Es la GRIETA, estúpido

The economy, stupid” fue una frase muy utilizada en la política estadounidense durante la campaña electoral de Bill Clinton en 1992 contra George H. W. Bush (padre), que lo llevó a convertirse en presidente de los Estados Unidos. Luego la frase se popularizó como “es la economía, estúpido” y la estructura de la misma ha sido utilizada para destacar los más diversos aspectos que se consideran esenciales.

Apenas asumía Alberto Fernández como presidente y Horacio Rodríguez Larreta empezaba su segundo mandato en la Ciudad de Buenos Aires, que lo posicionaba para ser el líder de la oposición, todos teníamos la esperanza de que iba a ser el fin de “la grieta”. No hay duda que Alberto y Horacio son dirigentes más dialoguistas que Cristina y Mauricio.

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Con el inicio de la pandemia en nuestro país, lo único positivo a destacar, fue la unidad de oficialismo y oposición frente a un tema que requería una mirada amplia y enorme coordinación de gestión.

Era muy fuerte ver la imagen de los tres dirigentes en la misma mesa. El presidente Alberto Fernández, el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Horacio Rodríguez Larreta y el gobernador de la Provincia de Buenos Aires Axel Kicillof. Mérito del presidente pensarlo de esa manera, mérito del Jefe de Gobierno aceptar ser parte de esa mesa y también del Gobernador que intuyó que el conurbano no podía tener un destino separado de la Ciudad de Buenos Aires.

Este buen dialogo y trabajo de gestión en conjunto se contagió a dirigentes locales. Fueron muchos los municipios que armaron mesas de trabajo entre el oficialismo y la oposición. Y esto se traslado a la sociedad. Todos tenemos un conocido que, aunque estaba políticamente desinformado, se entusiasmaba al ver que todo el país parecía ir hacia el mismo lado.

Obviamente que siempre hay excepciones, dirigentes y una parte de la sociedad más fanatizada y extrema que no lo compartía (por suerte son la minoría).

Por eso es que cuesta comprender que le paso a Alberto Fernández, que en su discurso de asunción decía “vengo a terminar con la grieta”, “Vengo a convocar a la unidad de toda la Argentina”, hace unas semanas llamaba a Larreta “amigo” en una de las conferencias de prensa que ofrecieron en forma conjunta. Y en este último tiempo se maneja con completa prepotencia y soberbia, llegando a imponer “las decisiones las tomé yo y me hago cargo yo y las fuerzas federales van a hacer cumplir esto”.

Y otra vez la grieta partió la sociedad al medio, explotaron los grupos de Whatsapp. Discusiones entre familiares, amigos, vecinos y las peleas llegaron hasta los grupos de las “mamis del colegio”.

Pero… ¿Qué es y cuando nace LA GRIETA?

El primero en utilizar el término fue Jorge Lanata, en una nota de Página/12, para diferenciar a los que añoraban a los militares de los que no.

Pero fue en la entrega de los Martin Fierro de 2013, donde Lanata se lleva tres premios, y en su discurso utiliza la frase LA GRIETA para dividir a los que apoyaban al gobierno K, de los anti K. Corría la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner y la sociedad estaba completamente dividida.

Para mi LA GRIETA es la “argentinización de la política”. Los dirigentes políticos en la Argentina le escapan a los debates públicos, mientras que el resto de la sociedad lleva las discusiones públicas al ámbito privado y se pelea con fanatismo.

Pero veamos que dicen los expertos en la materia. El politólogo y director del Centro de Opinión Publica de la Universidad de Belgrano, Orlando D’Adamo, dice que la grieta “es la revitalización de la vieja dicotomía peronismo-antiperonismo que tiñe la política argentina desde hace 75 años”. Este análisis es similar al del Politólogo Julio Burdman, doctor en Ciencia Política y profesor de Geopolítica de la Universidad de Buenos Aires. Quien llega a la conclusión que “tradicionalmente, la grieta en Argentina se refería al clivaje peronismo-antiperonismo. Esto se había diluido un poco durante la democracia, sobre todo en las dos primeras décadas, en que se había aplacado bastante el clivaje. Pero se reactivó a partir del año 2008-2009, en el marco del gobierno de Cristina Kirchner, esta vez en términos de kirchnerismo-antikirchnerismo”.

Es cierto que en cualquier democracia del mundo la competencia electoral lleva a cada uno de los participantes, sobre todo cuando los que tienen chances reales de ganar son solo dos, a exagerar los defectos del adversario. Esto es natural y no debería escandalizar demasiado.

Lo que no es normal, es que cualquier tema que se encuentre en la agenda (economía, salud, justicia, educción, aborto, fútbol…) lo llevamos a la grieta. Y como consecuencia de esto se han separado parejas, distanciado amigos y hay familiares que hace años no se hablan. Pero sobre todo, cuando los temas caen en la grieta, el debate y abordaje se fanatiza y no se le encuentra una solución real.

Quiero concluir con una reflexión de LA GRIETA en la dirigencia política actual:

De un lado de la grieta se encuentra el oficialismo. Encabezado por Alberto Fernández, Cristina Fernández, Máximo Kirchner y Axel Kicillof (A Sergio Massa no lo podemos contar. Porque como una pelota de tenis pasa de un lado al otro todo el tiempo). Este sería el lado más fanatizado y extremo.

Del otro lado dirigencial se encontraría la oposición. A mi entender la oposición hoy esta conducida por Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli. Pero ninguno de estos dirigentes se prestó al juego de la grieta.

Tampoco podemos encasillar a Larreta y Santilli como antiperonistas, Ya que los dos son reconocidos “compañeros”, vienen del Peronismo y está en el espíritu de su gestión la soberanía política, la independencia económica y la justicia social.

Entonces, de un lado se encuentran dirigentes que gestionan, están dispuestos a abrir siempre nuevos canales de diálogo y a trabajar de forma conjunta. Mientras del otro lado se quiere profundizar la grieta, para tapar la falta de gestión y como estrategia electoral.

Está claro que a nuestro espacio político no nos interesa el juego de LA GRIETA, pero nos diferenciamos, porque NO somos lo mismo.

Por Damian Perez – Dirigente de JxC