“Después que rebotó en el Senado de la Nación el proyecto de ley abortista -comenzó diciendo monseñor Aguer-, los llamados grupos verdes o los pañuelos verdes –digamos así-, y otros grupos más laicistas o de izquierda promovieron el proyecto de separar la Iglesia del Estado. Habría que ver qué significa esa expresión. ¿Es que ahora la Iglesia está juntada o no sé qué? Esa idea de separar la Iglesia del Estado, en el fondo, viene a contradecir toda la gran tradición histórica nacional”.
La gran tradición histórica argentina
El prelado prosiguió refiriendo algunas etapas de esa tradición: “Ya la Primera Junta de Gobierno, el 25 de Mayo de 1810, decía que “proveerá por todos los medios a la conservación de nuestra religión santa”. El 24 de marzo de 1816, el ya reunido Congreso de Tucumán juró “conservar y defender la religión católica”. Y luego hay una serie de estatutos provisionales que indican lo mismo: el Estatuto Provisional de 1815, el Reglamento Provisorio de 1817, la Constitución de 1819, la Constitución de 1826 que dicen que “la religión católica, apostólica romana es la religión del estado”. Y luego la Constitución de 1853 como todos sabemos incluye ese artículo 2° donde se dice que “el Gobierno Federal sostiene el culto católico, apostólico, romano”. Ha habido una discusión respecto de que significa “sostiene” y si eso significa simplemente que les tira unos mangos a los curas. En la época se aclaró muy bien, los Constituyentes mismos aclararon muy bien, que no significa eso sino que es la continuidad de aquella tradición que he esbozado”.
“Es decir que vemos cómo la religión católica ocupa un lugar fundamental en la estructura institucional del país. Nadie ignora que la Constitución Nacional de 1853 se fundamentó en la “Bases” de Juan Bautista Alberdi pues ese era el proyecto de Constitución. Alberdi decía: “La Confederación adopta y sostiene el culto católico y garantiza la libertad de todos los demás” y, por tanto, de aquí se sigue que “será necesario consagrar el catolicismo como religión del Estado sin excluir el ejercicio público de los otros cultos cristianos”.
El proyecto de nuestros padres fundadores
“Vemos que hay antecedentes muy claros acerca de qué quisieron hacer nuestros padres fundadores. José Benjamín Gorostiaga dice que “la religión está íntimamente ligada al bien del Estado, todo hombre convencido del origen divino del Catolicismo miraría como un deber del Gobierno mantenerlo y fomentarlo”. Observen que hay algo que va mucho más allá que hacer un aporte económico. Y Alberdi, en el artículo 2° de la Constitución consideraría un absurdo que el Estado pueda tomar a su cargo el mantenimiento de un culto que no es el propio o sea que si va a “sostener” un culto es porque es el culto propio. Incluso en el proyecto de Código Penal, de Carlos Tejedor, que era un hombre liberal, se decía que había que incluir un capítulo sobre los delitos contra la religión”.
Echaron la culpa a la Iglesia católica
“Esto viene muy al caso de lo que está pasando hoy. Como decía al comienzo, del fracaso de la ley abortista le echaron la culpa a la religión católica como si el aporte de nuestros hermanos evangélicos no hubiera sido fundamental para movilizar al pueblo contra semejante atropello. No fue solo la Iglesia Católica la responsable, pero los laicistas de siempre aprovecharon la situación para desembolsar su viejo proyecto diciendo: ‘vayamos más allá, saquemos el artículo 2° de la Constitución y desliguemos completamente al Estado de la religión católica’.
“¿Qué quedará de todo esto? -se preguntó Aguer-. No lo sabemos muy bien. Sabemos sí que el Episcopado Argentino hizo un gesto, un signo generoso, diciendo que renunciará a los 130 millones de pesos que da el Gobierno. 130 millones de pesos o sea el 0,005 por ciento del Presupuesto Nacional y un 5 o 6 por ciento de lo que gasta la Iglesia. ¿De dónde van a salir esos 130 millones? Dicen que lo van a sacar de los colegios católicos aunque yo no sé si los padres de los alumnos de los colegios tienen la obligación de poner ese dinero. Acá habrá que discutir eso y yo no veo muy sensato todo esto”.
Ni la Iglesia ni los argentinos podemos renegar de la tradición
En la parte final de su reflexión monseñor Aguer señaló que “la cuestión clave es esta: Si renunciamos a esa tradición que dice cuál es el papel de la Iglesia Católica en la estructura institucional de la Argentina, y si aceptamos incluso renunciar a esos 130 millones de pesos, lo que habría que exigir es que queden abolidas todas esas leyes inicuas que se han promulgado en los últimos años; leyes que destruyen la familia, la escuela y demás. O declaremos que la Argentina es un país ateo, un país anticatólico”.
“Esto no son sutilezas sino cuestiones fundamentales y me parece que las referencias que hice de las declaraciones, estatutos y aún de la Constitución Nacional, en las que se ve que hay una tradición histórica en la Argentina que señala cuál es el papel de la Iglesia Católica, a eso ni la Iglesia ni los argentinos podemos renunciar”, concluyó monseñor Aguer.