En mi nota anterior “Operativo Cóndor: tres años presos por izar la bandera” , relaté el episodio ocurrido el 28 de septiembre de 1966, cuando un grupo de 18 jóvenes, tras secuestrar un avión de Aerolineas, desembarcaron en Malvinas y durante 36 horas hicieron flamear la bandera argentina.
Al regreso al continente fueron procesados y condenados a dos y tres años de prisión. Mi reflexión posterior fue: ¿Qué motivación tan profunda lleva a un grupo de jóvenes a exponer su vida, y a pagar con la cárcel, el pequeño pero gran gesto de hacer ondear la bandera azul y blanca en suelo malvinense? . Antes de subir al avión ninguno preguntó, que cargo en el estado le iban a dar, que candidatura le aseguraban, que aumento de categoría salarial podía recibir, nada de eso pasaba por sus cabezas. “Lo menos es que nos lleven presos a Inglaterra, lo más glorioso que caigamos en el intento” había arengado Dardo Cabo.
Hoy que la militancia política ha pasado a ser una carrera profesional. Hoy que casi todo se mide en términos de “toma y daca”. Hoy que la mayoría pregunta por el contrato o cuantos planes hay para repartir antes de sumarse a un grupo. Hoy es bueno recordar las virtudes de una generación que tuvo muchos defectos y que cometió grandísimos errores, pero como dijeron en su proclama: “Luchamos por esta patria que se merece el sacrificio de sus hijos…”
La segunda parte de esta historia, trata sobre los caminos políticos signados por la violencia que tomaron cada uno de ellos. La década 66-76 será una década marcada por la participación política juvenil, en un entorno de ascenso de luchas violentas. Estas luchas violentas, van a encontrar a los cóndores en bandos distintos.
La historia que no es binaria
En mis escritos intento siempre romper con el relato binario de la historia: buenos y malos, blanco o negro. Y sostengo que en cada caso, hay que situar a los personajes en su contexto histórico. Como diría Jose Ortega y Gasset “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”. O sea el sujeto y el mundo en el cual nos toca trajinar. La geografía, la época y el entorno también nos configura. Ello trazará biografías distintas. Y en tren de observar y opinar o abrir juicio sobre esas biografías distintas existe un cuarto elemento: la subjetividad del observador.
La subjetividad del observador también esta condicionada por la geografía, época, entorno e ideología. Suelo dar un ejemplo: nuestro padre de la Patria Don Jose de San Martin tenía 34 años años, cuando sedujo y tomo por esposa a Remedios de Escalada de solo 14 años. Advierto a los émulos de San Martín, que hoy, seducir a una fémina de esa edad, tiene penas de tres a diez años de prisión. Lo que para la cultura de una época era normal y licito, visto con los ojos del siglo XXI, es un grave delito.
Obvio que yo no escapo a mi subjetividad. Pero entiendo que todos somos dueños de verdades parciales. Y, que un modelo social sano debería apuntar a la empatía, es decir a intentar ponerse en el lugar del otro, para apreciar su parte de verdad, aunque yo lo estime completamente equivocado.
Tiempo atrás, hice algunas notas disruptivas, sobre militantes que en 1955 fueron antiperonistas y que, en los 70 giraron 180 grados. Mencioné a Carlos Mugica, Rodolfo Walsh y Rodolfo Ortega Peña, por nombrar los mas famosos. En el caso de los cóndores de Malvinas, en los dos extremos, voy a mencionar a Dardo Cabo que terminó en Montoneros y Alejandro Giovenco que terminó en el como guardaespaldas de la UOM. Por historia personal, mis simpatías están del lado de Dardo Cabo. ¿Pero eso le niega a Giovenco su papel de héroe malvinense? . Bueno…que lio para quienes no se apartan del discurso políticamente correcto.
En esta costumbre de relato binario del discurso políticamente correcto, ocurrió un evento que me llamó la atención. Este 28 de septiembre pasado, 55 aniversario del Operativo Cóndor, en el Museo Malvinas se repusieron en la fachada del museo las fotos de Dardo Cabo, Aldo Ramírez y Edgardo Salcedo, que formaron parte del Operativo Cóndor, y que, después del 76, fueron secuestrados y desaparecidos por los grupos de tareas de la dictadura. Los tres fueron militantes montoneros y me parece justo que se les rinda homenaje. Pero, no puedo obviar que mencionar solo a estos tres jóvenes, deja afuera a varios mas, que a los funcionarios actuantes les produce incomodidad nombrar.
Todos militaron en “la Caña” o Tacuara
El grupo que llegó a Malvinas pertenecía al MNA (Movimiento Nueva Argentina). Un desprendimiento de la organización Tacuara de 1961, que “hizo la opción por el peronismo”.
