En el marco de la Cumbre Mundial de Alcaldes C40 “Unidos en acción”, en la tarde del jueves 20 de octubre se llevó a cabo un Foro de Diálogo Interreligioso y Social.
El encuentro tuvo lugar en la Usina del Arte, y contó con la participación de líderes religiosos, comunidades de fe e instituciones. Por primera vez, una actividad de estas características forma parte del programa oficial de una cumbre mundial.
Entre los temas de reflexión estuvieron el cambio climático y el cuidado del planeta. Los líderes religiosos entregaron además una proclama a los alcaldes presentes en la Cumbre. La misma fue leída por Federico Pugliese, director general de entidades y cultos.
Se presentó, asimismo el libro “Aportes de las religiones frente al cambio climático”, que fue entregado a cada uno de los asistentes.
La conferencia final del foro -que fue coordinada por Santiago Kovadloff- contó con la participación del secretario general y de Relaciones Internacionales, Fernando Straface; el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Vicente Ojea, y del ministro de la Corte Suprema de la Nación, doctor Ricardo Lorenzetti.
En su intervención, monseñor Ojea citó la encíclica Laudato si’, del papa Francisco, quien recuerda que “nuestra casa común es también como una hermana con la que compartimos la existencia y como una madre bella que nos acoge en sus brazos”.
Esta hermana, advirtió el obispo, “clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso en los bienes que Dios puso en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla”, lamentó.
Ante el crecimiento del subjetivismo “que coloca al hombre frente a la naturaleza”, el prelado recordó que “nosotros mismos somos tierra”, y alertó sobre el uso de la naturaleza como “objeto de dominio” y de extracción. De allí, señaló, “que hayamos naturalizado la contaminación del agua, el aumento de las emisiones de gas, la desertificación por la tala indiscriminada de árboles y la perdida de la biodiversidad”.
Al respecto planteó: “¿Dejaremos a las generaciones futuras escombro, desierto y suciedad?”.
“El ser humano abandonó su condición de administrador y de guardián de los bienes de la tierra porque se ha venido apoyando en la falsa seguridad del paradigma tecnológico que lo ha hecho creer que podía dominarlo y controlarlo todo”, insistió monseñor Ojea.
Los miembros de las confesiones religiosas, exhortó, “tenemos la misión de contribuir como habitantes del planeta y de colaborar en la formación de una relación nueva, de un nuevo vínculo con el medioambiente, de nuevos vínculos en la convivencia social, en la relación con nosotros mismos y en la relación con Dios”, y así reflejar “una auténtica armonía”.
En esa línea, llamó a vivir “una nueva espiritualidad que nos libere del descuido, de la indiferencia y el abandono”, fundada en el cuidado, que es “lo que se opone a la indiferencia”.
Para ello, llamó a hacer uso de la responsabilidad, la otra cara de la libertad, para “cuidar nuestra casa común, en la que habitamos y en la que debemos encontrar nuestro lugar”, combatiendo la cultura del descarte y entrando en la cultura del cuidado de la vida, haciendo a su vez, más fraterna la convivencia social.
“Es preciso un cambio de mirada para madurar la espiritualidad del cuidado”, sostuvo.
Las palabras finales estuvieron a cargo de Omar Abboud, responsable de la Unidad Proyectos Especiales para el Diálogo Social.