8M – 8 de marzo, por un cambio cultural profundo

El 8 de marzo no sólo es un día donde las mujeres nos congregamos para celebrar lo saldado, visibilizar nuestras problemáticas, pensar e imaginar juntas, construir y reclamar lo que falta. Constituye una invitación a la reflexión, en el sentido más amplio del término. Un momento para hacer un balance de todo el camino recorrido, de los logros alcanzados y de los obstáculos que impiden conseguir el cese definitivo de la violencia en todas sus formas y la real igualdad de oportunidades. Se que es difícil, y con razón,  hablar de avances cuando una mujer es asesinada por día por motivos de género en nuestro país. Pero ni toda la violencia junta podrá barrer el esfuerzo cotidiano que miles de mujeres llevamos a cabo para revertir esta sociedad injusta.

El 2020 fue un año muy difícil para todas. La pandemia y el prolongado aislamiento social dañaron la salud y la economía de la población siendo las mujeres y niñas las más perjudicadas. En este sentido la ONU consigna que distintos problemas estructurales se vieron agravados seriamente. En casi todos los países, y el nuestro no fue la excepción, hubo un un aumento considerable de llamados a las líneas de atención de casos de violencia de género. En la ciudad de Buenos Aires este aumento tuvo picos de más del 25%. Cabe señalar que en los primeros  meses de este año la demanda no mermó, pudiendo deberse esto al alto grado de conocimiento que tiene nuestra línea que ya es una referencia para todas las mujeres. Ante esta situación desde la Dirección General de la Mujer del GCBA  garantizamos la atención las 24 hs de la Línea 144 pudiendo responder al aumento de demanda sin mayores inconvenientes. Todas nuestras prestaciones siguieron funcionando bajo diversas modalidades. A la vez implementamos el BOTI, un sistema de mensajería instantánea para que las mujeres, adolescentes y niñas puedan comunicarse en caso de no poder realizar una llamada verbal por encontrarse cerca del agresor. También multiplicamos nuestra presencia en los barrios populares para garantizar el acceso a los servicios del estado de quienes más lo necesitan. En esos mismos barrios fuimos testigos de aquello que la ONU señala sobre el protagonismo de las mujeres en todas las redes de contención y cuidado. La crisis económica multiplicó el rol de los comedores, el cierre de colegios sumó tareas en el hogar y la saturación sanitaria impactó sobre las trabajadoras que se encuentran en la primera línea de lucha contra el COVID. Todos estos segmentos relacionados con la atención y el cuidado son realizados un triple de veces más por mujeres que por varones. En ese sentido, este 8 de marzo debemos profundizar la discusión y visibilizar aún más los desequilibrios en las tareas de cuidado y la falta de remuneración de las mismas para que se entienda que el trabajo de las mujeres vale, es necesario y cumple un rol fundamental en el fortalecimiento del tejido social. Además, con menos tiempo libre que los varones, miles de mujeres llevan adelante emprendimientos productivos, como la huerta orgánica gestionada por mujeres en el Barrio Rodrigo Bueno o el grupo “Las Mariposas” de San Fernando, integrado por mujeres que fueron víctimas de violencia machista. Desde el Estado debemos seguir apoyando este tipo de iniciativas que tienden al desarrollo de una mayor autonomía de las mujeres.

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El año 2020 también fue un año histórico para todas las mujeres que salieron a la calle a defender sus convicciones en relación a la interrupción legal del embarazo. Con independencia y respeto por todas las posiciones que se manifestaron, ha quedado en evidencia la potencia que tienen las mujeres a la hora de construir una agenda pública participativa. En este caso, como en el 2018, el poder legislativo estuvo a la altura de las circunstancias dando voz tanto a la “marea verde” como a la “celeste”. De eso, ni más ni menos, se trata la democracia.

Este 8 de marzo nos encuentra ante los mismos desafíos pero con más y mejor experiencia. Es un año donde debemos lograr sí o sí que se aplique la Ley Micaela en todo el territorio nacional, que se multipliquen los centros de asistencia a la mujer sobre todo en aquellas provincias con elevadas tasas de femicidio. También es hora de repensar las estrategias de intervención en los casos de violencia de género y crear más programas que hagan foco en los varones que ejercieron violencia, como el que tiene la Dirección General de la Mujer del GCBA. De hecho, si no trabajamos por un cambio cultural profundo no podremos nunca construir una sociedad libre de violencia y con plena igualdad de oportunidades.

Un verdadero cambio cultural -que incluya a la justicia y a la política-  y fortalecer, valorar y estimular proyectos productivos impulsados por mujeres en busca de mayor autonomía, son los ejes que considero esenciales para trabajar durante este 2021. El próximo 8 de Marzo esperemos que al hacer un nuevo balance estemos más cerca de nuestros objetivos.

Por Agustina Ciarletta – Concejal de San Fernando – Directora de la Mujer en Ciudad de Buenos Aires.