En el trabajo “Breve historia del M.N.A.” de Juan Manuel Granerohace mención a un banderín conmemorativo de la agrupación en el que se puede leer: “M.N.A. 1961-9 de junio-2001. En memoria de nuestros muertos: Cabo Dardo; Arroyo Antonio; Sinovoy Juan Carlos; Castrofini Miguel Ángel; Giovenco Alejandro; Abras Emilio; Infante Allende Adolfo; Sánchez Francisco; Albornoz Ricardo; Money Jorge; Piuma Guillermo; Amieva Tulio Edgardo; Surraco Carlos; Surraco Pablo; Ibañez Oscar Luis; Abal Medina Fernando Luis; Zochi Guillermo; Gennoni Ricardo; Sanjeao Mariano; Corral Manuel; Mangiarua Raul; Minniti Cesar” .
Según lo describió el periodista García Lupo en el año 1963: “Tacuara fue organizada en 1958 con la abierta intención de encuadrar a los alumnos católicos de las escuelas privadas y lanzarlos a combatir en las calles contra los partidarios de la enseñanza laica y controlada por el Estado.”
Al inicio los tacuaras eran jóvenes de colegios privados y de “familias bien”. Pero, pronto comenzaron a llegar muchachos de la pequeña burguesía peronista, y estudiantes de los colegios secundarios nocturnos, es decir, que trabajaban de día en fábricas y oficinas. La “caña” se presentaba como la opción transgresora al sistema, a la cual se sumaban jóvenes peronistas que querían luchar.
El militante del MNA Andrés Castillo (años después montonero) recordaba: “En el barrio, alguien de nosotros se conecta con grupos nacionalistas y tenemos contacto con Tacuara. Casi todos los chicos del barrio entran a Tacuara. Tacuara levantaba la violencia como elemento de militancia y para nosotros era una cosa buenísima, algo en lo cual creíamos. A partir de esto cae entre nosotros una serie de bibliografía, incluso fascista -, leemos a José Antonio Primo de Rivera y tenemos una corrida hacia la derecha, sin saber lo que era la derecha, ni qué era el peronismo, ni la izquierda, ni qué nada.”
En sus orígenes Tacuara era abiertamente anticomunista y anti-sionista. Su practica mas habitual era ir a pelearse a piñas con los militantes comunistas y socialistas, y tirarle bombas de alquitrán a las instituciones de religión judía. Incluso algunos de sus miembros estuvieron involucrados en dos casos de asesinatos de jóvenes de izquierda, Raul Alterman y Norma Beatriz Melena. O sea, nada que hoy se pueda considerar progresista o políticamente correcto.
Pero, entre sus militantes hubo muchos que terminaron el ERP (Ejercito Revolucionario del Pueblo) como Joe Baxter que fue miembro fundador del mismo. Y Fernando Abal Medina (mencionado en el recordatorio del MNA) miembro fundador de Montoneros.
El MNA realizó una acción resonante en agosto de 1964 cuando sus miembros irrumpieron en una cena homenaje a Arturo Frondizi (considerado traidor al peronismo) y tiraron bombas de humo y disparos al aire para romper el evento. Por este hecho fueron detenidos Dardo Cabo, Americo Rial y Juan Raul Garcia, los defendió Eduardo Luis Duhalde por entonces abogado Vandor en la UOM..
En 1965 cuando Peron envía a su esposa Isabel para contrarrestar la traición de Vandor, los jóvenes del MNA con Dardo Cabo y Giovenco a la cabeza le hicieron la custodia a Isabel, enfrentándose fuertemente con el vandorismo.
Luego del Operativo Condor, el MNA se disolvió y sus miembros tomaron caminos distintos. Algunos fueron a integrar el grupo ultraderechista CNU (Concentracion Nacional Universitaria), otro grupo importante fue al CdO (Comando de Organización), otros siguieron en el aparato de seguridad de algunos gremios como la UOM, y otros se integraron a las organizaciones guerrilleras como el ERP22, FAP (Fuerzas Armadas Peronistas) Descamisados y Montoneros.
El derrotero de los cóndores de Malvinas
Dardo Cabo, fue el jefe del operativo. Su padre Armando Cabo era hombre de la resistencia y dirigente metalúrgico cercano a Augusto Vandor. Dardo a mediados del 61, es uno de los fundadores del Movimiento Nueva Argentina (MNA) . También fue “preso Conintes” durante el gobierno de Arturo Frondizi. Tras purgar tres años de cárcel por el Operativo Cóndor , al salir se integra a la organización Descamisados que van a confluir con Montoneros a fines de 1972. En 1973 Montoneros lo nombra director de su revista El Descamisado. El 17 de abril de 1975, es detenido, en Morón, junto a Juan Carlos Dante Gullo, y Emiliano Costa mientras esperaban un pago del rescate de los Born. En la noche del 5 de enero de 1977 fue sacado de la cárcel (U-9 La Plata) junto Roberto “Palometa” Pirles, y fusilado en un supuesto “intento de fuga”.
