 años se transformó y es otro Tigre. Pero a la vez esta ciudad tiene todo lo que tenía del conurbano bonaerense, es el lugar más pintoresco y el que más cosas ofrece, las lanchas colectivo, el delta, que era algo de lo que buscábamos. Hoy es un Tigre cambiado pero que no ha perdido nada de su raíz. Tenemos el museo que recicló Ubieto, dejándolo en perfectas condiciones, donde pude participar de la primera muestra de arte contemporáneo que se realizó ahí”, relató Andrés.
En relación a la realización de los vitreaux respondió: “Fui convocado por Juan Carlos Riquelme quien con Ángeles Bosch estaban organizando arreglos en la capilla, una capilla reciente que fue mudada del lugar original a la entrada del barrio. Les presenté diseños y bocetos de los posibles vitreaux para los medios arcos de la capilla, que son cuatro, al frente, atrás del altar y a los dos costados. Junto a Jorge Zembo, que es vitralista, realizamos los cuatro vitreaux y se los donamos a la capilla. No hay nada parecido en Tigre ni en el conurbano bonaerense”.
“Es arte contemporáneo en una capilla, logramos sin perder lo clásico que la luz creara el clima de los grandes templos. Con este criterio fueron hechos, vitreaux es luz, luz que pasa, que es transparencia, inspirados por algunos ejemplos que fue dejando el catolicismo en su historia y como yo no soy católico tomé de mi propio misticismo para poder crear estos cuatro vitreaux”, continuó Andrés.
Además explicó el artista que al ser arte abstracto a la gente le cuesta reconocer de que se trata “no hay imágenes, no hay ángeles, santos ni crucifijos, lo que hay es algo que desde hace 100 años se realiza continuando por los cambios sociales y culturales como la capilla que hizo Chagall o Matisse y otras muchas en Europa. Es el arte a través de la luz rodeando a los feligreses, que durante el día son cruzados por la luz y durante la noche lamentablemente no ya que no están iluminados artificialmente”.
“La capilla convoca a ser visitada. Yo creo que me quedé, me arraigué en Tigre a partir de entre otras cosas por la casa y por los cuatro vitreaux que diseñé para la capilla”, concluyó el artista.