Por Débora Galán*
El día internacional de las mujeres trabajadoras siempre trae consigo debates, asambleas y documentos. Se discute y se toman las calles en todo el país . El debate se fue llevando a su origen, los derechos de las mujeres trabajadoras, pero el trabajo no sólo lo realizamos en los espacios laborales, sino también en nuestros hogares. Es necesario seguir instalando la problemática en la sociedad para concientizar y en la política para tomar decisiones y llevar adelante acciones positivas para erradicar las desigualdades, las violencias y la discriminación.
El 8M a lo largo de estos años fue mutando al eje de las mujeres trabajadoras y diversidades. Esto responde a las necesidades que año a año vamos trabajando en red, con organización y con escucha activa. El avance de la derecha que tuvimos durante los años de gobierno del macrismo nos hermano aún más y, pudimos hacer más carne la sororidad de la que tanto se habla. Pero no es fácil claro, sostenerla en épocas de campaña donde las diferencias afloran. Pero el 2019 nos encontró fuertes, con todo el impulso con el que nosotras las mujeres tuvimos al hacerle el primer paro a Macri, antes que nadie. Luego la pandemia nos pasó por arriba, a nosotras, a nuestra esperanza de poner en marcha todas las acciones que veníamos planificando. Nos tuvimos que encerrar por fuerza mayor y a muchas les costó la vida, la integridad física y la sexual. Se dispararon los casos de violencia y los femicidios. Pero nos salvaron las redes como repetimos siempre hasta el cansancio.
Fuimos saliendo de una pandemia y crisis mundiales como pudimos, siempre desde lo popular, lo comunitario y lo colectivo para seguir con las banderas y estandartes que construimos entre todas y todes, con el compromiso de no abandonar las agendas aún con ministerios de las mujeres, géneros y diversidad sexual, porque tenemos el deber de monitorear lo que nos pasa, lo que atraviesa cada compañera, cada mujer, niña, adolescente, porque no abandonamos la lucha nunca.
Las agendas se resignifican. Y digo agendas porque no podemos sintetizar en un feminismo o una agenda, porque nos atraviesan en cada territorio o espacio distintas realidades, de eso se trata esta trama que le da batalla al machismo y capitalismo que no solo quiere avanzar en nuestro país sino en nuestro continente. A las agendas de las organizaciones no les pueden faltar el abordaje de un Estado democrático y participativo con perspectiva de género, en clave ambiental , que respondan a las deudas y demandas de un colectivo que no solo lucha contra el patriarcado y el capitalismo, para erradicar todas las violencias, sino que busque posicionar abordajes con justicia social y de Derechos Humanos en la agenda pública.
Los espacios concentrados de poder hoy los peleamos dejando atrás el ámbito privado, debatiendo el sistema de cuidados, los roles de responsabilidad política sindical y cotidiano.
La deuda con nosotras no es un slogan, no es un título de color más allá de la connotación política y de coyuntura, hay derechos que se nos adeudan, que históricamente se nos deben, porque no es justo prescindir de ellos. La deuda es ocuparse de la cuota alimentaria, la deuda es con el reconocimiento de las tareas de cuidado.
Este 8M también irrumpe con la justicia, no hay justicia sin una democracia que sea con paridad, son 40 años de democracia que se mantiene a pesar de todo, aunque llegó la hora de democratizar el poder que se concentra en las cúpulas políticas, ese poder androcéntrico que se traduce en las fotos que vemos a diario.
Hay que frenar el avance de los discursos de odio, que no sólo atentan contra los gobiernos democráticos sino que atentan contra nuestras conquistas de más derechos para todos y todas, porque las mujeres no solo luchamos por nuestras necesidades sino por la de todos, porque así nos programaron, y así decidimos actuar, esos discursos instalados y facilitados por los medios hegemónicos de comunicación.
Necesitamos una justicia con más mujeres en los fueros donde nos criminalizan y nos castigan por ser pobres y vulnerables, una justicia con más perspectiva de Derechos Humanos y Género, que en la justicia de paz y en las primeras instancias se respete el debido proceso y la ley de víctimas, además de las leyes que rigen la protección de los derechos de las mujeres, niñeces y adultos mayores.
Hablamos del 8M como día internacional de las mujeres trabajadoras porque así fue su origen, y así es como elegimos reivindicarlo, porque el trabajo es un ordenador para todas las personas, pero en nosotras el trabajo es una prerrogativa de sangre, es algo con lo que se nos chipea cuando nacemos, es algo de lo que no podemos zafar, no podemos eludir esa responsabilidad, en nuestros hogares o en nuestros espacios donde nos desarrollamos, siempre estamos realizando tareas, cumpliendo un rol de acción, ponemos el cuerpo, y no siempre viene acompañado de una remuneración, ni aún en relación de dependencia percibimos lo que realmente merecemos. Además, sufrimos precarización, brecha salarial, techos y paredes de cristal, pisos pegajosos y escaleras rotas, violencia y acoso laboral.
Se habla de la defensa de las soberanías, nosotras comenzamos a hablar de la soberanía de nuestros cuerpos, pero también como señala la CEPAL, hay que instalar el debate de las autonomías que necesitamos para desarrollarnos libremente, son tres dimensiones que identificamos, la autonomía física, esa que mencioné anteriormente, la de toma de decisiones y la económica. Por ello hay que seguir poniendo especial énfasis al trabajo del Convenio 190 de la OIT para generar acciones tendientes a prevenir y erradicar la violencia en el mundo del trabajo.
*Débora Galán – Diputada Provincial