Por Jimena Bondaruk
Este 8M encuentra a las mujeres argentinas atrapadas en un laberinto económico sin salida clara a la vista. Con Javier Milei al frente del país, avanzamos hacia un modelo económico que multiplica desigualdades y golpea con fuerza especialmente a las mujeres.
La tasa de desocupación para mujeres llegó al 7,9%, mientras que para varones se mantiene en 6,2%. La brecha aumenta dramáticamente entre jóvenes, con una desocupación femenina del 16,1%. Mientras Milei asegura en foros internacionales que la brecha salarial es un invento, las mujeres en Argentina ganamos un 27,7% menos que nuestros compañeros varones por el mismo trabajo.
La realidad empeora cuando se considera la informalidad laboral. Las mujeres representan el 38,7% del empleo informal, una cifra que sigue creciendo por la falta absoluta de políticas públicas efectivas y sostenidas. Mientras tanto, en los hogares argentinos las mujeres destinan casi cinco horas más diarias al trabajo no remunerado respecto a los varones, especialmente en contextos de pobreza.
El gobierno de Milei prometió eficiencia y libertad, pero sólo profundizó injusticias. Eliminó el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, y barrió del presupuesto cualquier etiqueta relacionada con género, arrasando con programas fundamentales como el Potenciar Trabajo, Registradas y Potenciar Inclusión Joven. Además, con la reforma al Impuesto a los Bienes Personales, Milei benefició descaradamente a los sectores más ricos, profundamente masculinizados: los varones poseen el 70,9% del patrimonio declarado.
Según datos del Observatorio de Femicidios, durante 2024 se registraron 324 femicidios en Argentina. Esta cifra demuestra claramente cómo la ausencia del Estado, la falta de inversión en acompañamiento y prevención, y el retiro de políticas específicas exacerban la violencia contra las mujeres. El mensaje del Estado es claro: indiferencia y desamparo.
Frente a este escenario devastador, las mujeres somos las únicas con capacidad real para confrontar y revertir este modelo excluyente. Por eso, este 8M no es sólo un día para conmemorar, sino para redoblar esfuerzos, organizarnos y fortalecer las redes comunitarias y políticas, porque nuestra fuerza colectiva es la única capaz de detener esta avanzada contra nuestros derechos, los derechos de las niñeces; de las personas adultas mayores; los estudiantes; los enfermos, las personas que se quedaron sin trabajo y de todos aquellos que sueñen con vivir en una sociedad que brinde igualdad de oportunidades.
*Jimena Bondaruk – Concejala Tres de Febrero- MujeresFR