Alejandro Giovenco, “Trágico fin de un hombre de acción” así titulo el diario Noticias (de Montoneros) la muerte de Giovenco el 19 de febrero de 1974. En la madrugada del día anterior en la esquina de Corrientes y Uruguay le estalló una bomba que llevaba en su portafolios y le arrancó un brazo. Pudo llegar hasta la sede de la UOM donde murió desangrado. El diario dice que el 2 de enero había sido atacado a balazos frente a su domicilio, omite decir que el atentado fue de la organización Montoneros, que en esa época no firmaba sus operaciones. Giovenco se inició en la militancia en el Partido de la Revolución Libertadora, su padre era un ferviente antiperonista. Con el tiempo se acercó al nacionalismo e ingresó al MNA. En una crónica del Descamisado, Dardo Cabo dice de su antiguo camarada: “Alejandro Giovenco se mato sin poder ser peronista”. (…) Giovenco era una mezcla de católico liberal de derecha y nacionalista de élite. (…) Ya en el Movimiento Nueva Argentina, manifiesta un vehemente y exagerado deseo de limpiar su pasado con una acción heroica para el peronismo: así promete matar al almirante Rojas. (…) Cuando sale en libertad, Giovenco se enrola en las filas del vandorismo, junto con varios miembros de la operación Cóndor. Actúan de guardaespaldas de Lorenzo Miguel y luego de Paladino.(…) Su práctica política demuestra una concepción coherente: el acto personal, “heroico”, la actitud individual y el valor personal. Nunca se lo vio recorriendo las bases peronistas, su manejo era totalmente superestructural. Enemigo de Vandor, termina siendo guardaespaldas de Lorenzo Miguel y viviendo de la UOM (…)Así fue la vida de Giovenco. No se dio cuenta, pero nunca dejó de ser lo que el padre le enseñó; cruzado de una causa sin legiones, murió por su propia mano. Su violencia nunca pudo encontrar ese acto heroico de estar junto a las masas que lo convirtieran definitivamente en peronista.”
Edgardo de Jesús Salcedo, en 1969 participó de una pequeña organización guerrillera “Cabecitas Negras” que intentó establecer un foco rural en el Abra de Santa Laura y fueron detenidos. Mas tarde se sumo a Montoneros. Era dirigente de la JTP de Telefonicos. El 12 de Julio de 1976 Edgardo Salcedo y su esposa Esperanza María Cacabelos, encerrados en su departamento resisten durante seis horas de fuerte tiroteo el asedio de un grupo operativo de la ESMA. Mueren en el enfrentamiento, en el que también caen un oficial de la Policía Federal y al Capitán de Corbeta Olegario Salvio Menéndez. Su hijo Gerardo (de dos años) es protegido por sus progenitores en el baño, en la bañadera, tapado con un colchón y resulta ileso.
En un gesto que los honra, el 28 de septiembre de 2011, al cumplirse 45 años del “Operativo Cóndor”, la seccional Capital de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) entregó a Gerardo Salcedo, hijo de Edgardo y Esperanza, para homenajear a su padre, la siguiente placa: “Compañero Salcedo, Edgardo. Joven trabajador peronista que mostrando heroísmo y profundo amor a la patria protagonizó una de las gestas históricas más importantes en la reivindicación de la soberanía argentina en nuestras Islas Malvinas: el Operativo Cóndor. Nuestro eterno reconocimiento como trabajadores metalúrgicos”.
Aldo Omar Ramirez, con 18 años participo del comando Cóndor. Se integro a la Juventud Peronista. En 1975 era miembro de la JTP (Juventud Trabajadora Peronista) de los Astilleros Astarsa cuando fue secuestrado por la Triple A y liberado por presión del los obreros del establecimiento. Siguió militando en Montoneros y paso a la clandestinidad. Fue secuestrado y desaparecido el 1º de septiembre de 1977.
Juan Carlos “el gallego” Rodriguez, y Pedro Tursi fueron miembros de la custodia de Lorenzo Miguel. Tursi era uno de los acompañantes del Giovenco en el momento que le exploto la bomba. El gallego Rodriguez, que era el jefe de la custodia de Lorenzo Miguel, a mediados del 75 es asesinado por el grupo del CNU de La Plata
Pedro Bernardini , según cuenta en una nota su nieta María Agustina Banchiero : “A partir del Operativo Cóndor las veces -que fueron muchas- que mi abuelo fue secuestrado durante la dictadura militar o llevado preso por su militancia en la FAP los años previos al 76, los militares le mostraban cierto respeto y con un guiño reconocían el Operativo. Incluso cuando estuvo secuestrado durante dos años en la ESMA, mientras lo torturaban, le preguntaban cómo había sido cagarles por unos días las Malvinas a los ingleses.”
