Un aviso del municipio de Tigre fechado el 14 de febrero intima a los isleños a retirar los autos del playón ubicado a metros de las amarras Hugo del Carril. Hace seis años la Delegación de Islas había emitido credenciales personales habilitando y dando permiso a los habitantes de la Primera Sección para estacionar los vehículos en dicho predio.
El viernes pasado el Municipio de Tigre, a través de la Delegación Delta, hizo circular una escueta nota que decía: “A partir del día 18 de febrero del 2020, se procederá a la demolición y cierre total del predio privado ubicado sobre la calle Los Andes entre Juncal y Dardo Rocha. Se deberá retirar del lugar todo objeto y/o rodado (bicicletas, motos, autos). Vencida esa fecha todo será trasladado a depósito municipal.” Tal novedad parecería ser el final de una historia de extraños ribetes que comenzó hace aproximadamente seis años.
Durante la gestión del Delegado Darwin Sánchez, fueron emitidas autorizaciones bajo la forma de carnet, en la que se incluían datos personales del adjudicatario, tipo de vehículo y dominio o chapa patente. En la “Autorización de acceso a playa” se incluía también el nombre de la embarcación. El predio en cuestión se encontraba cercado y con un portón de acceso cuyas llaves eran solicitadas en las propias amarras Hugo del Carril. Si bien el lugar se encontraba ya en estado de descuido y abandono resultaba una excelente posibilidad de dejar los vehículos estacionados a metros de nuestros botes. Con el correr de los meses se colocaron un par de luces de calle en el interior y una cámara tipo domo en la entrada, que al poco tiempo dejó de funcionar – o por lo menos eso dijeron los funcionarios municipales en su momento -.
Transcurridos dos años llegó la noticia de que la Delegación de Islas tendría un nuevo y flamante edificio, pegado al estacionamiento. Para poder iniciar las obras se pidió que los vehículos fueran retirados del lugar. Por allí pasarían máquinas viales, yendo y viniendo, con materiales. Entre tanto el Delegado prometió que todo el predio sería mejorado y nivelado ya que el grado de destrucción que presentaba el suelo era comparable al de un terreno bombardeado. “En diez días van a poder dejar los coches nuevamente”, manifestó Darwin Sánchez. Pasaron los diez días, pasaron treinta y el almanaque siguió perdiendo sus hojas. Cuatro meses después, las pocas obras que se habían efectuados en la construcción del futuro nuevo edificio de la Delegación, se detuvieron. La noticia corrió como reguero de pólvora, el municipio de Tigre NO ERA PROPIETARIO DEL LOTE. Los más perversos opinaron que la municipalidad estaba usurpando un terreno ajeno, en el que también se encontraba el Ente de Turismo, sito en la rotonda de Juncal y Av. Ricardo Ubieto. De hecho el lugar había sido adquirido junto con otras propiedades – como el majestuoso palacete que se encontraba en la esquina de Lavalle y Boulevard Libertador San Martín, del otro lado del puente Sacriste, que fue demolido sin piedad – por el consorcio presidido por el magnate norteamericano David Rockefeller en la década del noventa, pero hace cuatro años fue vendido pasando así a manos desconocidas.
Tras la estampida no hubo mejora alguna del estacionamiento, es más, las máquinas que entraban y salían destruyeron el portón de entrada y el alambrado que da a la calle. Al terreno lo despedazaron, generando verdaderos cráteres de lodo en los que los coches se enterraban hasta el chasis. Y así quedó el lugar, en un estado de deterioro absoluto y a metros del centro turístico de Tigre.
Hubo varios intentos por volver a cerrarlo por parte de los vecinos, todos recibieron la misma respuesta: “El lugar es privado. No podemos hacer nada.” Se solicitó también al nuevo delegado que se removieran los cadáveres automotrices que iban apareciendo en el lugar ocupando importantes espacios. “El lugar es privado. No podemos hacer nada. La Dirección de Tránsito no puede ingresar a un predio privado.” Fue muy extraño ver como el municipio “que no podía hacer nada – porque – era – un – terreno – privado” alambró un sector para la guarda de motocicletas y bicicletas. También fue raro ver como comenzó a utilizarse el espacio para acopiar materiales dedicados a las obras comunales en las islas, así como también la aparición de una montaña de pallets que la Delegación arrojó en el estacionamiento bloqueando accesos y achicando espacios destinados a los autos, que todavía hoy se encuentran en el lugar.
