9J – La declaración de la independencia y la clausura de la revolución

Una fecha como el 9 de Julio, nos ofrece la oportunidad de revisar nuestra historia desde un punto de vista crítico, pero además, construir conclusiones que nos permitan mirar el presente y poder transformarlo. Es desde este lugar que quiero aportar algunas reflexiones, porque el proceso previo a la declaración de la independencia, estuvo atravesado por lo que hoy podemos entender como una verdadera lucha de clases.

El festejo del Bicentenario fue la celebración de la unión nacional, es decir de las clases que han gobernado el territorio en los últimos 200 años. Porque los lazos que construyeron a este país como un país oprimido están más férreos que nunca: tenemos una economía cuyo nivel de primarización –el comercio de materias primas– es más alto que en 1910.

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Entre 1808 y 1820, se produjeron en estas tierras planteos políticos más federales, más laicos, más igualitarios que los que terminaron triunfando. Hubo luchas y tensiones entre dos perspectivas contrapuestas que nos trajeron a donde estamos hoy.

La junta de Mayo fue un frente muy heterogéneo. Moreno planteó una expropiación temporaria de las minas para desarrollar la industria nacional. Y envían una misión al Alto Perú, que comanda Castelli y produce un hecho notable: la proclama de Tiahuanaco, que consiste en un llamado a los pueblos originarios a sumarse a la lucha contra los españoles y por la distribución de la tierra. Allí se declara de liberación de los indígenas, la independencia respecto del clero y la supresión de los tributos y del trabajo servil. Recordemos que en 1870 con la creación del Virreinato del Rio de la Plata, Potosí y sus minas, quedan bajo control de BsAs. Esto genera una reacción contraria de las clases propietarias y comerciantes, que son los dueños de ese trabajo esclavo. Eso es 1811 y ahí se impone una primera clausura.

La asamblea del año XII se negó a declarar la independencia

La Asamblea estaba en condiciones de declarar la Independencia y fundar la República y no lo hizo. Hace unos años, en 2012, el Parlamento declaró un feriado para el día que se cumplieron 200 años de su inicio. Es decir, lo consideraron un hito histórico. Pero ahí no se declaró la independencia porque así se había pactado con la diplomacia británica, que necesitaba comerciar libremente en la región, pero no podía enfrentarse a España, porque era su aliada contra Napoleón. Sin embargo en sesión secreta, la Asamblea decidió oponerse a la incorporación de los diputados de la Banda Oriental, que venían a declarar la independencia, y establecer una confederación en la que cada provincia retuviera su soberanía. Y, lo que no es menor, a abrir los puertos, para limitar el poder de Buenos Aires. Además, querían proclamar la libertad civil y religiosa.

Pero finalmente, como es de público conocimiento, la Asamblea mantuvo la organización económica del Triunvirato, que colocaba la producción y el comercio dentro del libreto inglés.

¿Y la liberación de los esclavos? Tampoco.

Se reglamentó la ley que estableció que los niños esclavos estarían con sus patrones hasta los 20 años, y saldrían de allí preferentemente para integrar ejércitos patrios: el Ejército de Los Andes convocó a diez mil negros. La resolución más revolucionaria establecía que cualquier esclavo de un país limítrofe que pisara la Provincias Unidas era libre. Esto provocó una reacción en la corte de Portugal en Brasil y la Asamblea dio marcha atrás. Lo que sí hizo fue eliminar la tortura como parte de los procesos judiciales, lo que no impidió que se siguiera aplicando.

Los diputruchos del Congreso de Tucumán contra la revolución

Hacia 1814 –nos cuenta Christian Rath en su libro “La revolución clausurada-Mayo 810- Julio 1816”–  se desata una segunda oleada revolucionaria, Se forma la Liga de los pueblos libres, con Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, la Provincia Oriental, Santa Fe y pueblos de Misiones, liderados por Artigas. Comienza el proceso que va a dar lugar a una revolución agraria en la Banda Oriental. La idea fue expropiar estancias y dividirlas en lotes de 7500 hectáreas. Aun estancias en manos de hacendados patriotas fueron pasibles de expropiación.

Esto generó una conmoción, porque entre las familias expropiadas estaban los Mitre, los familiares de Belgrano, el suegro de San Martín. También se establecieron barreras arancelarias frente a las exportaciones y se permitió a Paraguay acceder a los puertos. Entonces se calificó al artiguismo de anarquismo. Se armó el Congreso de Tucumán y para él se eligieron diputados por el Alto Perú. Pero como el Alto Perú estaba ocupado por los españoles, se tomaron algunos emigrados que estaban en Buenos Aires y se los designó diputados. Ellos, más Buenos Aires, generaron una mayoría automática en el Congreso e impidió que asistieran los diputados de las provincias agrupadas en el sistema de los Pueblos Libres.

En el caso de la Banda Oriental, en cambio, “el envío de los diputados estuvo precedido por una compulsa popular exhaustiva para la época: veintitrés pueblos eligieron a sus representante,  durante varias jornadas estudiaron los puntos que deberían presentar los diputados a la Asamblea General”. Los documentos aprobados “tenían un contenido que sería explosivo para los sinuosos dirigentes porteños: exigían la declaración de la independencia absoluta de España, la organización de las provincias en un sistema federativo, la designación de una capital que no fuera Buenos Aires” (Félix Luna, Los Caudillos).

Allí mismo se pactó la invasión portuguesa a la Banda Oriental, que terminó con la política Artiguista. Había caído Napoleón, ya no había opción: se declaró la Independencia para terminar con la Revolución.

Rosas, Artigas y el acaparamiento de la tierra

En el llamado “federalismo” entran cosas muy diferentes. Rosas es el hombre de los hacendados bonaerenses que se benefician de la apropiación de tierras que establece Rivadavia. Es el hombre del latifundio, no el del reparto de la tierra. Es el hombre del puerto único. Es el que logra que les devuelvan a los hacendados porteños las tierras que Artigas había expropiado en 1815.

Claramente la declaración de la independencia clausuró la revolución y consolidó a la oligarquía porteña y terrateniente del interior del país,  en el poder y habilitando el acaparamiento de la tierra junto al conjunto de los resortes económicos estratégicos.

Cualquier similitud con la actualidad es pura coincidencia.

Por Matias Tomasello – Vocero del Partido Obrero FIT-U de Tigre