Garantizar el Derecho a la Educación en Argentina es un desafío que involucra a todo el ecosistema educativo. Cada uno de los actores de este ecosistema tiene la responsabilidad de trabajar en pro de una educación para todos los niños, niñas y jóvenes. Ante el comienzo de un nuevo ciclo lectivo, se renuevan el desafío de demostrar que una educación universal es posible, y que la educación es clave en el proceso de crecimiento y transformación de una sociedad.
Además de un derecho humano básico y habilitante para ejercer el resto de los derechos, la educación es condición esencial para el bienestar humano de hombres y mujeres, así como para el desarrollo integral y sostenible de los pueblos. A pesar de que las tasas de matriculación se han extendido notablemente en las últimas décadas y de la variedad de reformas educativas de diversos matices y orientación, en América Latina y el Caribe, y específicamente en Argentina, los sistemas educativos están marcados por una profunda inequidad y una baja calidad que los vuelve incapaces de responder a las necesidades y demandas de los tiempos que corren.
Una deuda pendiente
Cifras tomadas de estudios realizados por la UNESCO nos dan cuenta del estado de la atención educativa en Latinoamérica para los distintos grupos de edad. En la región, solamente el 76,2% de la población entre 3 y 18 años se encuentra asistiendo a programas de educación preescolar, primaria o secundaria. Esto significa que hay 35,5 millones de personas en edad de escolarización que no asiste a centros educativos. En Argentina, según el Observatorio “Argentinos por la Educación”, sólo seis de cada diez estudiantes secundarios terminan el ciclo en el tiempo esperado, tres de cada cuatro niños y niñas de 3 a 5 años van al jardín de infantes y nueve de cada diez asiste a la primaria.
“La educación integral y de calidad, siguen siendo un desafío global. A pesar de los objetivos y metas formulados año tras año por los principales organismos internacionales, el acceso a la educación sigue siendo un derecho desigual en casi todo el mundo”, afirma el padre Pablo Corbillón, delegado episcopal para la Vicaría Pastoral de Educación. “Los datos empíricos indican que se ha progresado en la participación de los niños y niñas en el sistema educativo argentino. La matriculación de los jóvenes en los distintos niveles se ha incrementado con el correr de los años, y se evidencia que la brecha de género se ha reducido. Pero también es cierto que todavía hay mucho trabajo por delante, si queremos que se todos los niños, niñas y jóvenes tengan la oportunidad de aprender”, agrega.
La educación católica es considerada como un aspecto fundamental de la misión de la Iglesia, por esa razón, en 1998, el entonces arzobispo S.E.R. Jorge Mario Bergoglio creó la Vicaría Episcopal de Educación de la Arquidiócesis de Buenos Aires. “En la Arquidiócesis hay alrededor de 255 entidades educativas católicas, dentro de las cuales 68 dependen del Arzobispado de Buenos Aires. En su primera década los colegios del Arzobispado contaban con 38.500 alumnos, lo que representaba un crecimiento del 80% en la matrícula. Hoy, a 22 años de su creación, la Vicaría continúa con su misión de acompañar y promover la acción pastoral en el ámbito de la educación en aquellos colegios parroquiales y congregacionales de toda la Ciudad”, cuenta el Padre Pablo Corbillón
Al cumplirse 400 años de la fundación de la Diócesis de la Santísima Trinidad del Puerto de los Buenos Ayres, creada por el Papa Paulo V, en 1620, y pensando en los desafíos educativos, Mario Aurelio Cardenal Poli, comparte unas palabras del Papa Francisco: «La Iglesia siempre quiso desarrollar para los jóvenes espacios para la mejor cultura. No debe renunciar a hacerlo porque los jóvenes tienen derecho a ella. Y “hoy en día, sobre todo, el derecho a la cultura significa proteger la sabiduría, es decir, un saber humano y que humaniza. Con demasiada frecuencia estamos condicionados por modelos de vida triviales y efímeros que empujan a perseguir el éxito a bajo costo, desacreditando el sacrificio, inculcando la idea de que el estudio no es necesario si no da inmediatamente algo concreto. No, el estudio sirve para hacerse preguntas, para no ser anestesiado por la banalidad, para buscar sentido en la vida (…)».
Educar no es solamente trasmitir conceptos
Al comienzo de cada ciclo lectivo, los sueños de una escuela universal se renuevan. “Desde la Iglesia vamos en busca de aquellos que todavía, por diferentes motivos, no forman parte de la comunidad educativa”, expresa el Padre Pablo Corbillón. Y además agrega: “No se trata sólo de garantizar el acceso a la educación, también necesitamos transformar los modelos de enseñanza, innovar sin perder los valores esenciales basados en la Fe, resignificar la importancia de escuchar y respetar al otro, de enseñar a convivir en sociedad. Es hora de pensar en una mejor educación para una mejor sociedad, y esto es posible si lo construimos entre todos: familia, escuela e instituciones sociales, culturales, religiosas”.
“Colaborar en la educación de las futuras generaciones no es algo del mañana, sino del hoy, del tiempo presente”, afirma el Padre Pablo Corbillón. Es por ello, que la Vicaría Episcopal de Educación de la Arquidiócesis de Buenos Aires, cuenta con un importante cronograma de actividades y acciones educativas y culturales para el año calendario 2020, donde se destaca el XVIII Foro de Educación de Buenos Aires; los talleres de formación permanente; encuentros cívicos e interreligiosos con la familia y la comunidad; y la segunda etapa de la experiencia Eutopía, un modelo educativo transformador e innovador que durante el año 2020, involucra a 32 escuelas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; y la continuidad del Programa de educación ProFuturo, puesto en marcha en 2016 por Fundación Telefónica y “la Caixa”, que tiene como misión reducir la brecha educativa en el mundo proporcionando una educación digital de calidad a niños y niñas en entornos vulnerables de Latinoamérica, el Caribe, África y Asia.