Por Lic. Javier Forlenza
La educación es uno de los principales desafíos sobre los que debemos sentar las bases del siglo XXI. Mucho escuchamos hablar de la importancia de la educación, pero al momento de definir los presupuestos los mismos no reflejan lo fundamental de una de las políticas de Estado que mayor atención debería tener para reducir la pobreza, construir la riqueza y alcanzar la igualdad, tan anhelada, por cierto.
Tal como postulamos en nuestro libro “Ciudades que se Piensan, Ciudades que se Hacen”, es necesario ir camino hacia una administración pública eficiente, eficiente en el uso de los recursos en relación con los objetivos que se pretenden alcanzar, que a propósito no se reduce a recortar, sino más bien a planificar la inversión. Objetivo alcanzable solo con horas y horas de trabajo en la gestión de las políticas.
En tiempos donde el concepto de “equilibrio fiscal” ha tomado tanta notoriedad, es necesario poner en valor las palabras de su Santidad Francisco “El pacto fiscal es el corazón del pacto social”, los números claramente deben cerrar, pero no pueden estar desacoplados de las necesidades sociales, y mas aún a costa de la desinversión en políticas que son significativas para escribir el presente y el futuro del país.
La educación es una de las principales herramientas en las que hay que invertir plata, ya que como suele decirse es la base de todas las profesiones y a su vez la que más actualización requiere para afrontar los retos que nos impone este siglo, que además es un siglo donde la tecnología acelera los cambios y nos exige revisar las practicas de manera permanente.
Vayamos al grano como suele decirse, y hablemos de plata, porque cuando se quiere saber las prioridades de un gobierno basta con mirar su presupuesto. El presupuesto y el calculo de recursos es la principal herramienta para la gestión de la política pública. Entonces repasemos los números, en el 2023 la inversión en educación fue de 1,48% del Producto Interno (PBI), en el 2024 0,91% del PBI y se proyecta para el 2025 que alcance el 0,88 % del PBI, la inversión en educación, todavía todos los presupuestos de los últimos años lejos están de lo que se proponía la Ley de Financiamiento Educativo (2005) de alcanzar el 6% del Producto Bruto Interno en materia educativa.
Para profundizar, a continuación, compartimos un grafico del Observatorio Argentinos por la Educación, que da cuenta con mayor precisión de lo que venimos exponiendo hasta aquí, y que motoriza nuestro enfoque acerca de la necesidad de invertir en educación.
Fuente: Elaboración del Observatorio Argentinos por la Educación
Atendiendo a la caída y a los leves repuntes que ha tenido la inversión en educación en los distintos periodos, y que dan cuenta de la falta de sostenibilidad como política de Estado a largo plazo, es que creemos imperioso que este cómo prioridad en los debates y en los presupuestos, porque entendemos que nos estamos perdiendo de fortalecer uno de los pilares fundamentales para una Nación, sus recursos humanos.
En la era del conocimiento, es inexplicable e imperdonable querer construir ciudadanía sin invertir en educación. Educación que debe ser posibilitadora de abrir puertas a la proyección, al mundo del trabajo, a proyectos de vida y a los nuevos desafíos tecnológicos.
En algo nos debemos poner de acuerdo, que sea en la educación. Educar es un acto de libertad, con presupuesto.