Norberto Karasiewicz y Edelmiro Navarro siguieron su militancia en el CdO (Comando de Organización) que dirigía Brito Lima. Los militantes del CdO estaban entre los custodios del palco cuando se produjeron los graves enfrentamientos de Ezeiza el 20 de junio de 1973.
Jorge Alberto Money y Miguel Angel Castrofini eran dos militantes del MNA que no participaron del Operativo Cóndor. Pero fueron quienes, desde un Citroen destartalado, ametrallaron el frente de la embajada británica, cuando estaba en ella el Duque Felipe de Edimburgo en la noche del 29 de septiembre. Money era periodista trabajó en el diario “El Día” de La Plata; en el diario peronista “Mayoría” y finalmente como redactor en “La Opinión”. Se acercó politicamente a Montoneros. Fue asesinado por la Triple A en los bosques de Ezeiza previo rapto, el 18 de mayo de 1975. Castrofini se convirtió en militante del CNU (Concentracion Nacionalista Universitaria) el 8 de marzo de 1974 un comando del ERP22 de Agosto, lo asesinó de 16 balazos cuando salía de su casa en compañía de su esposa.
Carlos Surraco y Pablo Surraco militantes de la Guardia Restauradora Nacionalista y del MNA en los años 60, en 1973 se integraron al ERP 22 de Agosto. Ambos fueron secuestrados y desaparecidos durante la dictadura militar inaugurada en 1976.
Ramón Antonio Arroyo Ex militante de la Alianza Libertadora Nacionalista (ALN), viajó con anterioridad (en 1959) a Tucumán para sumarse a la guerrilla peronista de los Uturuncos, sin poder lograr ese objetivo ya que estos cayeron antes. Falleció el 11 de mayo de 1965.
Adolfo Vicente Infante Allende En su juventud militó en Tacuara. Fue custodio de Isabel Perón, como miembro de Juventud Peronista (JP), cuando esta vino a Buenos Aires en 1964 . Montonero. Casado con Gloria Kehoe Wilson. Secuestrado-desaparecido por un grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada , el 13 de junio de 1977.
Manuel Corral Provenía del MNA. Militante montonero. Estudiante de Ingeniería, estuvo preso desde 1971 hasta la amnistía del 25 de mayo de 1973. Es secuestrado-desaparecido el 21 de febrero de 1978 en una hostería y camping en Puerto Iguazú, provincia de Misiones,
Yo conocía parte de estas historias, pero la verdad, al terminar de ponerlas en el papel, no puedo evitar cierta sensación de dolor, que supongo debe sentir también el lector. Me pregunto, cuantos de ellos, que un día fueron camaradas, años después cruzaron balas desde trincheras distintas.
Esta es la historia de los años setenta, que algunos de quienes sobrevivimos, tenemos necesidad de contar en toda su dimensión; aunque hoy, todavía sea políticamente incorrecto. El camino de la violencia, que en la historia muchas veces fue justificada y necesaria, es un camino oscuro, sinuoso, complejo y casi sin retornos. Ninguna bala lleva inscripta la palabra justicia. La violencia que se inicia con el aparentemente inocente discurso verbal, una vez que se desata, la empieza a manejar el diablo. Y cuando en la política el único lenguaje es la pólvora, termina ganando la pólvora. El discurso binario nos lleva a decir: los que matamos nosotros son ajusticiamientos, es “justicia popular”; los que nos matan ellos son viles asesinatos. Vuelvo a ser políticamente incorrecto.
Las nuevas generaciones deberían tomar nota de los errores de nuestro pasado reciente.
Volviendo a los cóndores. Cuenta Héctor Laurido uno de los ex-dueños del restaurante El General, que en el 2010, en ese lugar se realizó una cena donde se juntaron los cóndores sobrevivientes. Andres Castillo habló en nombre de quienes militaron en la izquierda peronista, y el “aleman” Ricardo Ahe habló en nombre de los ortodoxos. Laurido recuerda: “era tal la emoción que se vivió, que no se me ocurrió ni sacar una foto, ni tomar un apunte; todos hombres veteranos ya, recordando lejanas batallas y tratando de zurcir con palabras, sus viejas heridas.”
Por Aldo Duzdevich – Autor de Salvados por Francisco y La Lealtad- Los montoneros que se quedaron con Peron