“Millones de argentinos y argentinas, creyentes y no creyentes, tienen la profunda convicción de que hay vida desde la concepción y es injusto y doloroso llamarlos anti-derechos o hipócritas. En realidad, valoramos y defendemos los derechos de toda vida y de cada vida. De toda mujer y de cada niño o niña por nacer”, afirmó el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Vicente Ojea, al presidir este domingo 8 de marzo, la misa por las mujeres y la vida a los pies de la Virgen de Luján.
El obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Vicente Ojea, celebró hoy la Misa por las mujeres y la vida ante una multitud de personas reunida frente a la basílica de Luján, donde sostuvo el rechazo de la Iglesia a la despenalización del aborto y abogó a “discernir prioridades y no elegir temas que enfrenten a los ciudadanos y atenten contra la fraternidad como pueblo”.
“Sin fraternidad no hay pueblo -añadió- y si no hay fraternidad siempre habrá buitres dispuestos a rapiñar nuestro país”.
El presidente del episcopado argentino señaló que hoy “venimos desde diversos rincones de la Patria, a los pies de la Virgen, a pedir por todas las mujeres para que se respete su vida, su integridad y sus derechos, superando todo tipo de exclusión. Pero de un modo especial, queremos celebrar y agradecer, la cercanía y el compromiso de las mujeres con la vida. Esa vida amada entrañablemente por Dios”, expresó.
Monseñor Ojea exclamó seguidamente que “millones de argentinos y argentinas, creyentes y no creyentes, tienen la profunda convicción de que hay vida desde la concepción y que una persona distinta de su madre va desarrollándose en su seno. Es injusto y doloroso llamarlos anti-derechos o hipócritas. En realidad, valoramos y defendemos los derechos de toda vida y de cada vida. ‘¡De toda mujer y de cada niño o niña por nacer!, expresó el obispo de San Isidro y la multitud congregada en la Plaza asintió con intensos aplausos y ovaciones.
“Deploramos con todas las fuerzas de nuestro corazón -clamó a continuación- la crueldad de los femicidios y todo tipo de violencia y discriminación ejercida contra las mujeres. Condenamos el abuso en todas sus formas sexual, psicológico, y de poder, cualquiera sea el ámbito en el que se produzca, en la familia, en el trabajo, la escuela, en la calle y dolorosamente lo decimos también en la Iglesia. Renovamos en esta Eucaristía nuestro compromiso de desterrar de entre nosotros una cultura que pueda favorecer el encubrimiento y cualquier tipo de silencio cómplice ante este delito”, subrayó.
Y agregó: “Pero con la misma pasión con la que afirmamos esto último, decimos también que no es lícito eliminar ninguna vida humana como afirma nuestra Constitución Nacional. La violencia y la muerte son exactamente lo contrario del proyecto de Jesús. La vida es el primer derecho y sin él no puede darse ninguno más. Lo reclamamos para todos en cualquier edad o situación en la que se encuentre esa vida y de un modo especial para quien se halla débil, desprotegido e indefenso”, pidió monseñor Ojea.
“Si por respeto a la biodiversidad no podemos descartar la riqueza enorme de cada partícula de la naturaleza, cuanto más se aplica esto al respeto por la vida de cada ser humano por más pequeño que sea”, dijo más adelante.
Finalizando su homilía el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina reclamó “que el diálogo sea el camino de los debates sociales en nuestra Argentina, que se puedan analizar la complejidad de las situaciones desde el respeto, el discernimiento y la razón y no desde la dialéctica emocional de quien se impone y silencia al que piensa y siente distinto. La descalificación y la estigmatización no hacen más que profundizar las divisiones entre los argentinos”.
“Le pedimos a nuestra Madre que nos enseñe una verdadera pedagogía del cuidado, que nos preserve de la conciencia aislada e individualista y del deterioro de nuestros vínculos y que nos guíe por el camino de la fraternidad que es el camino del evangelio”, concluyó.