Sin embargo, esa enorme fuerza revolucionaria que cruzó nuestro continente desde México hasta la Patagonia, aunque terminó con el dominio español, no pudo cuajar en la liberación social de las mayorías populares.
Las luchas independentistas generaron los países de Nuestra América. No lograron las aspiraciones de una patria latinoamericana unida, como lo concibieron lxs patriotas de aquellos años. Pero fue un paso de importancia trascendental.
En nuestro país, la naciente burguesía comercial de Buenos Aires, aliada con los viejos sectores que en 1810 defendían el absolutismo de los reyes españoles, -muchos de ellos mutados en oligarcas terratenientes, con el correr de los años- transformaron la independencia política de España en una nueva sumisión, primero del imperialismo inglés, y después del imperialismo yanqui.
Este 9 de Julio en un país en el que el costo de vida se eleva brutalmente, al tiempo que los salarios se negocian a la baja y numerosas familias quedan en la calle. Millones de nuevos pobres es el saldo que arroja la supuesta “lucha contra la pobreza”, mientras se bajan los presupuestos de comedores escolares y se expulsan una enorme cantidad de trabajadores del Estado, cientos de desocupados, reduciéndolo tan sólo a un gestor de los intereses de los grandes capitales. A esto se suma un aumento brutal de la deuda externa como respuesta a las trabas que el capital transnacional le impuso al anterior gobierno para el pago de deudas ilegítimas, que nunca deberían haberse pagado.
Las banderas por las que lucharon las y los patriotas revolucionarios siguen pendientes.
San Martín, Juana Azurduy, Moreno, Castelli, Belgrano, Monteagudo, Güemes, entre otros y otras, fueron muchas veces reconocidos por la historia oficial de las clases dominantes como héroes a los que levantan monumentos de bronce.
Sin embargo, fueron esas mismas las que en su época los denostaron y persiguieron por sediciosos, revoltosos, indianos, indecentes, subversivos. Y junto a ellos y ellas, retaceadas y ocultadas por la edulcorada historia oficial, estuvieron las masas oprimidas: los mulatos, negros, gauchos, mujeres, pueblos originarios, que fueron la base material de aquellos ejércitos. Porque ellos y ellas lucharon y soñaron con un verdadero territorio libre, independiente de toda atadura para con los intereses extranjeros, una república de verdaderas y verdaderos iguales, se ganaron ese odio de clase de la gran burguesía y de las oligarquías.
Son esas las banderas que hoy debemos seguir levantando como pueblo trabajador. Ni los gobiernos neoliberales, ni los gobiernos neodesarrollistas, como el anterior, pueden lograr esa independencia, porque la burguesía local y la oligarquía terratenientes están estrechamente vinculadas al imperialismo y el capital financiero internacional. Porque la única manera en que pretenden desarrollar al país, y a la medida de sus intereses, es explotando a la clase trabajadora, oprimiendo a las mayorías populares,saqueando nuestros bienes comunes al tiempo que destruyen y el envenenan la tierra y nuestras aguas.
Tenemos la urgencia de transformar esta realidad que hambrea y violenta a millones de trabajadorxs, y en ese camino marchamos sosteniendo firmes las convicciones por las que lucharon y nuestrxs revolucionarixs y nuestro pueblo que han dado la vida más de una vez a lo largo de estos mas de 200 años de historia. Es por esto que afirmamos que la segunda y definitiva independencia será del pueblo o no será. De un pueblo que levanta las banderas del antiimperialismo, que sólo se desarrollará junto a las luchas de lxs trabajadorxs y el pueblo.
Una independencia que para realizarse será antipatriarcal, latinoamericanista y socialista.
Oscar Hurtado