En definitiva el sitio se transformó en un cachivache en progresiva decadencia que además era utilizado por turistas de fin de semana y vecinos del continente que dejaban hasta sus autos de alta gama. Por último el municipio “que no podía hacer nada porque el predio es privado” se mandó de golpe y porrazo a construir un tinglado para guardar maderas y materiales, pero no hubo ninguna intención de volver a colocar un portón para que los isleños pudieran estacionar sus autos con cierta seguridad.
Como dije anteriormente, la semana pasada, los usuarios fueron intimados a retirar los autos so pretexto de que el “dueño del lugar” comenzará prontamente a realizar obras, quien sabe de qué tipo. Ésta aparente excusa y pedido para que los isleños abandonen el estacionamiento llega justamente pocos días después de que se hayan registrado varios robos entre ellos seis baterías, diversas partes de los rodados y otros objetos guardados en su interior. Pero estos últimos delitos no son novedad, desde hace varios años los autos vienen siendo robados y dañados. Varias bicicletas fueron sustraídas del interior del cerco que, supuestamente, las protege. El panorama se completa con la aparición de algunas pobres personas sin techo, que duermen adentro de los coches abandonados. Es más, el edificio lindante, en el que se iba a construir la famosa Delegación de Islas está ocupado…. y el antiguo taller mecánico del Keepership también. En ellos viven indigentes que a mi entender no representan riesgo alguno.
Las denuncias y reclamos son piedras en los zapatos de los funcionarios que en vez de resolver de manera apropiada la problemática, se sacan el asunto de encima cerrando el lugar. El municipio que no podía ingresar al predio para hacer mejoras ni para retirar los autos abandonados porque el “lugar es privado” de pronto amenaza con llevarse los vehículos de los isleños a un depósito municipal. Cómo harán para hacerlo si no pueden ingresar es un misterio. Tal vez arrojen sogas desde la calle para enlazar paragolpes y tirar desde afuera hasta que los autos lleguen a la vereda.
En particular, me gustaría contar mi experiencia. Mi auto viene sufriendo daños desde el mes de marzo de 2019. Es incontable la cantidad de veces que me han roto los espejos. También destruyeron la antena, las luces, la patente, los limpiaparabrisas, la pintura, etc. etc. Hasta le sacaron tornillos a una de las ruedas en lo que parecería ser una especie de intento de homicido. Radiqué una primera denuncia en el Puesto Dársena de Policía de Islas que, más rápido que ligero, fue archivada por la fiscalía de Rincón de Milberg. Luego opté por dejar el automóvil afuera del playón, en la calle de acceso a las amarras, también fue vandalizado. Por último me decidí a estacionarlo en la esquina de Juncal y Av. Ricardo Ubieto, frente al ex ente de Turismo y a la vista de la cámara que se encuentra en la rotonda, pues volvieron a romperlo. En ésta ocasión me dirigí personalmente a la fiscalía en donde tomaron mi exposición y prometieron pedir las cámaras al COT. No pasó nada. Entonces presenté una nota por Mesa de Entrada de la municipalidad, dirigida al intendente Julio Zamora, explicando que a metros de las cámaras de seguridad mi coche estaba siendo destrozado desde hacía prácticamente un año. A los pocos días recibí el llamado de un fulano de la Secretaría de Protección Ciudadana que manifestó que nada podían hacer, que era imposible brindarme las grabaciones de la cámara si no era a través de un pedido de la fiscalía. En definitiva, lo único que obtuve del municipio fue una multa por dejar el coche mal estacionado en un lugar en el que no hay ni línea amarilla en el cordón, ni un cartel de “Prohibido Estacionar”.
En vista de toda ésta cronología el cierre del estacionamiento parecería estar más ligado al hecho de quitarse una papa caliente de las manos que a otra cosa.
Por Fernando Uzal *
*vive en el Delta desde el año 1996. Es periodista y fue jefe de prensa en diferentes rubros, subdirector de prensa del Ministro de Justicia de la Provincia de Buenos Aires León Arslanián y vocero en Presidencia de la Nación. También ofició de director del Boletín Isleño.
Fuente: San Fernando Nuestro