A 212 años de aquel 25 de Mayo, ¡Viva la Patria!

Hoy estamos celebrando un nuevo aniversario de aquel primer grito independentista. Ese que permitió constituir el Primer Gobierno Patrio para desterrar definitivamente el tutelaje imperialista y saqueador del reino español. Aquellos criollos, los protagonistas de este episodio inaugural, entendieron que el camino debía ser la libertad y la independencia económica, y por eso no titubearon en construir una revolución con ese ideario, que comenzó a desarrollarse el 25 de Mayo de 1810.

Cuando, dotados de la determinación y la osadía necesarias en estos casos, nuestros primeros patriotas tomaron la decisión de quebrar los vínculos con la España colonialista, no solo estaban dando los primeros pasos para constituir nuestra nación, sino que realizaban, también, una hazaña fundamental: estaban pariendo a nuestro pueblo argentino. Los rezagados de nuestro suelo; esclavos y pobres marginados por el sistema desigual con el que se procuraba quebrar, fueron incorporados a la política, y obtuvieron los derechos que todo ciudadano debe gozar ante la Ley. Ya nada sería igual. Tiempo después, a mediados del siglo XX, el General Perón, el gran continuador de esta gesta democratizadora, se ocupó de incorporar definitivamente a este pueblo en nuestra economía, dignificando al trabajador y sumando la bandera de la Justicia Social a las de Independencia y Libertad.    

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Nuestro presente nos encuentra nuevamente ante la misma necesidad de redefinir los destinos de nuestra Patria: debemos generar las condiciones de una “nueva revolución” que le permita al pueblo vivir en condiciones de justicia y dignidad. Quienes reivindicamos este camino de dos siglos no podemos tolerar que existan argentinas y argentinos que vivan en la exclusión y el hambre, en un país que produce alimentos para 500 millones de personas. Esa es una herida lacerante que nos debe incomodar permanentemente si nos consideramos militantes comprometidos con las causas populares, verdaderos peronistas de las mejores tradiciones.

Claro que para esa “nueva revolución” no va a hacer falta iniciar una lucha fratricida, mucho menos condenar al martirio a compañeras y compañeros por pelear por su dignidad. En un mundo globalizado y tecnológicamente integrado, solo es necesario poder esgrimir las mejores ideas y sus intérpretes; aquellos que tienen que definir cómo y por dónde es el camino del nuevo poder.

La Pandemia del COVID-19 viene dejando un saldo de más de 525 millones de infectados y más de 6 millones de muertos a la fecha. La guerra en Ucrania ha generado un cambio muy grande en el tablero político mundial, que trae consigo gravosas consecuencias económicas. El saldo es que, en estos últimos dos años, la humanidad asiste impávida a la profundización del paradigma neoliberal: los pobres son cada vez más pobres en la participación del PBI mundial; y los ricos son cada vez más ricos. En Argentina, para colmo, debimos enfrentar estos desafíos mientras solucionábamos el inmenso problema que representan las deudas adquiridas por el gobierno anterior, que en nada le sirvieron a nuestra sociedad. El resultado es una situación inadmisible: el salario medio perdió más de un 30% de su poder adquisitivo. En cambio, el 10% más rico multiplicó en un 70% sus ganancias. No es una opinión, son los datos reales de una Argentina injusta.

La gran tarea de nuestro movimiento es poder salir de la trampa de la “Administración de la Pobreza”, es decir, del gerenciamiento, desde el Estado, de políticas sociales a través de una tabla de Excel que determina la cantidad de beneficiarios de planes sociales, el porcentaje de aumentos, las altas, las bajas, etc. No podemos permitir que nuestro Estado Nacional se convierta en un camión de bomberos únicamente abocado a resolver con parches un conjunto de emergencias sociales, mientras se admite impotente ante sus causas más profundas.  

Eso está muy lejos de ser peronismo. La irrupción de nuestro movimiento en la Patria hace más de 70 años de vida política tuvo siempre como objetivo profundizar en la transformación de la realidad, para convertir los sueños colectivos en realizaciones, para llevar justicia social y dignidad a cada familia. Por eso, es imperioso salir de la comodidad de intentar alcanzar “consensos” con quienes no están interesados en consensuar nada. No entender -o elegir obviar- el carácter contradictorio de los intereses en juego es una pérdida de tiempo, y genera un desgaste político que atenta contra la sociedad en su conjunto. Tenemos que incomodar, tenemos que ser consecuentes con nuestro sujeto social histórico, tenemos que confrontar con nuestras mejores armas: las ideas de Juan Domingo y Eva Perón, que sentaron las bases de una gran nación con un pueblo feliz. Dejemos de ser Gendarmes de la Miseria.

Los enemigos históricos de la patria, representados hoy por los grupos financieros concentrados y sus multimedios, obturan todos los días, procurando imponer que el camino de salida es ser “libertario”, antiestado, anticasta, meritócrata e individualista. No hay novedad en esta visión del mundo que se propone a sí misma como “actual”. Se trata de un camino que no haría otra cosa que profundizar aún más las desigualdades en la región. Inventan candidatos de cara a las elecciones del 2023, que compiten entre sí para ver quién es el que promete la conculcación más grande de derechos sociales o la eliminación más definitiva del poder de negociación de los sectores vulnerables. O incluso, ante la ausencia de cualquier idea seria para combatir la inseguridad, prometen meter “balas” para solucionarlo la conflictividad social. La banalidad del mal encarnada en candidatos promotores de “lo nuevo”.

Nuestra misión es clara y no podemos dejar de intentarlo: se lo debemos a la Patria, a nuestro Pueblo y a nuestra Historia. Necesitamos recomponer la certidumbre, la creencia en que vamos a salir de esta crisis y que pronto vamos a poder volver a soñar en grande. Con desarrollo, con trajo y con inclusión. Como lo hicieron hace 212 años atrás nuestros patriotas. Tendremos que poner lo mejor de cada una y cada uno de nosotros, dejando de lado las vanidades personales para consolidar una Solidaridad y Unidad Monolítica frente a la amenaza neoliberal. Si lo logramos, la victoria estará de nuestro lado, y solo entonces podremos gritar orgullosos, una vez más: ¡VIVA LA PATRIA!


Por Javier Rehl – Subsecretario de Asuntos Parlamentarios y Electorales Ministerio de Gobierno Provincia de Buenos Aires