1° de Mayo: Liberar al Trabajador Argentino

Por Coni Darchez*

Cada 1° de mayo, la Argentina revive un ritual vacío: actos sindicales, discursos repetidos y la celebración de un modelo laboral que ya no existe. Mientras tanto, la mitad del país trabaja en la informalidad, el desempleo castiga a millones y los jóvenes más preparados se van. Lo que debería ser una jornada para honrar el esfuerzo individual, se ha convertido en una defensa de estructuras caducas que empobrecen a todos, menos a sus dirigentes.

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Desde mediados del siglo XX, el peronismo construyó un relato en el que el Estado es el gran dador de trabajo y derechos. Se consolidó una red sindical corporativa, concentrada en pocas manos, que encontró en el control y la confrontación su razón de ser. En 1946 se institucionalizó un sistema que convirtió al trabajador en rehén del Estado, al empleador en sospechoso, y al sindicalismo en casta.

Aquella Argentina que, en los años 30, tenía salarios reales entre los más altos del mundo y atraía inmigrantes por su dinamismo productivo, hoy expulsa talento. Con un 45% de informalidad, miles de pymes quebradas por juicios laborales, y una economía que no genera empleo privado desde hace más de una década, el fracaso es evidente.

El trabajo genuino no surge por decreto. Nace donde hay inversión, estabilidad jurídica y libertad para producir. Por eso, el gobierno de Javier Milei plantea un giro histórico. El DNU y la Ley Bases no son “ajustes salvajes”, sino intentos por devolver racionalidad a un sistema que castiga al que produce y protege al que impide. La propuesta de reemplazar indemnizaciones por un fondo de cese laboral, la desregulación del empleo y el combate a la industria del juicio no quitan derechos: los devuelven.

Como escribió Alberdi, “gobernar es poblar, pero también dejar trabajar”. Y trabajar, en libertad, es el único camino posible hacia la dignidad. Hoy no hay dignidad en un sistema que encadena al trabajador al puntero, al empresario al miedo y al país al estancamiento.

Este Día del Trabajador no debe ser un acto nostálgico, sino una oportunidad para elegir un modelo distinto.

El trabajo no se garantiza. Se conquista. Y la única herramienta legítima para hacerlo es la libertad. O elegimos ser un país de trabajadores libres o seguiremos siendo una sociedad de pobres sometidos.

*Coni Darchez – Concejal Liberal en Vicente López