En 1913, a sus recientes veintidós años, llegó a la República Argentina, acompañada de su esposo, Don Francisco Escalona, quien se empleó en el ferrocarril central argentino; aquel impulsor y precursor del desarrollo económico y social de todo nuestro “interior”. En un primer momento se radicaron en la localidad bonaerense de Campana, para luego recalar en Zárate, formando una familia compuesta por seis hijos, cuatro mujeres y dos varones.
El 24 de Abril de 1924 fallece Don Francisco Escalona y Doña Miguela, como la llamaban todos, solicitó trabajo al ferrocarril a fines de poder brindar el sustento diario a sus hijos. Afortunadamente, logró ingresar al central argentino el 14 de Octubre como guardabarrera en Zarate. Luego fué trasladada a Benavidez, siendo nuevamente relocada en Pacheco y por último, en 1928, habiendo sido asignada a la barrera de la parada km 35, actualmente “El Talar”, situado en el municipio de Tigre.
Junto a sus hijos vivía en una precaria vivienda ferroviaria. Sus únicos vecinos eran los “Visini” y los “Barreiro”, ambas familias ferroviarias. El resto era campo. Doña Miguela vió construir el asfalto de la ruta 197 frente a su barrera, en 1931, y el nacimiento del pueblo “El Talar” en 1935. El 3 de Noviembre de 1945 se retira del ferrocarril, pero se queda a vivir en El Talar, donde muere en Junio de 1954. En la ciudad aún viven sus hijos, nietos y bisnietos.
Todas las personas que la conocían coinciden con que era una mujer muy soñadora y, sobre todo, trabajadora, la cual zarpó desde España en búsqueda de un sueño. Jamás se dió por vencida, a pesar de las dificultades que tanto ella como sus hijos debieron enfrentar.
La ciudad de “El Talar”, al cumplirse 50 años de su muerte, propuso que la plaza que se encuentra junto a las vías del tren lleve su nombre, en homenaje a una mujer que apostó a que sus hijos tengan un futuro en este pueblo, cuando el mismo aún era un sueño.
Por Angie Brandoni
#EL TALAR PUEDE