El 9 de julio de hace 205 años la Argentina comenzaba a escribir su historia grande. Hablamos del inicio de una nueva etapa porque este país entonces ya tenía una identidad cultural hecha de criollos, de españoles que se aquerenciaron de esta parte del “nuevo mundo”, de los nativos de los pueblos originarios, de esclavos que empezaban a conquistar su condición de ciudadanos (en 1813 se había declarado la “libertad de vientres” y ese mismo año el Sargento Cabral escribiría una página de gloria en nuestra historia) y hasta de hombres osados de otras latitudes que como Hipólito Bouchard o Guillermo Brown pondrían en riesgo sus vidas para afianzar la libertad de esta Nación.
Las Provincias Unidas del Río de la Plata eran entonces esa candente mezcla de identidades, de orígenes, de objetivos que a priori eran distintos pero que –más allá de aparentes contradicciones- se fusionaron en el fervor de la unidad en un destino común. Los inspiraba el afán de libertad plasmado en el Congreso de Tucumán, pero también la convicción de las mujeres y hombres que junto a Belgrano y San Martín no dudaban en lanzarse a la conquista de esa Independencia aunque en ello les fuese la vida misma.
Aquella diversidad de origen hoy se expresa en nuevas diferencias. Y en criterios enconados que parecen difíciles de conciliar. Pero como entonces, todos esos matices se diluyen en el espíritu de unidad al que nos convoca el recuerdo de gestas como la que hoy celebramos. O al mirar nuestra bandera. O al escuchar nuestro himno nacional. Argentina está unida en ese punto. Su pueblo está hermanado en esa historia y en aquél espíritu fundacional de libertad para el lugar que se ama, la Casa Grande.
Por eso preferimos no recordar al 9 de Julio como un hecho congelado en la historia sino como un desafío caliente, vivo, dinámico que todavía hoy se está desarrollando y que debemos hacer crecer cada día. Hoy el país está golpeado por la pandemia: todos estamos llamados a sumar en la Reconstrucción Argentina generando empleo; ampliando derechos de minorías que antes estuvieron marginadas; revalorizando el rol de la mujer; cuidando a nuestros mayores; vacunando, cuidando nuestro medioambiente… Sumando justicia social.
Aquella tarea no terminó porque la Independencia no tiene fin. Y porque nos plantea continuamente nuevas metas. Por eso estamos todos los argentinos y argentinas llamados siempre a trabajar por ella. Hacerlo será nuestro mejor homenaje a nuestros mayores y un precioso legado para nuestros hijos.
Por Gladys Pollan – Concejala de Tigre por el Frentede Todos