A 20 años de la declaración del día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

Desafíos actuales para una metamorfosis social en clave feminista.

Tejiendo feminismo

“En un mundo de gusanos capitalistas, hay que tener coraje para ser mariposa”

Lohana Berkins 

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En el año 1999, La Organización de las Naciones Unidas,  instituyó el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, reivindicación convocada por el Movimiento de Feminista Latinoamericano, a fin de conmemorar la fecha en la que fueron asesinadas, las tres hermanas Mirabal, el 25 de noviembre de 1960 en República Dominicana. A partir de allí,  se desató un acontecimiento que se convertiría en una fecha sumamente relevante para el movimiento de mujeres y los feminismos. El asesinato de las hermanas Mirabal pondría en primer plano, nuevamente, la violencia del gobierno dictatorial de Rafael Trujillo.

Por aquella época las mariposas Mirabal, como se las solía llamar, habían sido víctimas en reiteradas ocasiones de torturas y detenciones clandestinas por parte del Gobierno de Trujillo con motivo de sus denuncias hacia un Régimen autoritario y violento. En una de esas detenciones las hermanas fueron brutalmente golpeadas y arrojadas por un barranco dentro de un auto en donde luego se hallarían sus cuerpos sin vida. Esta situación generó gran conmoción en la población constituyéndose en un símbolo de lucha sin igual.

Ahora bien, luego de dos décadas de instituido éste día con el objetivo de visibilizar la desigualdad, la discriminación y las distintas formas de violencia machista seguimos siendo testigxs de la reproducción y el aumento de las desigualdades explícitas y no tanto, en nuestra forma de ser cotidiana. Frente a ello, es  pertinente que nos interroguemos acerca de  nuestra propia práctica política feminista, contextualizando los desafíos del movimiento emancipatorio de mujeres,  el cual pretende un cambio en el entramado político  actual,

Latinoamérica está siendo atravesada por fenómenos de fragmentación de pluralidades subjetivas políticas, que ponen en cuestión las instituciones democráticas como es el Golpe Racista,  Neoliberal y Eclesiástico en Bolivia, así como también por fenómenos revolucionarios de protesta masiva, como en el caso de Chile. 

En respuesta, las clases populares toman los espacios públicos para poner de relieve que la única legitimidad de los gobiernos es emanada del ¨Populus¨ y es para ellxs que los funcionarios deben gobernar; es en este momento absolutamente pertinente retomar la figura de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, para reflexionar acerca del rol de las mujeres como sujetas políticas activas, y sobre todo el fenómeno de ¨lo político¨ desde una postura feminista.

Entendiendo que nuestra lucha  no se agota en la posibilidad de conseguir la igualdad entre hombres y mujeres, sino que supone una transformación profunda a partir de la cual podamos generar nuevos nodos de sentido, nuevas categorías para abordar y habitar el mundo, es un ejercicio obligatorio interrogarnos acerca de qué herramientas tenemos o podemos construir para llevar adelante nuestros objetivos, sin caer en el tentador error de reproducir actitudes patriarcales. Recordamos las palabras de Montoto Ugarte cuando expone, “los otros del feminismo son quienes se definen por sus prácticas machistas más que por su posición sexuada”.  

Erradicar la violencia hacia las mujeres, hoy en día, resulta un desafío utópico, si se continúa abordando dicha problemática desde la lógica discursiva del sentido común. Las instituciones, así como los medios  masivos de comunicación, a su vez,   sostienen en el inconsciente colectivo, la reproducción de vínculos  anclados en la idealización del amor como forma de posesión, estrategias preconcebidas, que se conjugan  a la perfección con un sistema capitalista sostenido por la rentabilidad de las economías de consumo.  

Como contrarelato,  nuestra propuesta feminista tiene por objeto desarmar  las relaciones de poder legitimadas, generando modelos de identificación (masculinos y femeninos) ofreciendo un enfoque alternativo al discurso ortodoxo enlazado al conservadurismo machista y neoliberal. 

Es posible pensar el poder como un fenómeno transversal e inclusivo? Es posible pensar la revolución sin actos concretos de violencia?

Como las Mariposas Mirabal, la lucha feminista tiene en su haber la pérdida de grandiosas mujeres. Pérdida que lejos de constituirse en un acto de disciplinamiento fundado en el terror, se conjugó como potencia libertaria en el espíritu de todxs lxs que sostenemos la necesidad de pensar y actuar en función de una nueva realidad.

Las luchas emancipadoras siempre han tenido un costo muy alto y la violencia ha sido un componente difícil de disociar. Con este artículo no pretendemos justificar actos, ni esbozar respuestas definitivas y absolutas sino todo lo contrario. 

Lo que nos parece fructífero es articular a partir del pasado estrategias de lucha que puedan ser el vehículo de nuestras reivindicaciones presentes.

En este sentido,  el Proyecto por la Interrupción Voluntaria del Embarazo es una maravillosa demostración de la cooperación organizada como forma de lucha, de la sororidad entendida como categoría política  y nos permite dilucidar con claridad un tipo de activismo horizontal cuyas bases se sustentan en el consenso y la despersonalización de la tutela del proyecto. La pluralidad como único nombre propio de este reclamo histórico de las personas gestantes es una característica insoslayable y sumamente poderosa. 

En este contexto donde el neoliberalismo, las ideas conservadoras y el discurso de odio se agitan en sociedades que atentan a mantener nuestros deseos en la clandestinidad, nuestros hechos son nuestras palabras transformadas en performatividad. El grito de las pibas en las calles con su pañuelo verde, el glitter en el mismo tono, las canciones y coreografías alusivas, a la Campaña, se convirtieron en nuestras armas de lucha y resistencia. 

Por Victoria y Daniela Zapata – Tejiendo Feminismo