En recientes declaraciones públicas Toyota Argentina reconoció serias dificultades para completar el cupo de 200 postulantes con secundario completo para trabajar en su planta de Zárate.
Se trata de una empresa que históricamente ha aportado valor agregado en la inclusión de jóvenes con empleabilidad inicial. Daniel Herrero, su Presidente, se ha destacado por colaborar en el diseño de diversos programas de formación profesional con gobiernos de distinto matiz político. En su planta han trabajado miles de jóvenes recién egresados del nivel medio y otros tanto como practicantes del ultimo año de las escuelas técnicas de la región.
La terminalidad educativa es uno de los severos problemas sociopolíticos de nuestra sociedad. En el año 2018, según últimos datos oficiales disponibles, 600 mil jóvenes de entre 15 y 18 años habían abandonado el sistema educativo, registrando múltiples trayectorias truncas. Por ello, en el mismo año y con plena aprobación del Consejo Federal de Educación, se presentó un programa nacional para la terminalidad educativa con formación profesional. La intención general era generar una oferta formativa opuesta a la existente que había llevado al fracaso a cientos de miles de estudiantes. La formación profesional como gran atractivo inicial en el diseño curricular para luego ir completando gradualmente los contenidos teóricos imprescindibles para asegurar los aprendizajes requeridos según el nivel o año correspondiente.
En la actualidad, luego de la pandemia, la cuarentena sin presencialidad escolar por casi un año y medio, con cifras que aún no son oficiales, estimaciones de distintos organismos y fundaciones indican que el número que la Argentina presentaba en el 2018 de jóvenes sin terminalidad en edad escolar se ha duplicado. Son más de 1 millón de jóvenes que el sistema educativo perdió de sus registros entre 2020 y 2021.
Para ellos debemos poner en práctica en forma urgente distintos mecanismos de alternancia educativa ligada a la formación profesional que le permita a los jóvenes reingresar al sistema generando las habilidades y competencias que les permitan acercarlos al mundo del trabajo.
En paralelo como sociedad debemos recrear la cultura del trabajo en función de un valor imprescindible de progreso social, ligado al mérito, no como competencia contra el prójimo, sino cómo forma de superación individual y colectiva. Percibir el esfuerzo y sacrificio como las únicas herramientas para lograr los objetivos planteados. Sin todo ello, no hay programa de empleo ni sistema educativo exitoso.
Por Leandro Goroyesky – Ex Director Ejecutivo del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET) – Coordinador Nacional de EcoEducativo – Candidato a Concejal de Juntos Escobar.